Sunday, July 31, 2016

Aporte ecológico a la homilía del domingo por Alejandro Londoño Posada sj



En el evangelio de hoy Jesús presenta un caso muy actual incluso para el año 2016. Se trata de la parábola de un rico que se dejó llevar de la codicia y se dedicó a acumular bienes, gracias a la abundante cosecha que le produjo la tierra. 

El evangelio afirma nuestra libertad de repartir las cosas, como sería la misma herencia. Lo mismo nos dice sobre el uso y reparto de la naturaleza y sus bienes. Pero enseguida nos advierte para que no caigamos en el peligro de dejarnos llevar por la codicia. Y si en algún campo la humanidad actual está cayendo en este peligro es en el de la Ecología, en el de no cuidar la Casa Común. 

En efecto, el ejemplo del rico de la parábola es bien aplicable a toda nuestra vida, pero en especial al campo ecológico. Veamos algunos ejemplos. En el uso de los Humedales cuánta gente ha preferido contaminarlos o destruirlos, sin pensar en la riqueza que suponen para el conjunto de muchas personas y no de unas pocas. 

Y esto que hablamos de los gobiernos tiene aplicación a las personas individuales. Gente que deposita las basuras en calles donde transitamos todos. Gente que contamina sin más las quebradas que dan vida a tantos animalitos y plantas. Gente que no hace nada para que el gobierno no siga vendiendo los ecosistemas más ricos del mundo, como son los amazónicos, a las transnacionales que van a contaminarlos con los efectos de las minas de oro. 

Las frases finales del evangelio son muy fuertes: “Insensato, esta misma noche te perderás la vida. Y todo lo que habías amontonado, ¿Para quién será? Así pasa con el que acumula bienes para sí mismo, pero no atesora en el cielo, junto a Dios” (Lucas 12,20-21). 

Estas frases son toda una invitación para recordarnos que somos libres, pero responsables. La encíclica “LAUDATO SI, Alabado seas” del Papa Francisco nos invita, con todo, a confiar en el Señor: “El poder infinito de Dios no nos lleva a escapar de su ternura paterna, porque en él se conjugan el cariño y el vigor” (n.73. Pero tampoco a olvidar que debemos ser generosos con los demás, porque “el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo” (n.71) y no a unos pocos abusadores.

Jesuitas de Colombia

Francisco se despide de los jóvenes pidiéndoles "memoria, coraje y sembrar para el futuro". Información, palabras del Papa y video


El Papa improvisó en castellano un divertido speech a los voluntarios de la JMJ


"Yo no sé si voy a estar en la Jornada de Panamá, pero les puedo asegurar que Pedro estará"


