Miles de rumanos siguen el peregrinaje a Bucarest para despedirse del Patriarca Teoctist, supremo jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rumana, fallecido el pasado lunes a los 92 años por un paro cardíaco tras una operación quirúrgica.
El Patriarca será enterrado con máximos honores eclesiásticos en la Catedral Metropolitana de Bucarest, mañana 3 de agosto, día decretado por el Gobierno de duelo nacional.
Gente de Bucarest y peregrinos de las provincias de Moldavia y Transilvania, personal eclesiástico y monástico, personalidades políticas, culturales y militares desfilaron con flores y velas ante el féretro expuesto en la catedral.
El presidente Traian Basescu rindió un último homenaje al desaparecido, y le entregó post mortem la máxima orden jamás concedida a un rumano, la 'Estrella de Rumanía', que sólo fue conferida a jefes de Estado, entre ellos Jaques Chirac, la Reina Isabel II de Gran Bretaña y el Rey Juan Carlos I de España.
El Rey Miguel I, ex soberano de Rumanía, el primer ministro Calin Popescu Tariceanu, el Parlamento, el Vaticano, el Patriarcado de Rusia y el Patriarca ecuménico de Constantinopla expresaron el pesar por el paso a la eternidad de Teoctist.
Teoctist, con su verdadero nombre Toader Arapasu, nacido en 1915 en una familia pobre de la provincia de Moldavia, dirigió los destinos de la Iglesia Ortodoxa Rumana desde l986, en los últimos y más duros años de la atea dictadura comunista y en el período de la transición, cuando apoyó el ingreso de Rumanía en la Unión Europea.
Cientos de mensajes de Rumanía y del extranjero subrayan que Teoctist queda en la historia universal de la cristiandad por haber hecho posible la visita del papa Juan Pablo II en mayo de 1999 a un país mayoritariamente ortodoxo, un paso hacia la reconciliación de las iglesias de Roma y Bizancio casi mil años tras el cisma de 1054.
Teoctist, contestado por una parte del clero tras la caída del comunismo por su presunta 'obediencia al dictador Ceausescu', renunció al cargo para retirarse al monasterio de Sinaia en enero de 1990, pero fue confirmado en su puesto a la cabeza de esta Iglesia tres meses más tarde.
Tuvo un especial lazo de amistad con el papa Juan Pablo II, a quien visitó en el Vaticano sin la aprobación de las autoridades comunistas en enero de 1989.
Recreó el arzobispado de Basarabia en la República de Moldavia, cuya iglesia estuvo subordinada en los últimos 60 años a la de Moscú, apoyó el renacimiento de la vida monástica en Rumanía, la restauración de decenas de iglesias monumentos históricos y la construcción de centenares de edificios de culto nuevos en todo el país.
Entre sus proyectos que quedaron sin realizar figura la construcción de la gran Catedral de la Nación en Bucarest, donde hubiera querido reposar para la eternidad.
Su tumba ocupará el último nicho que ha quedado libre en la necrópolis de la Catedral Metropolitana de Bucarest, al lado de sus cuatro antecesores en el cargo desde que en 1925 la Iglesia Ortodoxa Rumana fue reconocida como autónoma por el Patriarcado de Constantinopla.
Fuente: El Periodista Digital
No comments:
Post a Comment