A casi cuatro semanas del devastador ciclón Nargis, sigue en pie la necesidad de ayuda urgente para la población de Myanmar, antigua Birmania.
Según una declaración recibida por Zenit, los ciudadanos de Myanmar continúan sufriendo carencias básicas tras el fenómeno natural que el 2 y 3 de mayo sembró muerte y destrucción.
Los supervivientes de las regiones afectadas afrontan una lucha diaria para lograr agua potable, alimento, refugio y atención médica, medios todos muy limitados.
Myanmar es un país con 50 millones de personas, la mayoría budista, que cuenta con 635 mil católicos que viven su fe en una libertad relativa.
La Iglesia local ya ha conseguido llegar a unas 25 mil personas en su esfuerzo de ayuda, brindándoles comida, alojamiento y agua potable; igualmente se emplea en el apoyo psicológico y espiritual.
Desde la ONU, el secretario general Ban Ki-moon afirma que se deben concentrar inmediatamente en salvar vidas.
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