(Jesús Bastante).- Si algo le faltaba a esta JMJ era una improvisación del Papa. Aunque Francisco ofreció palabras diarias a los que aguardaban bajo su balcón cada noche, no fue hasta la ceremonia de despedida de los voluntarios cuando el Papa entregó el discurso preparado -"Tengo un discurso, cinco páginas.... Un poco aburrido. Se lo dejo al obispo para que él os lo diga"- y se arrancó a hablar en castellano, para pedir a los jóvenes que, si quieren ser "esperanza para el futuro", han de reunir tres requisitos:"tener memoria, tener coraje y sembrar para el futuro".
Un futuro que dará sus frutos en la JMJ de Panamá, en 2019, reunión para la que "yo no sé si voy a estar, pero les puedo asegurar una cosa, que Pedro va a estar en Panamá, y Pedro les va a preguntar si hablaron con los ancianos, si tuvieron valentía y sembraron cosas para el futuro. Y a Pedro le van a responder".
El Papa se despidió de los jóvenes voluntarios de la JMJ de Cracovia. El ambiente era, poco menos, el de una macrodiscoteca, con un gran escenario, luces y música. Era el momento de aquellos que, durante semanas, han dado todas las horas del día para que el peregrinaje de casi dos millones de personas, Francisco incluido, fuera un éxito.
Los jóvenes que han donado todo su tiempo, sus ilusiones, su esfuerzo, recibieron cumplida recompensa con el agradecimiento del Papa. También hubo lugar para el saludo de los voluntarios de la próxima JMJ de Panamá.
"No tengáis miedo". La impronta de Juan Pablo II estuvo presente desde el primer instante hasta el momento de la partida de Francisco. Esa continuidad discontinua que se ha empeñado en explicitar hasta el extremo. Sin embargo, en sus palabras improvisadas, Bergoglio les reconoció que "preparar una JMJ es toda una aventura. Y llegar, servir, trabajar, hacer... y después despedirse".
"Yo les quiero agradecer a ustedes, voluntarios, benefactores, todo lo que han hecho. Quiero agradecer las horas de oración que han hecho, porque yo sé que esta jornada se amasó con mucho trabajo pero mucha oración". Un gracias que se hizo extensivo a los sacerdotes, religiosos y consagrados, antes de hacerles la gran pregunta: "¿Quieren ser esperanza para el futuro?". El "Sí" fue atronador.
"Pues hay dos condiciones", señaló el Papa. "No, no hay que pagar la entrada". "La primera condición, tener memoria. Preguntarme de dónde vengo. Memoria de mi pueblo, de mi familia, de toda mi historia", porque "un joven desmemoriado no es esperanza para el futuro, ¿está claro?"
¿Y qué hacer para tener memoria? "Habla con tus padres, con los mayores. Sobre todos habla con tus abuelos. Si querés ser esperanza de futuro, tenés que recibir la antorcha de tu abuelo y de tu abuela", dijo en porteño. "Pregúntenles: son la sabiduría de un pueblo".
Si los jóvenes son la esperanza del futuro, y han de mirar a los abuelos para tener memoria, "para el presente hay que tener coraje, ser valiente". Y aquí, Francisco se emocionó, recordando al joven voluntario, encargado del diseño de los logos de la JMJ, que falleció víctima del cáncer. "Quería estar aquí y no llegó, pero tuvo coraje de enfrentar, y de seguir luchando, aún en la peor de las condiciones. Ese joven hoy no está acá, pero ese joven sembró esperanza para el futuro".
"Si tienen, ¿qué era lo primero? (memoria) Y lo segundo (coraje) Van a (sembrar para el futuro) ¿Está clarito todo?" y los jóvenes gritaban, en castellano, respondiendo a las preguntas del Papa.

Palabras improvisadas del Papa a los voluntarios
Queridísimos voluntarios
Regreso de Roma y siento el deseo de encontrarme con vosotros, y agradeceros el empeño, la generosidad con el que habéis acogido a los peregrinos.
Gracias a vuestro testimonio de fe, que unida a la de tantos jóvnes, de todo el mundo, es un gran signo de esperanza para la Iglesia y para el mundo.

Habéis visto cuánto os habéis empeñado por una noble causa
Tengo un discurso, cinco páginas.... Un poco aburrido. Se lo dejo al obispo para que él os lo diga
(En español, por petición popular)
Me dicen que yo puedo hablar en cualquier lengua, porque todos tienen traductor, si?
¿hablo español? (Síiii)
Preparar una JMJ es toda una aventura. Y llegar, servir, trabajar, hacer... y después despedirse. Primero, la aventura, la generosidad. Yo les quiero agradecer a ustedes, voluntarios, benefactores, todo lo que han hecho. Quiero agradecer las horas de oración que han hecho, porque yo sé que esta jornada se amasó con mucho trabajo pero mucha oración.
Gracias a los voluntarios que dedicaron tiempo a la oración, para que podamos llevar adelante esto.
Gracias a los sacerdotes que los acompañaron. Gracias a las religiosas, a los consagrados. Y gracias a ustedes que se metieron en esta aventura, con la esperanza de llegar adelante. El obispo, cuanod hizo la presentación, les dijo un... "piropo". Les dijo un cumplido: ustedes son la esperanza del futuro. Y es verdad. Pero con dos condiciones. ¿Quieren ser esperanza para el futuro?
Dos condiciones: no, no hay que pagar la entrada.
La primera condición, tener memoria. Preguntarme de dónde vengo. Memoria de mi pueblo, de mi familia,d e toda mi historia. El testimonio de la segunda voluntaria estaba lleno de memoria. Memoria de un camino andado, memoria de lo que recibí de mis mayores. Un joven desmemoriado no es esperanza para el futuro, ¿está claro?
¿Cómo hago para tener memoria? Habla con tus padres, con los mayores. Sobre todos habla con tus abuelos, ¿está claro?, de tal manera que si querés ser esperanza de futuro, tenés que recibir la antorcha de tu abuelo y de tu abuela. ¿Me prometen que para preparar Panamá van a hablar más con los abuelos? Y si los abuelos se fueron al cielo, ¿van a hablar con los ancianos? ¿Y les van a preguntar? Pregúntenles: son la sabiduría de un pueblo.
Ustedes son la esperanza del futuro. Segunda condición: para el presente, hay que tener coraje, ser valiente. No asustarse. Escuchamos el testimonio, la despedida, de este compañero nuestro a quien el cáncer le ganó. Quería estar aquí y no llegó, pero tuvo coraje de enfrentar, y de seguir luchando, aún en la pero de las condiciones. Ese joven hoy no está acá, pero ese joven sembró esperanza para el futuro.
Para el presente, coraje. Valentía, coraje, ¿está claro?
Si tienen, ¿qué era lo primero? (memoria) Y lo segundo (coraje) Van a (sembrar para el futuro) ¿Está clarito todo?
Yo no sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa, que Pedro va a estar en Panamá, y Pedro les va a pregutnar si hablaron con los ancianos, si tuvieron valentía y sembraron cosas para el futuro. Y a Pedro le van a responder.
Que Dios les bendiga mucho. Gracias, gracias por todo
Y ahora todos juntos, cada uno en su lengua, le rezamos a la virgen
Ah, y me olvidaba. ¿Cómo era? (memoria, coraje y sembrar para el futuro)
 RD

