Ruanda, país desgarrado por un genocidio hace 14 años, busca reconciliación. El problema hoy no es saber cómo cohabitar entre tutsis y hutus sino entre víctimas y asesinos.
Esther Mujawayo es una superviviente: su familia ha prácticamente desaparecido. Junto a la periodista y escritora Souâd Belhaddad, revela la existencia hoy de las personas que se salvaron.
"La mayoría de estos supervivientes lo han perdido todo. Esther Mujawayo lucha para que haya una reparación".
El libro de Esther Mujawayo y de Souâd Belhaddad se llama "La flor de Stéphanie. Ruanda entre negación y reconciliación". Es la narración de una experiencia fuerte llena de esperanza, en homenaje a la hermana de Esther y a todos los que no han recibido sepultura.
"Hemos desenterrado una antigua tradición, los "gacacas", procesos a los que la población tiene que asistir por fuerza y que tienen lugar en cada barrio donde hay una confrontación real entre verdugos y víctimas… Pero es cruel para los supervivientes".
«Ver a la persona que ha matado a tu padre, a tu madre, tu marido, tu hermana… Ahora nos damos cuenta de que hay supervivientes y testigos que hablan en los gacacas y que son sistemáticamente eliminados, especialmente en el sur del país".
«Si queremos que la gente hable de igual a igual, necesitamos un mínimo, un mínimo de respuesta a sus necesidades de base. Pienso que la esperanza está allí y debe estar allí a pesar de los agujeros negros. No sólo Ruanda tiene que reparar sino que la Comunidad Internacional también tiene que hacerlo y allí podríamos avanzar todavía más deprisa".
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