El día 18 de agosto celebramos la Fiesta de nuestro San Alberto Hurtado y el país ha declarado ese, el Día de la Solidaridad.
La persona, la obra, y la figura del P. Hurtado se ha transformado en una figura modelo y simbólica en nuestro país de esa actitud tan evangélica de la solidaridad expresada en el evangelio en la persona del buen samaritano. Esa actitud es personal, ciertamente, pero debe expresarse también como una actitud colectiva de la sociedad civil, de las Iglesias, de las autoridades, e incluso plasmarse en una estructura social y legal que regule la convivencia de la comunidad nacional.
Juan Pablo II hablaba de la “Civilización del Amor”. Es lo que ha formulado la Iglesia en la Doctrina Social de la Iglesia de la cual el P. Hurtado fue un valiente y ferviente promotor en su época, a costa de muchas críticas e incomprensiones. Hoy ese aspecto conflictivo de su persona y obra parece bastante oculto cuando se habla de San Alberto. A pesar de los grandes cambios culturales, socioeconómicos, de la ciencia y la tecnología, del desarrollo del mundo, y en concreto de nuestro país después de su muerte, seguimos viviendo grandes desequilibrios, desigualdades y falta de equidad en nuestra sociedad.
Esto lo experimentamos en forma muy fuerte y concreta en nuestras poblaciones Nogales, Santiago y Oscar Bonilla que conforman nuestra Parroquia. Muchas de nuestra familias forman parte de lo que los economistas describen como los quintiles D y E, es decir, de más bajos ingresos del país. ¿Qué significa eso en concreto? Que sus ingresos económicos son muy bajos, cesantía o trabajos muy inestables y mal remunerados, sin contratos definitivos, sin imposiciones, pensiones miserables para los mayores y discapacitados, escolaridad muy baja, oportunidades de salud limitadas, hacinamiento en las casas, etc.
A estos rasgos socioeconómicos, se agregan otros que son consecuencias o están muy vinculados a ellos como son: la violencia y el abuso intrafamiliar, el alcoholismo, la drogadicción, la violencia de palabras y hechos en la vía pública, basura en las calles, falta de cuidado y ornato del medio ambiente. Hay muchas armas de diverso tipo en poder de personas o casas, incluso en menores de 18 años. Este mes de julio se ha sabido de 5 homicidios, casi todos en la calle.
Muchos de nuestros pobladores desean irse para cambiar de ambiente. Eso puede ser solución para algunos. Pero ¿qué pasa con la mayoría de los que nos quedamos?
Necesitamos ciertamente desarrollo y oportunidades de trabajo y seguridad que corresponden a las autoridades nacionales y comunales, de seguridad, empresarios grandes y chicos que deben cumplir con las leyes laborales y el sueldo justo, etc.
Pero, también debemos asumir nuestra responsabilidad como sociedad civil: la familia, las organizaciones de base, las juntas de vecinos, los establecimientos educacionales, Iglesias, partidos políticos, los grupos culturales, etc. Nosotros debemos reaccionar y organizarnos, no podemos esperar que todo venga de fuera y de arriba. Si uno no comienza por sí mismo, por su casa, por su familia, por su comunidad, eso es imposible.
Hay que crear un círculo virtuoso. Ojalá, que la figura del P. Hurtado y su mensaje de solidaridad efectiva nos motive e ilumine para dar los pasos adecuados para hacer de nuestro entorno físico y social un ambiente más humano y digno para cada uno de nosotros y nuestra comunidad parroquial.
P. Cristian Brahm S.J.
Párroco de Santa Cruz,
Estación Central
La persona, la obra, y la figura del P. Hurtado se ha transformado en una figura modelo y simbólica en nuestro país de esa actitud tan evangélica de la solidaridad expresada en el evangelio en la persona del buen samaritano. Esa actitud es personal, ciertamente, pero debe expresarse también como una actitud colectiva de la sociedad civil, de las Iglesias, de las autoridades, e incluso plasmarse en una estructura social y legal que regule la convivencia de la comunidad nacional.
Juan Pablo II hablaba de la “Civilización del Amor”. Es lo que ha formulado la Iglesia en la Doctrina Social de la Iglesia de la cual el P. Hurtado fue un valiente y ferviente promotor en su época, a costa de muchas críticas e incomprensiones. Hoy ese aspecto conflictivo de su persona y obra parece bastante oculto cuando se habla de San Alberto. A pesar de los grandes cambios culturales, socioeconómicos, de la ciencia y la tecnología, del desarrollo del mundo, y en concreto de nuestro país después de su muerte, seguimos viviendo grandes desequilibrios, desigualdades y falta de equidad en nuestra sociedad.
Esto lo experimentamos en forma muy fuerte y concreta en nuestras poblaciones Nogales, Santiago y Oscar Bonilla que conforman nuestra Parroquia. Muchas de nuestra familias forman parte de lo que los economistas describen como los quintiles D y E, es decir, de más bajos ingresos del país. ¿Qué significa eso en concreto? Que sus ingresos económicos son muy bajos, cesantía o trabajos muy inestables y mal remunerados, sin contratos definitivos, sin imposiciones, pensiones miserables para los mayores y discapacitados, escolaridad muy baja, oportunidades de salud limitadas, hacinamiento en las casas, etc.
A estos rasgos socioeconómicos, se agregan otros que son consecuencias o están muy vinculados a ellos como son: la violencia y el abuso intrafamiliar, el alcoholismo, la drogadicción, la violencia de palabras y hechos en la vía pública, basura en las calles, falta de cuidado y ornato del medio ambiente. Hay muchas armas de diverso tipo en poder de personas o casas, incluso en menores de 18 años. Este mes de julio se ha sabido de 5 homicidios, casi todos en la calle.
Muchos de nuestros pobladores desean irse para cambiar de ambiente. Eso puede ser solución para algunos. Pero ¿qué pasa con la mayoría de los que nos quedamos?
Necesitamos ciertamente desarrollo y oportunidades de trabajo y seguridad que corresponden a las autoridades nacionales y comunales, de seguridad, empresarios grandes y chicos que deben cumplir con las leyes laborales y el sueldo justo, etc.
Pero, también debemos asumir nuestra responsabilidad como sociedad civil: la familia, las organizaciones de base, las juntas de vecinos, los establecimientos educacionales, Iglesias, partidos políticos, los grupos culturales, etc. Nosotros debemos reaccionar y organizarnos, no podemos esperar que todo venga de fuera y de arriba. Si uno no comienza por sí mismo, por su casa, por su familia, por su comunidad, eso es imposible.
Hay que crear un círculo virtuoso. Ojalá, que la figura del P. Hurtado y su mensaje de solidaridad efectiva nos motive e ilumine para dar los pasos adecuados para hacer de nuestro entorno físico y social un ambiente más humano y digno para cada uno de nosotros y nuestra comunidad parroquial.
P. Cristian Brahm S.J.
Párroco de Santa Cruz,
Estación Central
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