Las palabras son como las monedas, que una vale por muchas como muchas no valen por una. (Francisco de Quevedo)
Hay silencios elocuentes, y palabras que no dicen nada.
Somos esclavos de nuestras palabras y eso nos impide ser libres para decir lo que queremos.
Por eso callamos y callamos. Cuando debemos y cuando no.
Callamos cuando nuestras palabras incomodan, incluso si eso impide denunciar una injusticia.
Callamos cuando nuestras palabras nos vuelven vulnerables y entonces nuestro silencio se convierte en nuestra mayor flaqueza.
Callamos lo que sentimos pero esperamos saber cómo se sienten los demás.
Callamos cuando odiamos para evitar tener que luchar contra ese sentimiento.
Callamos cuando amamos y eso nos aleja de las personas a las que queremos.
Olvidamos que el tiempo pasa y la posibilidad de expresar es un don efímero.
Por eso estamos atados a las palabras que nunca dijimos.
charles evans
pastoralsj
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