Sunday, June 29, 2008

La homilía de Batania: PEDRO PUSO LA FUERZA EN LO DÉBIL

Por José María Maruri, SJ


1.- Decenas de cardenales bajando por las escalerillas de los aviones en el aeropuerto romano de Fiumicino. Largas colas y maravillosos ropajes en la Capilla Sextina, miles de periodistas correteando por Roma, detrás de la mínima información de quién será el agraciado… Tanta multitud y boato que a penas hay cabida para el Espíritu Santo, que siempre, al fin, se mete por algún descuidado resquicio.


Todo ese revuelo armamos los cristianos para elegir un Papa. Y mucho pesan su virtud, sus estudios, sus puestos anteriores. Cuando Jesús elige Papa, el primero, bastan estas palabras del Evangelio: “Simón hijo de Jonás, tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia”. Dios, que es grande, no necesita del boato, al contrario se rodea de sencillez y naturalidad, porque todo lo grande es así: sencillo y sin complicaciones.


Y a pesar de que no hubo fumarola, ni que en Roma se dieron por enterados del nombramiento, ni en el círculo religioso de Jerusalén se dieron por enterados, aquella fue la primera elección papal.



2.- Y sin embargo, Pedro fue un buen Papa, de muy pocas letras y sin ningún doctorado, cuyas únicas encíclicas fueron dos breves cartas y, al parecer, tuvo un amanuense en San Marcos que en su Evangelio dejó la catequesis que San Pedro daba en Roma.


Fue humilde, por necesidad, porque no podía alardear de mucho, el que había negado públicamente a Jesús por tres veces. Y fue humilde con Pablo, (a quien no le hubiera venido mal aprender un poco de humildad y, así, no hablar tanto de si mismo) que le reprendió por su condescendencia con los judaizantes


Con valentía, y tras la venida del Espíritu Santo, se enfrentó con la multitud judía y sus jefes, echándoles en cara que habían crucificado al enviado de Dios. Soportó la cárcel dos veces y fue azotado. Excomulgó al primer hereje de la Iglesia, Simón Mago. Y al fin derramó su sangre por ese Señor al que le había dicho: “Señor, tú sabes todas las cosas. Tú sabes que te amo”. Abrió las puertas de la Iglesia y reunió un sencillo Concilio en Jerusalén en que declaró que la Ley de Moisés estaba abrogada.


Como el Señor Jesús, que puso la fuerza del Reino en la pequeñez de la semilla de mostaza, o en el pequeño grano de trigo que muere en el surco, así Pedro puso la fuerza en lo débil e ignorante de este mundo. No olvidemos tampoco que era un Papa casado.



3.- Aquello de “sobre esta roca levantaré mi Iglesia” les debió sonar a todos aquellos israelitas a divinidad. Para el pueblo de Israel, Dios fue siempre la Roca en la que se sentí seguro contra todos sus enemigos, como un castillo levantado en lo alto de una escarpada roca, como la Peña de Francia (**), que se hace inexpugnable para todo enemigo.


Les debió sonar a que Jesús concedía a su Iglesia participar de la inmovilidad del mismo Dios. Y, realmente, si se ve un poco la Historia, todos los grandes enemigos de la Iglesia han pasado, unos, hace muchos siglos como Nerón, otros, hace decenas de años, como el comunismo ateo, están bajo la fosa del tiempo y la Iglesia sigue viva.


Y la explicación nos la da San Pablo que dice que Cristo es la cabeza y la Iglesia es su cuerpo. Nadie puede ya acabar con el Cuerpo del Hijo de Dios. Una vez pudieron, clavándole con una cruz. Este segundo Cuerpo de la Iglesia, unido a su Cabeza, el Hijo de Dios, nunca jamás será abatido por los enemigos humanos. Será Roca, como Dios es Roca inexpugnable, inconmovible, eternamente firme.


(**)La Peña de Francia es una montaña de 1.723 metros de altura, al sur de la provincia de Salamanca (España).


Betania

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