Martín Valverde, cantautor y principal protagonista de "Gira Pablo" de la editorial San Pablo
Martín Valverde es una estrella de la canción y de la música religiosa en español. Con concierto multitudinarios en toda América. De la mano de la Editorial San Pablo ha venido a España para “Gira Pablo”, tres concierto en Valencia, Madrid y Sevilla. Su vocación es “comunicar el Evangelio con música”. Criado en la escuela salesiana, cree “en el amor y en el humor de Dios” y asegura que “los jóvenes no tienen bronca con Dios, tienen bronca con la Iglesia”.
P- Decía san Agustín que el que canta reza dos veces, ¿estás de acuerdo con eso?
R- Sí, se comunica dos veces. Aunque también, el que canta mal, lo hace mal 2 veces. Hay que tener cuidado con la expresión total. Pero sí estoy muy de acuerdo. Evidentemente soy un convencido, como buen ex alumno salesiano. Don Bosco decía que la Iglesia sin música es un cuerpo sin alma. Así que creo que mi misión ha sido meterle alma a la Iglesia en muchas partes, especialmente con jóvenes.
P.- Salesiano y costarricense.
R.- Pertenezco a una generación que se cocinó en un aceite especial. Tuve la bendición de nacer en un país lleno de música que tú ya conoces, Costa Rica. Cancelaron el ejército hace 50 años y realmente eso nos permitió invertir en arte. Pertenezco a una generación de muchos músicos, como Rubén Blades, así que crezco con esa mentalidad, inclusive como dirían después Pablo y Pedro cada uno en su respectiva carta, “en un ambiente de paz es más fácil el evangelio”. Y eso me pasó, me llegó la evangelización, aunque nunca pensé que vendría con semejante “paquete”, pero eso fue lo que pasó. Para mí la música es cosa de todos los días. A Costa Rica, al estar en el centro, nos llega todo: lo de Sudamérica, lo del Caribe, lo del imperio, lo de los mexicanos… todo llegaba, esa fue la música con la que crecí. Y ahora comunico el Evangelio con música.
P- Música de síntesis para Dios
R- Exactamente, porque fue mi escolástica. Lo disfruto mucho y todo está sumado. Crezco cuando Pablo VI escribe las cartas que preparan la evangelización y ya mi trabajo se desarrolla con el Papa poeta. Entonces estoy justo en la ola correcta para poder surfear y llegar hasta donde hemos llegado con la música.
P- Tú naces en 1963, precisamente en San José. Me ha llamado mucho la atención en tu biografía la figura de tu madre.
R- Mamá, claro, sí, sí, sí. Tanto mamá como mi hermana son pilares. Atrás de todo esto siempre están mi esposa, mi mamá, mi hermana. Mamá era una mujer sencilla, simple. Estudió creo que hasta la mitad de la secundaria, luego pudo estudiar enfermería auxiliar. A muy corta edad de 16 años, (no había mucha televisión en aquel entonces), así que, con papá, como que van aventurándose a la parte biológica física y se embaraza de mí, se pega un susto de esos de chiquilla de 16 años, -yo nací cuando ya tenía 17-. Me lo contó tiempo después. Ella, al saberse embarazada, se le ocurre ir a una iglesita muy linda, que fue mi parroquia durante muchos años, La Dolorosa, que es de los Dominicos. Ella me decía: “fui con el único que no me podía regañar”. Se fue directamente con el Santísimo, se puso delante de la eucaristía y le dijo al Señor: “Bueno, ¿qué te cuento, si tú lo sabes todo? Estoy esperando un niño, un ser aquí adentro y te lo vengo a consagrar. Tú eres más padre de él que nosotros mismos –porque papá y mamá nunca se casaron, mamá quedó madre soltera- Así que queda en tus manos”. Dijo esto y se le ocurrió decir “si es varón, le pongo…” y se volvió para la izquierda, y estaba ahí Martín de Porres.
Afortunadamente no era san Doroteo ni ninguno de esos raros. Entonces, eso dijo, que si nacía hombre le pondría Martín. Y en América Martín no era cualquier santo, era el primer santo de América, estrenadito por Juan XXIII. Y bueno, yo creo que esa consagración Dios se la tomó a pie de boca a mi madre. Mucho tiempo después, cuando yo ya tuve mi encuentro, años después de esta oración, ella también se recupera de un cáncer terminal.
