Sunday, May 18, 2008

ES EL MOMENTO DEL AMOR

Por David Llena


Llegó el Espíritu Santo, Aquél que nos lo iba a enseñar todo. Y sabiamente, nuestra Madre la Iglesia, ha puesto tras la celebración de esta iluminación de nuestra alma, las fiestas del amor, con categoría de Solemnidad. La primera es la fiesta del Dios Amor: la Santísima Trinidad. Recoge el Santo Padre en su primera encíclica la frase de San Agustín: “Ves a la Trinidad si ves el amor”, y páginas atrás ha puesto el culmen de ese Amor de Dios por los hombres en el momento del Corazón traspasado, que une la Última Cena, el Calvario y la Resurrección. Por Amor entrega Dios a su Hijo, por Amor el Hijo obedece al Padre, por Amor el Padre lo resucita.


La segunda fiesta ya ha sido apuntada y es la Solemnidad del Corpus Christi. Siempre vieron los cristianos en esta fiesta el momento de la unidad, la fraternidad y la caridad. Ésta, la caridad, es la parte visible, palpable de ese Amor invisible. La recoge S. Juan en su evangelio cuando en el momento de la Última Cena, Jesús se levanta, se quita el manto, se ciñe la toalla y, en un gesto que aún repetimos el Jueves Santo, lavó los pies a sus discípulos. Y es que como dice el propio S. Juan en su carta: “Quien dice que ama a Dios, a quien no ve y no ama a su hermano al que ve, es un embustero”.


El Amor se ha quedado entre nosotros en la Eucaristía, que en pocos días pasará procesionando por nuestras calles, pero ese Amor llama ineludiblemente al servicio, Cristo también se quedó en aquellos que sufren. El Espíritu, nos urge a esa labor. Ya en el último día dirá Jesús a los de su derecha: “Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer…”. Jesús se quedó hecho Pan, como alimento, y se quedó hecho hambre, como necesitado. De Él nos alimentamos para volvernos a Él y alimentarlo. El Amor debe fluir, el Agua Viva debe fluir, mana de Dios y a Él vuelve. Ese es el secreto de la Eucaristía: Fuente y cumbre del Amor.
Salpicadas también en estos días aparecen otras dos celebraciones que tienen al Amor como referente. El jueves de esta semana celebramos a Jesucristo como Sumo y Eterno Sacerdote, momento en que nuestro pensamiento se vuelve a aquella escena del Jueves Santo en que Jesús instituye la Eucaristía, y a la imagen del Buen Pastor. Jesús nos guía, como a aquellos discípulos de Emaús, nos explica las escrituras y parte para nosotros el pan. La celebración eucarística tiene en este pasaje su más claro reflejo. El Espíritu nos abrirá los ojos para reconocer a Jesús en ese trozo de pan.


Otra celebración, en estas primeras semanas tras la Pascua, será el día 30 de mayo (viernes) en que la Iglesia celebra la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Donde meditaremos sobre las cualidades de ese Amor que nos trajo Cristo. “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.


La Virgen portadora del Amor, remata el mes de Mayo con el ejemplo más claro de una persona que llena de Amor (tras la Anunciación) corre y se pone al servicio de su prima Santa Isabel. El 31 de Mayo celebraremos la Visitación de María. Así pues tenemos un mes de Mayo, lleno de momentos para meditar y celebrar nuestro gran tesoro: “Dios es Amor”.


Betania

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