IMÁGENES DEL TEMPLO DE LOS JESUITAS EN PUERTO MONTT (I)
































Encuentros con la Palabra por Hermann Rodríguez sj. “(...) la vida no depende del poseer muchas cosas”



Mientras viajaba por las montañas, una sabia mujer se encontró un hermoso diamante en un riachuelo. Al día siguiente se cruzó en el camino con otro viajero y al saber que estaba hambriento, le ofreció parte de la comida que traía con ella. Al abrir su bolsa para sacar los alimentos, el hombre vio la piedra preciosa en el fondo del morral, y quedó maravillado. El viajero le pidió el diamante a la mujer y ésta, sin dudarlo, lo sacó de su bolsa y se lo dio. El hombre se fue dichoso por su increíble suerte, ya que sabía que el valor de la piedra era lo suficientemente alto como para vivir sin apuros durante el resto de su vida. Pero días más tarde, después de haber buscado a la mujer, la encontró, le devolvió la joya, y le dijo: –He estado pensando... soy consciente del valor de esta piedra que quiero devolverle, pero espero que a cambio usted me dé algo aun más valioso. Y después de un silencio, continuó: –Deme esa cualidad que le permitió regalarme este tesoro con generosidad y desprendimiento. 

El evangelio de hoy nos presenta a un hombre que pide algo inesperado: “–Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia. Y Jesús le contestó: –Amigo, ¿quién me ha puesto sobre ustedes como juez y partidor?” Esta situación suscita una enseñanza de Jesús que no viene nunca de más recordar: “–Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la vida no depende del poseer muchas cosas”. Y es la ocasión para que el Señor nos cuente una parábola muy bella: “Había un hombre muy rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha.’ Y se dijo: ‘Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo. Luego me diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?’ Así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios”. 

Es impresionante la insistencia de Jesús y los evangelios en este tema de la libertad que debemos tener frente a los bienes materiales. No se trata de una invitación a no tener, sino a tener de tal manera que no pongamos allí el valor de nuestras vidas. La vida no depende de poseer muchas cosas, sino de nuestra capacidad de compartirlas con los demás con generosidad. No es rico el que tiene mucho, sino el que necesita menos para vivir contento. Ignacio Ellacuría, uno de los jesuitas asesinados en El Salvador hace algunos años, decía que la única salvación para nuestro mundo era crear una civilización de la austeridad compartida. Vivir más sencillamente, soñando menos con lo que nos falta y agradeciendo más lo que tenemos. Un mundo y un país en el que unos pocos derrochan y malgastan, mientras que las grandes mayorías no tienen ni lo mínimo para sobrevivir como seres humanos, no es sostenible en el largo plazo. 