P- “Tu encuentro” es tu encuentro con Dios, ¿no?
R- Si, en la terminología de Juan pablo II, un encuentro personal con Jesús.
P- Antes de eso, entras en los Salesianos. Eso marca, ¿no?
R- ¡Muchísimo! Porque, bueno, ya los chicos de hoy no lo entienden mucho –por lo menos allá en América- porque era cuando entrábamos a las 7 de la mañana y salíamos a las 7 de la tarde del colegio, casi un semi-internado. Así que así era mi vida: dos mundos. La casa que no era mucho, y el colegio, que lo era todo en aquel momento. Ahí me hice amigo de los curas en el sentido estricto de la palabra, de entendernos, de pelearnos, de saber que podemos trabajar codo con codo. Hubo dos curas fabulosos en mi camino: Juan, que ya está en el cielo, que fue quien me metió en la música, y Jorge, que sería mi padrino de confirmación, que fue quien me solidificó en mi carrera. A Juan me lo encontré muchos años después. El que había sido durante mi niñez la figura paterna y tantas cosas. Me acuerdo que me decía: “No sé cómo no te pesqué para cura”. Y yo le contestaba “Pues, Juan, es culpa tuya”. “¡Cómo que culpa mía!”. Y decía yo: “Sí, claro que sí, porque te vi como un cura coherente. Yo no sé de santidad, pero coherencia la tenías toda, con lo que hacías, decías… y me di cuenta de lo que era ser cura, y me di cuenta que no era lo mío”.
Entonces, como el renglón de casarme –no sé por qué- siempre lo tuve clarísimo, no me pescó para cura. Pero el colegio me influyó en el arte, en el canto, en la formación y en la vida… P-
Porque además los salesianos son muy buenos maestros R- Sí, su experiencia es ésa. El colegio fue mi cuna, muy agradable, y a parte me dieron “los nortes” morales, los valores, porque hasta que no llegara el momento de mi encuentro… fue lo que me asustó, porque yo sabía que alguna cosa no estaba bien.
P- ¿Cómo fue ese encuentro?
R- Fue maravilloso. Yo era un chavo bueno, si fuera un chico malo todavía tendría de qué convertirme, pero no era el caso. No le hacía daño a nadie. Y los buenos somos muy problemáticos para Dios. Le causamos mucha bronca. Yo era el mayor, estaba en casa… Dios tuvo sus mañas. Eso no se le va a quitar. Tiene mucho tiempo trabajando en el gremio. Resumo: Mi hermana va a un campamento para jóvenes en Costa Rica. En los años 70 hubo un fenómeno en América, -no se si lo saben aquí en Europa- que fue muy interesante. Y es que EEUU, al querer colocar su injerencia en el continente, tuvo un gran estorbo: la Iglesia Católica. Entonces, hicieron un trabajo serio, con gente de muy buen corazón, pero el trabajo venía evidentemente de EEUU, que quería ir colocando alguna semillita ajena a la católica.
P- ¿Te estás refiriendo a los Pentecostales?
R- A la sección cristiana evangélica, sí. Tengo hermanos del alma ahí y gente muy linda, pero bueno, bien que mal, se volvió un látigo para que la Iglesia Católica despertara, porque teníamos todos los privilegios del mundo, y por eso, a veces, la Iglesia “gorda” no camina. La iglesia “flaca” es más llevadera. Entonces empieza a haber un movimiento ecuménico muy muy bueno en Costa Rica, tanto de católicos como de evangélicos. Y yo le escuché por primera vez a mi hermana emplear la terminología de que se había encontrado con Jesús. De hecho, pensé “ya se me fanatizó ésta, ahora que llegó esto a casa a ver cómo nos zafamos de ello”. Pero fue muy inteligente, muy mañosa, muy tranquila, jamás me agarró del brazo ni me ahogó con un rosario.
