La teóloga Isabel Gómez-Acebo argumenta contra esta práctica que podría volver a exigirse
Corren noticias de que se va a volver a exigir que la comunión se reciba de rodillas y en la boca y el motivo que se alega para el cambio es el aumento del respeto por el acto. Reconozco que prefiero que se queden las cosas como están y voy a ofrecer mis argumentos.
Nuestros padres llamaban de vd a los suyos pero se ha producido un movimiento de cercanía entre las generaciones que ha implantado el tuteo en la conversación. Paralelamente en la teología se está dando un intento de aproximar la figura del Dios alejado o la de Jesucristo juez, a los fieles. En ese empeño se habla del Dios - madre o del Jesús - amigo que son relaciones humanas más cercanas y me parece que exigir que se reciba la comunión de rodillas, una actitud de esclavos, va contra esta tendencia. Nadie se arrodilla ente sus amigos ni hoy día ante sus padres.
A esto debemos añadir que para los laicos coger la sagrada forma en nuestras manos ha supuesto un momento importante de reconocimiento dentro de la Iglesia. Nuestras pobres manos sin consagrar, que bregan por conseguir el pan del sustento diario, son las mismas que se abren para recibir el alimento de Dios. Negarles ese privilegio es cercenar un logro del laicado que en los últimos años ha ido viendo como se le hacía más accesible y menos misterioso el mundo de lo sagrado en los templos.
Las personas mayores tenemos dificultad en arrodillarnos y la comunión en la boca es mucho menos limpia que en las manos. Me da la sensación de que todas estas normas no son más que la añoranza de un pasado que se veía mejor. Un peligro que tenemos las personas que vamos cumpliendo años y nos superan los valores de las nuevas generaciones.
Isabel Gómez-Acebo
Del Blog "Cajón de ilusiones"
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