Friday, May 30, 2008

Frei Betto: "La Iglesia española tiene que ser ahora humilde ante el Estado"

Frei Betto es nombre de fraile. Dominico, por más señas, teólogo de la liberación como identidad, con todo lo que eso significa en América Latina y concretamente en su país, Brasil. El clérigo, que colaboró con la guerrilla y ha sido asesor del gobierno de Lula, estuvo ayer con la causa de los pobres en sus labios y en su currículum, para clausurar el Seminario Permanente de Derechos Humanos, que organizan la Universidad de Cádiz y la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. Habló sobre La globalización y los derechos humanos. Lo entrevista M. Muñoz Fosatti en Diario de Cádiz.


-¿La globalización ha sido buena o mala para los derechos humanos?

-Bueno, es equivocado llamarle globalización porque en verdad es un sistema de globocolonización, porque es la imposición al planeta de un solo modelo de sociedad, el modelo anglosajón. Por ejemplo, no hay en todo el mundo occidental ninguna presencia de la cultura africana, asiática o latinoamericana, ni de nuestros productos por culpa de las barreras aduaneras...


-¿Y cómo se lucha contra eso?

-En esos países metropolitanos hay mucha gente que es solidaria con los pobres de Africa, de Asia o de América Latina, y la gente quiere luchar en sus propios países para cambiar estas desigualdades e injusticias. Aunque hace años, la ONU ha pedido a estos países menos del 1% de sus países y nadie ha respondido a esto. Es escandaloso saber que necesitamos 500 millones de dólares hasta 2015 para erradicar el hambre en el mundo y, cada año se gastan más de 100 mil millones de dólares para matar. Algo está muy equivocado. Por eso, Amnistía Internacional ha hablado bien cuando ha presentado su informe de 2008 diciendo que en realidad ha fracasado la declaración de derechos humanos, sesenta años después de su declaración. Y hay una cosa muy triste, para mí que soy un fraile dominico: que la Iglesia católica nunca ha firmado esa declaración. Hay que preguntar por qué.


-¿Será que históricamente, la religión ha sido más utilizada para colonizar que para liberar?

-Depende. En el Imperio romano, la religión ha servido para liberar, tanto que se vino abajo después de tres siglos. En la Alemania del siglo XIV y XV también, con Thomas Münzer, en la resistencia antinazi y antifascista, con la participación de los cristianos, en la teología de la liberación en América Latina, sirvió para liberar... Y en el franquismo, en el salazarismo o en la inquisición, para oprimir. O sea, la religión es como la política, una herramienta que puede servir para una cosa u otra, según quien la use.


-¿Es cierta esa imagen de la jerarquía oficial siempre al lado de los poderosos?

-Eso también depende de la jerarquía oficial, porque en Brasil estuvo al lado de los pobres contra la dictadura militar: monseñor Helder Cámara, el cardenal Evaristo Arns y muchos al lado de la gente. Hay jerarcas que efectivamente están dispuestos a pasar por la cruz, y hay otros que ceden a las tentaciones del desierto, que quieren el poder, el tener y el placer. Y tienen miedo de los valores evangélicos.


-Y después de dos mil años de cristianismo ¿aún cree que el mundo tiene remedio?

-Yo soy optimista. Creo que la humanidad todavía está en su prehistoria, pero tiene futuro. Porque el sentimiento más profundo del ser humano es la búsqueda de lo trascendente, de la solidaridad, del amor, muchas veces por vías equivocadas. Pero creo que si logramos conquistar una globalización de la solidaridad y una cultura con profunda densidad espiritual, no hablo de religiosidad, hablo de densidad espiritual que trasciende a las religiones, tenemos futuro. Este modelo de consumismo, de competencia de la gente, se va a agotar porque conduce a la barbarie. No hay más futuro para la humanidad que el de compartir los bienes de la tierra y los frutos del trabajo humano.


-¿América Latina puede ser, en este sentido, un ejemplo?

-No lo sé, pero en este momento es la única parte del mundo en la que hay novedades. Vivimos cambios políticos interesantes después de siglos de dictaduras y de gobiernos neoliberales que han producido monstruos como Menem en Argentina, Collor en Brasil, Fujimori en Perú, Carlos Andrés Pérez en Venezuela... ahora tenemos gobiernos democráticos populares, con más unidad entre nuestros países, más presencia de la gente...


-¿Un fraile debe meterse en política?

-Eso es lo mismo que preguntar si una persona debe respirar oxígeno. Somos todos cristianos, discípulos de un prisionero político. Jesús no murió de hepatitis en la cama ni atropellado por un camello en una esquina de Jerusalén. Murió como tantos en España han sido muertos por la dictadura de Franco, fue encarcelado, torturado, juzgado por dos poderes políticos y asesinado en la cruz. Hay distintas maneras de que un fraile o un sacerdotes participe en la política. Yo nunca estuve en un partido ni fui candidato, pero sobre todos nosotros somos seres políticos en la actitud hacia los pobres. Y depende de nuestra postura si es una política favorable a los pobres o a los opresores en este mundo profundamente desigual. Pero no hay iglesia neutra en política


-Pero usted fue asesor del presidente Lula y lo dejó.

-No fui para asesorarlo, fui para servir a un programa llamado Hambre Cero, para servir a los más pobres. En el momento en que concluí que el programa no tenía futuro abandoné el gobierno. Porque mi compromiso no era con Lula ni con el partido, era con esos pobres.


-¿Qué opina de que algunos obispos españoles digan que la Iglesia española está perseguida?

-No. La Iglesia en España está viviendo su oportunidad de ponerse humilde delante del Estado. Durante muchos décadas, ha sido privilegiada por el Estado y eso es una contradicción con la modernidad. El Estado tiene que ser laico y no tiene que confesionalizarse o privilegiar esta o aquella denominación religiosa. Y la Iglesia no tiene nunca que estar bien con el Estado, tiene que estar bien con el pueblo. El problema es que en España, durante muchos años la iglesia tuvo privilegios, que no son evangélicos, que van contra el testimonio evangélico. Ahora debe respetar las decisiones del pueblo. Es lo que recomienda Jesús, que nunca hizo acuerdos con Pilatos, ni con Tiberio César, ni con Herodes. Jesús hizo el acuerdo con el pueblo.


-¿Su reino es también de este mundo?

-Es el futuro de este mundo. El reino de Dios no está arriba, está más adelante. Jesús lo dejó muy claro: el reino es la eclosión de la historia, el rescate del Paraíso primitivo. Y hay que estar esperanzados.

Religión Digital

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