La parábola que el Señor nos cuenta hoy es una llamada a no vivir pendientes de acumular riquezas sin fin, pensando que ese es el camino de la vida. Por ese camino sólo se llega a la muerte. Una sociedad que quiere la paz, que busca con ansias el final de una guerra fratricida que se ha prolongado tanto entre nosotros, podría tomar el camino de la generosidad y el compartir, que son capaces de crear hermanos. Por eso, pidámosle al Señor que no nos regale diamantes hermosos y caros, sino la capacidad de dar con generosidad y desprendimiento.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Encuentros con la Palabra
RD

Desenmascarar la insensatez por José Antonio ¨Pagola



El protagonista de la pequeña parábola del «rico insensato» es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando solo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar: «¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Solo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida...
El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Solo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».
De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Esta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.
Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, solo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?
La crisis económica que estamos sufriendo es una «crisis de ambición»: los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.
Esta crisis no es una más. Es un «signo de los tiempos» que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: «Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel». Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar.
José Antonio Pagola
18 Tiempo ordinario - C
(Lucas 11,13-21)

31 de julio 2016
Buenas Noticias
RD

ORACIÓN: CORAZONES Y CORAZONES por Florentino Ulibarri



Señor, hay corazones
que son como castillos,
o como palacios,
o como cárceles,
o como ciudades inexpugnables,
o como cajas de caudales...
Todo lo guardan hasta que envejecen,
se desmoronan
y, yermos, mueren.

Y hay corazones
que son praderas,
casas solariegas,
oasis confortables,
cielos con estrellas...
y no tienen murallas ni llave.
Todo lo comparten y siembran
hasta que nace, florece y fructifica,
y se enriquecen.

Florentino Ulibarri
Fe Adulta

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY




Primera lectura

Hoy hemos de escuchar con especial atención nuestra primera lectura, del Libro del Eclesiastés, porque nos avisa sobre la vanidad que puede llenar nuestras vidas y nuestros trabajos. Sólo Dios nos marca el camino adecuado. Solo Dios no nos engaña, ni fomenta nuestra vanidad.
Lectura del libro del Eclesiastés (1,2;2,21-23):


¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave desgracia. Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.

Palabra de Dios

Salmo

Es el único salmo atribuido a Moisés que  recuerda que del conocimiento de la fragilidad humana procede la sabiduría, que es temor o respeto a Dios. El salmo es una meditación sobre la vida humana
Sal 89


R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: 
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; 
una vela nocturna. R/.

Los siembras año por año, 
como hierba que se renueva: 
que florece y se renueva por la mañana, 
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años, 
para que adquiramos un corazón sensato. 
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? 
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, 
y toda nuestra vida será alegría y júbilo. 
Baje a nosotros la bondad del Señor 
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

Segunda lectura

 En la segunda lectura, procedente de la Segunda Carta a los Colosenses, San Pablo, nos habla de que el Bautismo es el inicio de una nueva vida, marcada por la enseñanza de Cristo que es simiente de libertad, no como la antigua ley. Llegamos hoy al final de las lecturas sucesivas que hemos tenido en domingos anteriores de la Carta a los Colosenses una de las más hermosas que Pablo de Tarso nos dejó.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-5.9-11):


Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. No sigáis engañándoos unos a otros. Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestíos del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo. En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos. 

Palabra de Dios

Evangelio

El evangelio de hoy es de San Lucas, como corresponde al Ciclo C que seguimos este año. Pero tiene la identidad con otros autores en que, como siempre, Jesús de Nazaret, ante una pregunta espontánea del pueblo Jesús construye un capítulo de su enseñanza, una auténtica catequesis, para los de antes y para nosotros. Jesús nos va a hablar muy seriamente de la inutilidad de las riquezas y de los estragos que, en nosotros, hace la adoración de las mismas. 


Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,13-21):


En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.» 

