1.- Nos reunimos como comunidad de hermanos:
Los que hemos recibido la gracia del bautismo no hemos sido salvados solo a título personal, sino como miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Somos y formamos parte activa del pueblo de Dios
Los que hemos recibido la gracia del bautismo no hemos sido salvados solo a título personal, sino como miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Somos y formamos parte activa del pueblo de Dios
2.- Escuchamos la Palabra de Dios
Jesús resucitado está presente en su Palabra. El mismo es quien nos habla cuando se proclama la Sagrada Escritura en la liturgia de la Palabra. Por eso aclamamos diciendo: “Te alabamos, Señor” y “Gloria a Ti, Señor Jesús”
3.- Renovamos los mismos gestos y actitudes de Jesús:
La misa es la viva actualización de la muerte y resurrección de Jesucristo. Y toda nuestra vida – esperanzas, sufrimientos, trabajo, oración… - se unen a la ofrenda de Jesús al Padre, adquiriendo así un valor nuevo.
4.- Participamos de la misma mesa:
Cristo mismo ha querido ser nuestro alimento para el camino y nos hace partícipes de su cuerpo y de su sangre. El sigue diciéndonos: “Tomad y comed”, “Tomad y bebed”.
5.- Nos comprometemos a compartir y repartir el Pan:
En la misa conocemos a Jesús al partir el Pan y El nos conoce cuando lo partimos y lo compartimos con los demás. La Eucaristía es caridad y la caridad es Eucaristía. Ir a misa es la gran escuela de la solidaridad verdadera.
6.- Somos enviados a dar testimonio del Señor en nuestra vida de cada día:
Después de despedirse la Asamblea, volvemos a nuestro ambiente habitual siendo testigos del amor de Dios con el compromiso de hacer de nuestra vida un testimonio del amor de Dios y compartir con todos los gozos del Evangelio.
Jesús resucitado está presente en su Palabra. El mismo es quien nos habla cuando se proclama la Sagrada Escritura en la liturgia de la Palabra. Por eso aclamamos diciendo: “Te alabamos, Señor” y “Gloria a Ti, Señor Jesús”
3.- Renovamos los mismos gestos y actitudes de Jesús:
La misa es la viva actualización de la muerte y resurrección de Jesucristo. Y toda nuestra vida – esperanzas, sufrimientos, trabajo, oración… - se unen a la ofrenda de Jesús al Padre, adquiriendo así un valor nuevo.
4.- Participamos de la misma mesa:
Cristo mismo ha querido ser nuestro alimento para el camino y nos hace partícipes de su cuerpo y de su sangre. El sigue diciéndonos: “Tomad y comed”, “Tomad y bebed”.
5.- Nos comprometemos a compartir y repartir el Pan:
En la misa conocemos a Jesús al partir el Pan y El nos conoce cuando lo partimos y lo compartimos con los demás. La Eucaristía es caridad y la caridad es Eucaristía. Ir a misa es la gran escuela de la solidaridad verdadera.
6.- Somos enviados a dar testimonio del Señor en nuestra vida de cada día:
Después de despedirse la Asamblea, volvemos a nuestro ambiente habitual siendo testigos del amor de Dios con el compromiso de hacer de nuestra vida un testimonio del amor de Dios y compartir con todos los gozos del Evangelio.
(Tomado de “Semilla Evangélica” de Teruel y Albarracín)
Ecclesia Digital
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