No sería éste tiempo oportuno para crear un Patriarcado de la Iglesia católica en China? La pregunta, por insólita e inesperada, puede sorprender a más de uno; es una propuesta, sin embargo, que entra en la mejor tradición de la Iglesia y que podría ayudar a resolver el viejo contencioso entre Roma y Pekín. El pleito, mil veces antes traído y llevado, ocupa estos días y desde hace varias semanas las primeras páginas de la actualidad. Y las ocupa -¿gran novedad!- con un aire positivo y hasta contenidamente optimista.
Acaban de cumplirse los cincuenta primeros años de la creación por el régimen comunista de Pekín de la denominada y conocida Asociación Patriótica de los católicos chinos. Ha sido ésta una institución terrorífica para los seguidores de Cristo en la inmensa China. Tenía el encargo de dirigir y controlar todas las expresiones de la vida cristiana; de modo muy particular el nombramiento de nuevos obispos. ¿Y vive Dios que ha controlado y dirigido este punto hasta extremos inconcebibles! La fortuna, sin embargo, no le ha sonreído en muchas ocasiones. De los numerosos obispos -más de 250, según se cree- nombrados bajo el impulso de la Asociación Patriótica, sin contar para nada con la Santa Sede, no menos del 90% se las ha arreglado para, en el transcurso de los años, de modo secreto y burlando todas las previsiones y controles del Gobierno comunista, ponerse a bien con Roma.
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