Palabra del Señor

CULTURA DEL SER Y DEL DAR por Vicente Martínez




La pobreza no la hizo Dios, la hacemos tu y yo cuando no compartimos lo que tenemos” (Teresa de Calcuta)
31 de Julio, domingo XXIII del TO
Lc 12, 13-21
Uno de lagente dijo: Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo
Una demanda, a modo de ruego, con la que aquel “uno de la gente” se acoge el amparo de Jesús en sus necesidades. En proyección evangélica, lo que se nos demanda es un pasar de la cultura del saber y tener a la cultura del ser y dar. Un presupuesto clave y fundamental para generar la convivencia y la vivencia de relaciones justas entre todos los seres humanos. El ser sin el dar, por otro lado, carece de sentido.
La Iglesia así lo ha interpretado. Ya las primeras comunidades cristianas entendían el dar como expresión de su ser,compartiendo bienes con los necesitados. Una melodía gregoriana medieval de autor desconocido y muy utilizada en la liturgia de Semana Santa -lavatorio de pies e institución de la Eucaristía-, lo expresaba en esta antífona: “Ubi caritas et amor Deus ibi est”.
Gérard Lairesse (1640-1711), artista holandés polifacético y de amplia cultura, escribió refiriéndose a la institución eucarística:“La Iglesia no es una colección de edificios de gran belleza; es una fuerza viva y activa que realiza obras admirables a lo largo y ancho de nuestro paías: cuando la gente carece de hogar allí está la Iglesia porporcioando alimentos calientes y cobijo; cuando la gente es aplastada por la adicción o está deshauciada; cuando la gente sufre o está desolada, ahí está la Iglesia”.
El Papa Francisco hizo su versión propia de esta vivencia eclesial en la Sala Regia del Vaticano ante jefes de estado y de gobierno de diversos países con motivo del 66 aniversario de su fundación de Europa: “Sueño con una Europa donde ser emigrante no sea un delito, sino la llamada a un mayor compromiso a favor de la dignidad de cada ser humano”.
El Evangelio está jalonado de joyas de este compromiso. “Jesús vivió por nosotros”, reza el título de uno de los libros de Fray Marcos. Es decir, vino a enseñarnos una manera de vivir. Un vivir plenamente volcados en la atención a las necesidades del prójimo. Y joyas son el “deja la ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5, 24), “da a todo el que te pide, al que te quite algo no se lo reclames” (Lc 6, 30), “dijo al hombre: Extiende la mano. El hombre la extendió y su mano quedó sanada” (Mc 3, 5).
Nuestra sociedad padece egotitis aguda, y no parece hoy preocupada por encontrarle eficaz remedio. Un deplorable ejemplo de lo que ya Epicuro de Samos (341-270 aC) predicaba:“Comamos y bebamos que mañana moriremos”. San Pablo recuerda en (1 Cor 15, 32) sus palabras.
La pobreza no la hizo Dios, la hacemos tu y yo cuando no compartimos lo que tenemos”dijoTeresa de Calcuta. Y Verdi recordaba a los poderosos en el Acto I de Un ballo in maschera que“Es indigno del poder el que no enjuga las lágrimas de sus súbditos”.

PRIMERO ESTÁ LA TIERRA
Primero está la Tierra,luego el Cielo.Lo del Infierno… un mito,infierno de conciencias.
La Tierra está en el Cieloy en el Cielo la Tierra.
-“¡De Potosí y las minasprudente habla a los mendigos!”,aconseja el poeta.
La Tierra está en el Cieloy en el Cielo la Tierra,
pero…el estómago del pobreurge terrenal respuesta.
¡Cielo¡ ¡Infierno!
Granizo en primaverasobre el pobre.
(EN HIERRO Y EN PALABRAS. Ediciones Feadulta)
  
Vicente Martínez
Fe Adulta

Dime una Palabra por Luis Fernando Crespo SM. En Dios

07.31

31 de julio
San Ignacio de Loyola

Col 3, 1-5.9-11 Vuestra vida está con Cristo escondida en Dios
Tomad, Señor y recibid
toda mi libertad
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad
Todo mi haber y mi poseer
vos me lo disteis
a vos Señor lo torno
Todo es vuestro
disponed a toda vuestra voluntad
Dadme vuestro amor y gracia
que ésta me basta

Luis Fernando Crespo SM
Dime una Palabra

Jesús: “Guardaos de toda codicia”



El Maestro, en este domingo XVIII del Tiempo Ordinario y último del mes de Julio—nos pide que no seamos codiciosos ni tengamos las riquezas como patria. No batallemos ni rompamos las familias por las herencias, no pensemos en nuestro dinero y su poder. Seamos generosos y ejercitemos también nuestra misericordia en ayudas concretas a nuestros hermanos más necesitados. Nadie es rico ante Dios

Betania

Francisco: "Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error, que lo haga cambiar de idea". Homilía completa y video


"Jesús hizo suya nuestra humanidad, y su corazón nunca se separará de nosotros", clamó el Papa en su homilía


"Jesús desea que su Evanelio sea tuyo, y se convierta en tu "navegador" en el camino de la vida"


