Wednesday, June 06, 2007

Llamamiento de Benedicto XVI a los líderes del G-8

CIUDAD DE VATICANO, miércoles, 6 junio 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el llamamiento que lanzó este miércoles Benedicto XVI al final de la audiencia general de este miércoles a los jefes de Estado y de gobierno del G-8, los siete países más industrializados del mundo y la Federación Rusa, que participan del 6 al 8 de junio en Heiligendamm (Alemania) en su cumbre anual.

Hoy, en Heiligendamm, Alemania, bajo la presidencia de la República Federal de Alemania, ha comenzado la cumbre anual de jefes de Estado y de Gobierno del G-8, los siete países más industrializados y la Federación Rusa.

El 16 de diciembre tuve la oportunidad de escribir a la canciller Angela Merkel para darle las gracias, en nombre de la Iglesia católica, por la haber tomado la decisión de mantener el tema de la pobreza en la agenda del G-8, con una referencia específica a África.

La doctora Merkel me respondió cortésmente el 2 de febrero, asegurándome el compromiso del G-8 de alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio. Ahora me gustaría lanzar un ulterior llamamiento a los líderes que se encuentran en Heiligendamm, para que no retiren las promesas de aumentar sustancialmente la ayuda al desarrollo, en favor de las poblaciones más necesitadas, sobre todo las del continente africano.

En este sentido, el segundo de los objetivos de desarrollo del milenio merece una atención especial: «lograr la educación primaria universal para asegurar que todos los niños y niñas completen el ciclo completo de enseñanza primaria para el año 2015».

Se trata de una parte integrante del logro de todos los objetivos del milenio: es una garantía de consolidación de los objetivos alcanzados; es un punto de partida de los procesos autónomos y sostenibles de desarrollo.No hay que olvidar que la Iglesia católica siempre ha estado en primera línea en el campo de la educación, llegando en particular a los países más pobres, donde las estructuras estatales a menudo no consiguen llegar.

Otras Iglesias cristianas, grupos religiosos y organizaciones de la sociedad civil comparten este compromiso educativo. Según el principio de subsidiariedad, esta realidad debería ser reconocida, valorada y apoyada por los gobiernos y las organizaciones internacionales, entre otras cosas, destinando los fondos suficientes para que se garantice una mayor eficacia en el alcance de los objetivos de desarrollo del milenio. Esperemos que se hagan esfuerzos serios para alcanzar estos objetivos.

[Traducción del original inglés realizada por Zenit© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

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