Simplemente había cambiado, y como éramos hermanos únicos y nos conocíamos muy bien… A mamá en ese entonces la determinan un cáncer, la desahucian, pero se recupera. Le imponen la unción de los enfermos, que yo siempre pensé que era para estirar la pata, no para curarse, y se cura. Jamás voy a olvidar lo que hizo: colocó un reloj delante de mí, se lo quitó y lo tiró a la basura. Y yo dije “¡pero, mamá, tu relojito de toda la vida!”. Y me contestó: “Martín, me acaban de regalar tiempo, ¡no voy a andar midiéndolo!”. Entonces, mi más grande excusa para no acercarme a nada que oliera a Dios era la música. Por lógica. Me había costado muchísimo ser músico, porque en las familias de clase media-baja la esperanza es que el niño sea abogado o médico. Pero me rodearon con su cariño, con su afecto, yo me fui acercando al grupo al que iba mi hermana a ver qué clase de locos eran.
P- ¿Eran carismáticos? ¿Se movían en esa órbita?
R- Yo creo que sí. No eran en específico del movimiento, pero la parte pentecostal carismática sí estaba. Y entre los jóvenes, en América, siempre ha sido muy cautivante. Pero la parte que más tenían, que sigue siendo una minusvalía en los jóvenes hoy por hoy, es la parte recreativa. Don Bosco decía “que no tengan tiempo ni para pecar”, y esa parte la cumplieron con juegos, dinámicas… todo tipo de cosas. Así que yo me fui acercando hasta que me invitaron a un campamento. Y ahí tuve mi encuentro. Un mes de julio del 81 Dios jugó conmigo en el campamento. Jugué a buscarlo tras los árboles, las piedras, a ver qué onda con la música y ahí empecé.
P- ¿Algún momento concreto para el “contacto”?
R- Sí, el 8 de julio del 81, mi acta de nacimiento espiritual. Había sido un día largo. En la noche estaban en una charla, entre ellos grandes sacerdotes amigos como el padre Claudio, y pastores evangélicos, y uno de ellos, gringo, con un corazón lindísimo, al ver que me estaba durmiendo, paró la cosa y dijo “¡hermanos, Dios quiere hacer algo en este momento!”. Empezaron a orar, a cantar, a tomarse de las manos… y yo no sabía qué hacer. Recuerdo que a la derecha tenía una muchacha que decía “¡Dios, ayúdame!” y yo pensaba “Dios, ayúdala” y entonces entendí. Y le dije a Dios “no sé qué quieres ni qué planes traes, siendo sincero, tengo pánico de hablar contigo porque sé que me vas a pedir no algo, sino todo, y yo tengo mis planes y no te veo en ellos”. Entonces, perdí la noción. Y mi hermana me lo contaba, porque ella lo vio, que estaba bailando alrededor la Danza de la Lluvia, y dice que me vio en el suelo, derrotado –sanamente hablando- .
P- ¿O sea que experimentaste el descanso del espíritu?
R- No, no llegué al descanso, fue una sensación de encuentro real.
P- ¿Sin caerte?
R- No, no, nunca me he caído. Ahí escuché, percibí, una voz que me habló al corazón, y me dijo “ya tú no tocas, ya tú no cantas, ya tú no te mandas, de aquí en adelante el que toca, canta y manda en tu vida soy yo, y prepárate porque te elegí para una guerra que es fuego contra fuego”. Y me pegué un susto, fui directo con un guía espiritual que me dijo “si es Dios, los frutos van a salir solos, no tienes por qué empujar nada, que la carreta camina sola”. Entonces empecé a componer, a hacer canciones, a transmitir el Evangelio.
P- Y desde entonces estás en esa guerra y te has convertido en una estrella en ese campo de la música religiosa.
R- Mira, me decía hace poco otro gran amigo músico católico de América latina, Rafa Moreno: “Yo sé que no te gustan las posiciones, pero esto es un tren, y te tocó el frente”.
P- La máquina.
R- Sí, esa es mi posición, me tocó la vanguardia, y la he disfrutado. Soy feliz de pionero. Me gustan los conciertos difíciles, cantar en Cuba, en Venezuela…
P- ¿Has estado en toda Latinoamérica?
R- Entera, salvo las Guyanas, que no están en mi interés.
P- En Cuba, por ejemplo, ¿cómo fue?