(Jesús Bastante).- "Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea". El Papa volvió a clamar por construir la gran fraternidad humana durante la misa conclusiva de la JMJ de Cracovia. Una camino en el que todos somos necesarios, porque "Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio".
El Campus Misericordiae estaba repleto. Más de millón y medio de jóvenes, la gran mayoría de los cuales no se movieron de allí desde la tarde de ayer. Mochilas, esterillas, tiendas de campaña, ojeras, termos... No importaba. Hoy, la misa, el encuentro con Jesús, era en el campo, como solía hacerlo el hijo del carpintero de Galilea. También, a veces, en las casas, como sucedió en el Evangelio elegido para la ocasión, que nos hablaba del encuentro entre Jesús y Zaqueo en Jericó.
"Jesús quiere cruzar la ciudad. Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren", comenzó el Papa, quien recordó cómo Zaqueo era un recaudador de impuestos, "un explotador de su pueblo, que debido a su mala fama no podía ni siquiera acercarse al Maestro", y por ello se subió a una higuera.
Zaqueo, apuntó Bergoglio, "tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Jesús". El primero su baja estatura. "También nosotros podemos caer en la tentación de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura", denunció el Papa, quien recordó a los jóvenes que "la fe nos dice que somos hijos de Dios, pero lo somos realmente. Hemos sido creados a su imagen. Jesús hizo suya nuestra humanidad, y su corazón nunca se separará de nosotros". Una reivindicación en toda regla de la rotunda humanidad de Jesús.



"Somos los hijos amados de Dios, siempre", dijo, rotundo, el Papa. "No aceptarse, vivir infelices y pensar negativamente significa no reconocer nuestra identidad más auténtica (...) o significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí". Pero no: "Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error, que lo haga cambiar de idea".
Para Jesús, "nadie es inferior o distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes. Tú eres importante, y Dios cuenta contigo por lo que eres. Ante él nada vale la ropa que llevas, no le importa si vas a la moda, le importas tú, cómo eres. A sus ojos vales, y tu valor es inestimable".
Y es que Dios "nos ama más de lo que nosotros nos amamos a nosotros mismos, cree en nosotros más que nosotros mismos, es el hincha más acérrimo de los hinchas. Siempre nos espera con esperanza, incluso cuando rumiamos nuestras tristezas", recordó Francisco, quien advirtió contra el riesgo de "regodearnos en la tristeza", un "virus que infecta y bloquea todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive". Y es que "es triste ver un joven sin alegría".
"Es el tiempo de amar y ser amados", recordó, apuntando hacia el segundo obstáculo de Zaqueo para encontrarse con Jesús: "la vergüenza paralizante". "La vergüenza paralizante no triunfó. Zaqueo fue hacia adelante. Y luego, cuando Jesús lo llamó, se dio prisa. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito»".
"No tengais miedo de decirle Sí, con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo", pidió el Papa. "No os dejeis anestesiar el alma. Un "no" fuerte al dopping de éxito a cualquier precio, a la droga de pensar solo en tí mismo".


El tercer obstáculo de Zaqueo fue la multitud que murmura, bloquea y critica. "Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a Dios rico en misericordia. Podrán obstaculizarnos haciéndonos creer que Dios es distante, rígido, bueno con los buenos y malo con los malos. Nuestro Padre hace salir su sol sobre los malos y los buenos, y nos invita a ser más fuertes que el mal, amando a todos, incluso a los enemigos", destacó Francisco.
"No tengáis miedo", repitió el Papa. "Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana,tan bien representada por vosotros aquí".
Aquel día, la multitud juzgó a Zaqueo, lo miró de arriba abajo. Pero "Jesús hizo lo contrario. Levantó los ojos hacia él", y contempló que "la mirada de Jesús va más allá de los defectos, no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro. No se resigna a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y la comunión. No se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón. Jesús mira nuestro corazón, tu corazón, mi corazón".
"Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse", anunció Francisco.
Y una palabra final, como las de Jesús al ver a Zaqueo: "Date prisa y baja, porque hoy es necesario que me quede en tu casa". Hoy, Jesús, a todos, nos pide lo mismo, dijo el Papa. "Ábreme la puerta de tu corazón. Hoy tengo que alojarme en tu casa. La JMJ comienza hoy, continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta gran ciudad o en esta entrañable jornada".
"Jesús nos llama a cada uno por nuestro nombre, es precioso. Fiaros del recuerdo de Dios, su memoria no es un disco duro que registra y almacena todos nuestros datos, es un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio de odio", concluyó el Papa, quien pidió a los jóvenes que "procuremos imitar la memoria fiel de Dios, y custodiar lo que hemos recibido en estos días.Recemos en silencio, haciendo memoria, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos".


