30-Junio-2008 Pope Godoy
Este artículo nos lo ha enviado hoy el autor, pero se escribió antes de hacerse pública la condena de la Comisión Episcopal, cuando se creía que sólo molestaba a algún obispo pero no se creía que la cúspide episcopal, manejada hábilmente por el secretario Martínez Camino, iba a llegar a aprobar la discutida Nota… ¡Saboreemos el eco suscitado en el noble Pope de El Ejido!
No suelo dejarme llevar por modas del momento respecto a libros o películas. Pero me habían alabado tanto y desde personas y ángulos tan diferentes el libro de J. Antonio Pagola (Jesús. Aproximación histórica) que me decidí a comprarlo.
He ido leyendo el libro a pequeños sorbos, mañana y tarde. Saboreando el contenido como una estimulante taza de café o un dulce que tanto me gusta. Me he ido metiendo en esas magníficas ambientaciones que hace el autor sobre la época en que vivió Jesús. Me he dejado sorprender, impresionar, desconcertar, fascinar, interpelar…, emocionar. Más de una vez se me han saltado las lágrimas. He vivido como en una nube. Pero, bueno, estas son emociones y experiencias personales. Quiero objetivar algo más mis impresiones.
Lo primero que llama la atención en el libro es su sencillez. ¡Lo entiende todo el mundo! Ha conseguido su objetivo de acercarse a las personas no iniciadas, a quienes buscan sin juicios previos, sin esquemas metales intocables. Hasta ese magnífico detalle de citar siempre los libros de la Biblia por su nombre completo y no con esas siglas un tanto crípticas que resultan familiares para un determinado público. Pagola no da nada por supuesto. Empieza de cero. Incluso la precisión de citar siempre el Evangelio [apócrifo] de Tomás para evitar confusiones.
Otra característica que me ha llamado la atención es su capacidad de síntesis. En una nota de dos líneas te resume laboriosas y complejas investigaciones históricas que han ido llevando a cabo los especialistas en diversas materias. En esta misma dirección se sitúa la bibliografía selectiva que pone al final de cada capítulo. Pero no en general, sino sobre cada uno de los epígrafes que ha estudiado y no por orden alfabético de autores sino con una catalogación personal del autor y las páginas donde se puede seguir ampliando o profundizando el tema.
Más cosas que me han llamado la atención. Es un libro valiente. Por ejemplo, se salta de un plumazo los evangelios de la infancia (Mateo y Lucas) porque no es posible verificar la historicidad de esos relatos. Su punto de partida es el principio del evangelio de Marcos: predicación del Bautista y bautismo de Jesús.
Cada persona tiene sus preferencias. Subrayo aquí lo que más me ha llamado la atención dentro de la esplendidez general del libro: la explicación de parábolas en el cap. 5 (“Poeta de la compasión”), el cap. 8 (“Amigo de la mujer”) y el cap. 10 (“Creador de un movimiento renovador”). Te hace caer en la cuenta de muchos detalles en los que no habías pensado. Por ejemplo, ¿cómo sería la convivencia entre Simón, el “celoso” cumplidor de la Torá, y Leví, el recaudador de impuestos? Y ya se encarga Pagola de apostillar que la palabra griega “zelotés” no puede asociarse a un terrorista zelota, ya que ese movimiento revolucionario no surgió hasta “el invierno del 67 al 68 d.C., en Jerusalén, en la primera guerra judía” (pág. 278).
Otro elemento, aunque sea externo. Un cura ha prestado el libro a un amigo más bien agnóstico. ¡Se ha transformado!, me comentaba después. También conozco grupos que se reúnen periódicamente y van comentando cada capítulo del libro. –Se nos están cayendo muchos palos del sombrajo, pero cada día nos entusiasma más.
¿Alguna pega? Pues la mayor pega es el precio del libro. Pienso que la editorial PPC se ha pasado. En las próximas ediciones debería buscar una encuadernación más económica para que el libro sea asequible precisamente a esas personas más sencillas, también en el aspecto económico, a quien el autor desea que llegue su libro. Y yo, personalmente, destaco una limitación: que Antonio Pagola no distingue entre Reino de Dios y Reinado de Dios. Esta inercia mental le hace caer en numerosas imprecisiones que ya debían estar superadas.
Tengo entendido que el autor tiene problemas con algunos obispos. Bueno, al revés. Algunos obispos tienen problemas con el libro. La edición que yo he leído es la octava (febrero 2008) y no encuentro ni de lejos algo que pueda considerarse censurable. Pero es que no me puedo callar, lo siento. Me ha venido a la mente la escena de Marcos 3, donde estaban al acecho para ver si curaba en sábado al hombre con el brazo atrofiado. Marcos 3,5 dice que Jesús les echó en torno una mirada de ira…
Lo nuestro es más sencillo. Yo quisiera decir a los obispos con todo respeto y cariño: hermanos obispos, a ver si nos convencemos de una vez por todas que Jesús de Nazaret no es propiedad de nadie. Que vosotros tampoco sois ni los únicos ni los mejores “intérpretes” del mensaje de Jesús. Que ese mensaje se ofrece como manantial gratuito, refrescante y transparente para quien quiera beberlo. Y para que cada cual siga su camino, tras haber bebido, con el frescor que ese agua le ha dejado.
Quiero agradecer de un modo muy efusivo a José Antonio Pagola este libro. Le ha tenido que llevar miles de horas de esfuerzo, de investigación, de reflexión personal… y de oración. Porque eso es lo que más admiro en libro: está escrito por un creyente en Jesús. Por una persona que se he ha dejado interpelar, que se ha entusiasmado por la sencillez, la profundidad y la alegría que transmitió y sigue transmitiendo el mensaje de Jesús. ¡Enhorabuena!
Pope Godoy
popegodoy@telefonica.net
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