RD/Caritas).-Desde los que lo perdieron todo a consecuencia del tsunami de diciembre de 2005 a los parias “dalits” de la casta de los intocables. Desde los damnificados por el terremoto de Cachemira, a los enfermos de SIDA. A pesar de que los católicos representan apenas el 1,6% de la población del país, la Iglesia realiza en India, por medio de la Cáritas nacional a través de sus 160 diócesis, una labor social y caritativa de gran envergadura. Al frente de esta enorme actividad está el padre Mattamana Varghese, un sacerdote de 44 años de Kerala, el Estado con mayor población católica.
Delante de este hombre, que transmite sencillez y tranquilidad, uno no puede menos de sorprenderse de su gran capacidad de coordinar un ambicioso plan que maneja algo más de 400 proyectos de emergencia y desarrollo, con un presupuesto anual de 250 millones de rupias (unos cuatro millones de euros). “Tenemos una larga historia de gestión de catástrofes, pero también trabajamos por la rehabilitación y el desarrollo”, explica como resumen de esta actividad. Desde sus orígenes en 1962, Cáritas India ha hecho de los últimos y más empobrecidos su prioridad en este país de contrastes, un nuevo gigante económico del siglo XXI donde conviven una minoría de 15.000 millonarios y una masa enorme de personas que malviven en la calle o sobreviven con menos de un dólar al día.
Nos encontramos con el padre Varghese después de haber visitado por la mañana un nuevo asentamiento de 35 casas construidas por Cáritas India (con apoyo de Cáritas Española) para familias musulmanas que perdieron todo durante el tsunami en la localidad de Azadnagar, en el extremo sur del país. Y es que, como señala el padre Varghese, “a la hora de ayudar a los más necesitados no nos importa en absoluto su afiliación religiosa”. En un país en el que los fanatismos religiosos violentos provocan sobresaltos nada buenos para la estabilidad de la segunda nación más poblada del mundo, la acción no discriminatoria de la Iglesia “contribuye a que haya más respeto y entendimiento”. El director de Cáritas India está convencido de que “los cristianos podemos aprender mucho de las personas que profesan otras religiones, y al mismo tiempo podemos también compartir los valores del Evangelio con ellos”.
Esta ayuda a los últimos de la sociedad puede plasmarse en cifras. Con una memoria sorprendente, este “manager de Dios” desgrana datos de esta acción social: “El tsunami de finales de 2004 afectó directamente a 132.000 familias de los Estados de Tamil Nadu, Kerala y Andrapradesh. Tres años y medio después hemos construido 13.420 casas nuevas, proporcionamos 2.000 embarcaciones nuevas de pesca y ayudamos a reparar otras 3.000. En total hemos gastado 90 millones de dólares para ayudar a todas estas personas, y hemos contado con la ayuda de 3.000 voluntarios”.
Lucha contra el sida y el tráfico de personas
Pero más allá de la gestión de catástrofes naturales, como fue el caso del maremoto, el director de Cáritas India nos descubre una variada acción que se ocupa de muchos otros aspectos de la acción social de la Iglesia. “Por ejemplo, el cambio climático nos está haciendo pensar que tenemos que desarrollar nuevas formas de gestión de los recursos naturales; estamos preparando una conferencia internacional sobre este tema en septiembre”. Otras líneas de acción son la ayuda a los pacientes de VIH/SIDA, la educación a los grupos indígenas, los microcréditos y la lucha contra el tráfico de seres humanos. Sobre este último tema, recuerda el padre Varghese que “en India hay infinidad de casos de muchachas que, bajo engaño, se embarcan hacia los países del Golfo Pérsico para terminar cayendo en las redes de mafias organizadas que las explotan como esclavas sexuales”.
Trabajo con los “intocables”
Poco tiempo tuvimos para charlar con el padre Varghese en la parroquia de Pillaithope, una de las comunidades católicas más antiguas de la India donde, según cuenta la historia, San Francisco Javier encontró en el siglo XVI cristianos que trazaban los orígenes de su fe en el apóstol Santo Tomás. Pero al día siguiente tuvimos oportunidad de ver sobre el terreno algo más de la filosofía de Cáritas puesta en acción cuando visitamos el poblado de Alency, donde la Iglesia ayuda con microcréditos a algo más de 700 familias “dalits”, considerada como la casta más inferior de la India.
A pesar de que la división en castas fue abolida gracias a los esfuerzos de Gandhi, el padre de la nación, el cambio de legislación no siempre ha conseguido eliminar las mentalidades que siguen considerando a estas personas como auténticos parias. Hoy siguen ocupándose en oficios tradicionalmente despreciados por el resto de sus compatriotas, como lavar la ropa de otras familias o hacer de barberos. Nadie más les ayuda. Con los préstamos que obtienen por medio de Cáritas, pueden mandar a sus hijos a la escuela y mejorar sus condiciones de salud. Una de las muchas actividades coordinadas por un equipo repartido en 17 oficinas regionales, al frente de las cuales está este hombre sereno y cordial que encuentra su felicidad en hacer que los más pobres vayan dejando de serlo.
El periodista Digital
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