La madre Teresa de Calcuta pasó la mayor parte de sus últimos 50 años de vida en medio de una profunda crisis espiritual que le llevó a dudar incluso de la existencia de Dios, según un nuevo libro que se publicará en septiembre.
"Mother Teresa: Come Be My Light" (Madre Teresa: Ven y sé mi luz), de la editorial Doubleday, se basa en la correspondencia que la monja albanesa mantuvo con sus confesores y superiores durante 66 años, según un artículo que aparece en el último número de la revista "Time", en el que se recogen extractos de las misivas.
"El silencio y el vacío son tan grandes que miro pero no veo, escucho pero no oigo, la lengua se mueve (durante la oración) pero no habla", dijo en una carta dirigida a su entonces asesor espiritual, el reverendo Michael van der Peet, a principios de 1980.
Esas palabras llegaban, según recuerda "Time", menos de tres meses después de otras bien diferentes, las que pronunció durante la ceremonia de recogida de entrega del Premio Nobel de la Paz, que le fue concedido en 1979.
El 11 de diciembre de ese año, en una ceremonia en Oslo, la misionera habló de un Cristo que está en todas partes: "Cristo está en nuestros corazones, en los pobres a los que encontramos, en la sonrisa que ofrecemos y en la que recibimos", dijo entonces.
Pero ese Cristo tan cercano estaba lejos de ella, según relata un libro que promete desatar un profundo debate sobre quién era realmente Teresa (1910-1997), nacida en lo que hoy es Macedonia y entonces era Albania y llamada antes de ser monja Inés Gonxha Bojaxhiu.
"Mother Teresa: Come Be My Light" no es obra de un ateo o un crítico de la Iglesia, sino del reverendo Brian Kolodiejchuk, un miembro de las Misioneras de la Caridad, la orden a la que pertenecía Teresa.
Kolodiejchuk es, además, el responsable de solicitar la santidad de la misionera y recolectar los materiales de apoyo.
Según apunta "Time", para el padre, las dudas de Teresa, lejos de cuestionar su santidad, son una muestra de su perseverancia al decidir no abandonar su trabajo en favor de "los pobres de los pobres" pese al vacío espiritual y la lejanía de Cristo que torturó gran parte de su existencia.
Para el sacerdote, la declaración más conmovedora es una en la que Teresa asegura estar dispuesta a "sufrir (...) toda la eternidad, si eso es posible".
La ausencia de Dios en la vida de Teresa parece haber comenzado casi en el mismo momento en que empezó a ayudar a los desheredados de Calcuta en 1948 y, con la excepción de un breve periodo de cinco semanas en 1959, ese vacío estuvo siempre presente.
"Aunque perpetuamente alegre en público, la Teresa de las cartas vivió en un profundo y duradero estado de dolor espiritual", señala "Time" en su artículo.
"Dime padre por qué hay tanto dolor y oscuridad en mi alma", preguntaba la monja en una carta enviada al reverendo Lawrence Picachy en agosto de 1959.
Dos católicos muy distintos adelantaron a "Time" que la obra se convertirá en un hito.
El reverendo Matthew Lamb, presidente del departamento de Teología de la conservadora Universidad Ave María de Florida dice que el libro alcanzará la talla de "Confesiones", de San Agustín, o "La montaña de los siete círculos", de Thomas Merton.
Martin of America, una institución mucho más liberal, define la obra como "un nuevo ministerio para madre Teresa, un ministerio escrito sobre su vida interior".
La organización dice que "será un servicio a la gente que ha experimentado dudas, alguna ausencia de Dios en sus vidas. ¿Y sabe quiénes son esos? Todo el mundo. Los ateos, los que dudan, los que buscan, los creyentes, todo el mundo".
Por el contrario, Christopher Hitchens, autor del libro "God Is Not Great" (Dios no es maravilloso), opina que la obra demuestra que Teresa se dio cuenta de que "la religión es una fabricación humana".
Teresa percibió la ausencia de Dios de su vida como su secreto más humillante pero las cartas revelan que con el tiempo aprendió a vivir con esa carencia y a considerarla incluso un regalo.
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