Que tristeza encontrarse en tierra de trincheras cuando amas la paz. Pero eso es lo que favorecen algunos comunicados desde Añastro, ese rincón donde los monseñores oran previo a debatir asuntos tan mundanos como evangélicos. Triste el día de hoy, anunciado con anterioridad y demorado una semana larga. La notificación al libro Jesús de José Antonio Pagola ha sido contundente sin lugar a dudas. La primera edición del libro no tiene el visto bueno de la Iglesia. Me sobran las suposiciones de contubernios, envidias, ajustes de cuentas. Lo único que me consuela es que la condena siempre deja una puerta abierta a la rectificación.
Ahora vendrán los apoyos incondicionales y los anatemas sin piedad. Miren por donde a mí los comentarios de Pagola a la palabra de cada domingo, me han sabido siempre a gloria. Así que mucho me temo que tengo algo de hereje aunque yo no lo sepa discernir. Pero espero estar junto a José Antonio Pagola a lo que mande la Iglesia. Pensaba que teníamos el mismo Dios y que creíamos en el mismo Evangelio, parece ser que no. Su Jesús, dicen que no es el Jesús del Magisterio.
Ahora vendrán los apoyos incondicionales y los anatemas sin piedad. Miren por donde a mí los comentarios de Pagola a la palabra de cada domingo, me han sabido siempre a gloria. Así que mucho me temo que tengo algo de hereje aunque yo no lo sepa discernir. Pero espero estar junto a José Antonio Pagola a lo que mande la Iglesia. Pensaba que teníamos el mismo Dios y que creíamos en el mismo Evangelio, parece ser que no. Su Jesús, dicen que no es el Jesús del Magisterio.
Pero en todo este asunto hay algo que me asusta, que el imperio del dios Mamón esté por encima de la fe de los fieles. Que los apoyos sean manifestación velada de sutiles maniobras comerciales. Y que los anatemas obedezcan a venganzas personales muy alejadas de la fe y que nada tienen que ver con el libro en cuestión.
Por si algo nos faltaba tenemos un obispo que ha dado el Nihil obstat, a una segunda edición rectificada. Añadiendo más carne a la danza de la confusión. ¿Cómo queda la editorial PPC y los claretianos con sus ediciones a la espera de ser lanzadas al mercado?. Y cómo quedan las librerías de San Pablo que según nos informan siguen exponiendo ejemplares de la primera edición. Por último, ¿qué hacemos con todos esos fieles que aman al Jesús de Pagola, que lo sienten su Jesús?.
De esta saco una conclusión clara, dejar de leer libros religiosos. Ni siquiera podré adquirir con tranquilidad el comentario de José Antonio Pagola a la Palabra que prometían lanzar los claretianos. Porque si su Jesús está equivocado, cómo fiarme ahora de sus comentarios a la Palabra diaria. A todo esto, la duda razonable nos hace acordarnos de tantos teólogos que sufrieron en sus carnes los reproches de la Doctrina de la Fe, para pasar luego a engrosar el catálogo de lecturas obligadas en los seminarios y escuelas de teología.
Mal, muy mal, monseñores. Yo a Pagola no le echo la culpa de lo que es una interpretación del Jesús histórico. Porque el error puede estar también en la buena fe de quien lo propaga. Pero en cambio, les reprocho que jueguen con los fieles. Su notificación no es sólo una condena, es un bofetón para un teólogo que tiene el respaldo de miles de lectores y el visto bueno de decenas de otros teólogos. Y ahora vendrán diciéndonos que también ellos están equivocados. Pues mucho han tardado en mover su maquinaria, qué han hecho estos últimos años.
Algo se cuece en Añastro, nos dejaban entrever José Manuel Vidal y Jesús Bastante, algo que era ajeno al libro de Pagola. Pero tal cúmulo de errores en un libro, exige más diligencia por parte de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Han dejado la obra por los suelos. ¿Y ahora qué hacemos con el libro bendecido por monseñor Ureña?. Después de esto es como para pensar seriamente en quienes se dedican a difundir doctrina que no es buena. Yo desde luego me planto, pero con dolor de corazón. No me ha gustado nada este asunto, que para colmo se cierra en falso porque el tema parece que va a seguir en manos de esa maquinaria de la Iglesia que se mueve como un elefante.
Carmen Bellver
Del Blog "Diálogo sin fronteras"
El Periodista Digital
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