R- Pueden entrar en Youtube y poner “Martín Valverde en Cuba”. Hemos estado 8 veces, antes de Juan pablo II y después. Cantamos en periodo especial. Los chicos me llegaron flacos, mal, sin comer. Pero hemos hecho conciertos ahí muy fuera de serie. De hecho, traigo una cruz que es parte de mi promesa cubana de no quitármela hasta que de alguna forma el contenido interno de la isla cambie para muchas cosas. La primera vez que cantamos ahí cantamos para 1500 muchachos. Y luego en la catedral para 7000. ¡Y estamos hablando de Cuba!
P- ¿7000 personas pueden entrar en la catedral?
R- 7000 personas con el ejército fuera, porque se asustaron cuando vieron a toda la gente que estaba ahí. Era el año 93 o 94. Cuando íbamos a empezar el concierto, donde estaba el cardenal don Jaime, antes de entrar ya vimos que no iban a caber. La catedral es preciosa pero no iba a caber esa cantidad de gente. Entonces el cardenal le dijo al rector de la catedral: “¡Sácame las bancas para afuera!” Y decía el otro: “Excelencia, ¿cómo vamos a sacar las bancas si esto es un lugar sagrado?” Y el cardenal le respondió –casi le pido un autógrafo a este tipo-: “¿De qué me sirve a mí un lugar sagrado si está vacío? Sácame las bancas y méteme a la gente”. Y así lo hicimos, y entraban los chicos corriendo.
P.- Pionero en toda América.
R.- Me ha tocado en esa labor de pionero, de ir trabajando en toda mi América Latina, porque no somos muchos músicos, pero nos hemos convertido casi en una corriente de submercado (salvando las distancias), como les pasaba en los años 70 a Serrat, a Silvio, a Pablo Milanés… a toda esta gente que se escuchaba en el underground. Ahora tenemos la gran ventaja de que, en América especialmente, los medios de comunicación católicos nos han ayudado en nuestro trabajo casi como nosotros a ellos. Y como los chicos ya tienen acceso al Internet, bajan algunas canciones y esto se expande, ¡sabe Dios hasta donde!
P- En España, en cambio, el fenómeno no es tan fuerte.
R- Sí, de acuerdo, pero estoy disfrutando la parte pionera también. Aquí tengo grandes amigos. Yo no puedo cantar en un lugar si no entiendo un poco la cultura. Así que entendiendo la historia española, tienes que saber que tienes que lidiar con cierto tiento. Yo en América ya tengo la estadística de que de 100 personas que van a un concierto, 50 no se paran en la Iglesia. Entonces tengo que manejar un toque “bilingüe”.
P- ¿O sea que la mitad son jóvenes alejados?
R- Sí, pero no tienen bronca con Dios, tienen bronca con la Iglesia. Así que hay que ir haciéndoles como el toreo para invitarles a casa. Pero en España tengo la maña de mezclar canciones que cualquier chiquillo español que me la oiga diga ¡caray, si exactamente eso pienso yo, pero me lo está diciendo un tío que cree! Porque el prejuicio que traen es que no vamos a decir cosas tan abiertas.
P- ¿Qué espera de la gira?
R- Espero que sea un gran escalón. Hemos estado trabajando piano pianito, hemos tenido ya antes conciertos en Canarias, en Barcelona de 1500 personas… y ahora tenemos una alianza maravillosa. Gente de la comunidad de los Paulinos que se ha atrevido a colaborar en este sueño. Y al tener ya material de San Pablo, yo espero que la gira sea una buena presentación ante la juventud y la Iglesia española. Que la gente salga contenta, y que se promueva.
P- ¿Cómo mezcla usted en los conciertos la parte lúdica con la parte de contenido, de mensaje?
R- Pues yo creo que es un poco innato en mí. Diógenes decía “si los haces reír, véndeles lo que quieras”. Yo creo en el amor de Dios, pero también en el humor de Dios. Si ves la vida con humor, si te ríes de ti un poquito, vas a pasarla mucho mejor. Porque yo sé que somos un chiste de Dios, una broma de muy ben gusto de su parte para con nosotros. Así que mi música además de reflexiva es reflejante. Te ves en ella. Pero eso sí, no es humor barato, son bromas finas. Y a la gente le sorprende mucho. Me han preguntado alguna vez si soy predicador. Y siempre digo que no, que soy comunicador. Eso es lo que me interesa. Y como trabajo la mayoría del tiempo con jóvenes, no puedo bajar la guardia. Tienes que pensar más rápido que ellos, que tienen el lóbulo frontal abierto todavía.
