Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Sunday, December 24, 2006
Un Belén viviente en pleno verano boliviano
Para Pedro y Elena, ésta es la quinta Navidad que pasan en Bolivia, y seguramente no sea la última. Son un joven matrimonio de misioneros laicos españoles que viven en la ciudad de El Alto, cerca de la capital, La Paz, con sus dos hijos pequeños, Pedro y María.
Allí dirigen el Centro de Educación Especial Mururata, donde atienden a más de un centenar de niños y jóvenes que presentan alguna discapacidad, aunque también ayudan en las tareas pastorales de su parroquia, llamada «Jesús Obrero».
Al principio, no fue fácil celebrar las fiestas lejos de casa -«echábamos mucho de menos el ambiente familiar que siempre habíamos vivido en España», explican-, pero poco a poco comenzaron a experimentar las ventajas de pasar este tiempo entre los más necesitados de la Tierra: «En El Alto no hay ni un solo adorno navideño en las calles, no hay tiendas llenas de luces y regalos, ni el clima tan comercial que se respira en Madrid estos días… Todo esto te ayuda a centrarte en el verdadero sentido de la Navidad: Dios nace entre los pobres del mundo, como uno más de ellos, y nos sentimos muy privilegiados de poder recibirlo ‘‘en su casa’’».
En el país andino, ahora son las vacaciones del verano austral, así que para despedir el curso, los niños del centro representaron un Belén viviente, pasaron un día de fiesta con cantos y bailes, y recibieron un chándal como regalo de Navidad». «Vivir todo este tiempo con ellos, con los chicos del centro, es lo que les da la energía suficiente para seguir con su misión.
«Para nosotros, ellos son como unos ángeles que nos transmiten la sencillez y la alegría del Niño Dios. Es increíble ver cómo se aferran a la vida para vivirla con alegría, poniendo buena cara ante adversidades que para nosotros serían dificilísimas de sobrellevar».
Fuente: La Razón
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