P- O sea que en sus conciertos hay una mezcla de mensaje, de humor, de música, reflexión… Es decir, que un chaval creyente o no creyente que pueda ir a uno de sus conciertos, se va a encontrar con todo eso y no va a salir decepcionado.
R- Eso intentamos. Yo al final del concierto suelo decir “bueno, si en este momento un fuego te quema, una lágrima te sale del ojo, ése es Dios. Y si no sientes nada, ya somos dos”. Porque la gran bronca ha sido casar los sentimientos con la fe. Y que lo diga, tranquiliza a mucha gente. Yo soy claro en el Evangelio, pero no agresivo. Yo no negocio, propongo. Porque yo tengo el derecho de decírtelo, y tu de oírlo. Si lo aceptas, bien, y si no, no me quita el sueño.
P- ¿No se trata entonces de música ñoña?
R- No, no, para nada, iría contra toda mi escuela. Me cuido mucho de eso. A excepción de esta gira, que traemos canciones sobre Pablo, claro, normalmente canto un repertorio totalmente abierto. Como dicen en México “según el sapo, la pedrada”.
P- ¿Estás muy pendiente de la gente?
R- Claro. Hace unos años en la televisión mundial católica se nos abrió un espacio para jóvenes, pero empezaron a llegarme a los conciertos también señoras de alta edad. Y entonces yo me decía ¡ay, chihuahua, y ahora cómo le hago, que tengo aquí un chiquillo de 14 y una señora de 70! Entonces jugué todas las cartas, y todas salieron bien. Así es el trabajo de escenario de maravilloso.
P- Preséntenos los 2 discos.
R- ¡Cómo no! Ahí van a ver primero el rojo torero que se llama “Pablo íntimo”. Éste fue un reto. Yo siempre he sido un amante de Pablo. Toda la vida. Y para amar a Pablo tienes que conocer sus escritos. Y yo le leo, lo predico… así que me encerré en el estudio y salí con 10 canciones. Mi idea es que cualquier persona que escuche este álbum y que nunca haya escuchado un versículo de la Biblia, se quede con alguna letrita. Ese es el reto de meterse en la intimidad el corazón de Pablo. Hay versiones de salsa, por ejemplo.
P- O sea, que es un homenaje a San Pablo y me imagino que también a la editorial San Pablo, al Año Paulino...
R- Especialmente. Además en el equipo hay un bajista chileno, otro de Barcelona, yo grabé en México, músicos argentinos…
P- ¿Música y letra suya?
R- Sí.
P- ¿Y el otro disco?
R- En el otro los Paulinos también se jugaron el pellejo conmigo. Se llama “diosenchufado” a raíz de que hace unos años empezaron a sacar cantantes como Alejandro Sanz discos en acústico, “desenchufados”. Y cuando me preguntó el cardenal don Juan Sandoval de Guadalajara, -que es un pastor, y a mí me tiene que aguantar muchas- cómo se va a llamar, bajó la cabeza y preguntó “¿no le puedes poner un guión por lo menos?”. Ésta es una producción donde hice un “dream team”, un equipo de ensueño. Porque junté músicos de Italia, de Brasil, de Venezuela, de Costa Rica, de México… Y creo que los conciertos que tenemos son unos de los más completos para el pueblo español, porque están basados en conversaciones con gente atea o que está perdiendo la fe. Así que los Paulinos se han tomado el riesgo de hacer una subvención.
P- Para el concierto de Madrid de este sábado están agotadas las entradas.
R- Sí, ¡qué pena!
P- ¿Y qué más conciertos dará?
R- Estaremos en Valencia el viernes 31 y cerramos el domingo en Sevilla, el día 2. ¡Vayan hombre, un viajecito de fin de semana!
P- Ha sido un placer tenerte con nosotros. Por la música hacia Dios y de la mano de Martín Valverde debe de ser una gozada. Muchísimas gracias.
R- A ti, un abrazo.
Religión Digital
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