Homilía del papa:

Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús. Y el Evangelio de hoy nos habla precisamente del encuentro entre Jesús y un hombre, Zaqueo, en Jericó (cf. Lc 19,1-10). Allí Jesús no se limita a predicar, o a saludar a alguien, sino que quiere -nos dice el Evangelista- cruzar la ciudad (cf. v. 1). Con otras palabras, Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente.

Tiene lugar así el encuentro más sorprendente, el encuentro con Zaqueo, jefe de los «publicanos», es decir, de los recaudadores de impuestos. Así que Zaqueo era un rico colaborador de los odiados ocupantes romanos; era un explotador de su pueblo, uno que debido a su mala fama no podía ni siquiera acercarse al Maestro. Sin embargo, el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros. Pero Zaqueo tuvo que superar algunos obstáculos para encontrarse con Jesús: al menos tres, que también pueden enseñarnos algo a nosotros.
El primero es la baja estatura: Zaqueo no conseguía ver al Maestro, porque era bajo. También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a la altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos. Esta es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Porque la fe nos dice que somos «hijos de Dios, pues ¡lo somos!» (1 Jn 3,1): hemos sido creados a su imagen; Jesús hizo suya nuestra humanidad y su corazón nunca se separará de nosotros; el Espíritu Santo quiere habitar en nosotros; estamos llamados a la alegría eterna con Dios. Esta es nuestra «estatura», esta es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre. Entendéis entonces que no aceptarse, vivir infelices y pensar en negativo significa no reconocer nuestra identidad más auténtica: es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí; significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí. Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús -nos lo muestra el Evangelio-, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio.
Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos amamos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los «hinchas». Siempre nos espera con esperanza, incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, rumiando continuamente los males sufridos y el pasado. Pero complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. Es más, es un virus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive, que recomience. Dios, sin embargo, es obstinadamente esperanzado: siempre cree que podemos levantarnos y no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Porque somos siempre sus hijos amados. Recordemos esto al comienzo de cada día. Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: «Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida». No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado.
Zaqueo tenía un segundo obstáculo en el camino del encuentro con Jesús: la vergüenza paralizante. Podemos imaginar lo que sucedió en el corazón de Zaqueo antes de subir a aquella higuera, habrá tenido una lucha afanosa: por un lado, la curiosidad buena de conocer a Jesús; por otro, el riesgo de hacer una figura bochornosa. Zaqueo era un personaje público; sabía que, al intentar subir al árbol, haría el ridículo delante de todos, él, un jefe, un hombre de poder. Pero superó la vergüenza, porque la atracción de Jesús era más fuerte. Habréis experimentado lo que sucede cuando una persona se siente tan atraída por otra que se enamora: entonces sucede que se hacen de buena gana cosas que nunca se habrían hecho. Algo similar ocurrió en el corazón de Zaqueo, cuando sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad. Y así, la vergüenza paralizante no triunfó: Zaqueo -nos dice el Evangelio- «corrió más adelante», «subió» y luego, cuando Jesús lo llamó, «se dio prisa en bajar» (vv. 4.6.). Se arriesgó y actuó. Esto es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos
sentados esperando con los brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple «mensajito».
Queridos jóvenes, no os avergoncéis de llevarle todo, especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión: Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz. No tengáis miedo de decirle «sí» con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un «no» fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad.
Después de la baja estatura y la vergüenza paralizante, hay un tercer obstáculo que Zaqueo tuvo que enfrentar, ya no en su interior sino a su alrededor. Es la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó: Jesús no tenía que entrar en su casa, en la casa de un pecador. ¿Qué difícil es acoger realmente a Jesús, qué duro es aceptar a un «Dios, rico en misericordia» (Ef 2,4). Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos. En cambio, nuestro Padre «hace salir su sol sobre malos y buenos» (Mt 5,45), y nos invita al valor verdadero: ser más fuertes que el mal amando a todos, incluso a los enemigos. Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. No tengáis miedo, pensad en cambio en las palabras de estos días: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7). Puede que os juzguen como unos soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento. No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí.
Aquel día, la multitud juzgó a Zaqueo, lo miró con desprecio; Jesús, en cambio, hizo lo contrario: levantó los ojos hacia él (v. 5). La mirada de Jesús va más allá de los defectos para ver a la persona; no se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro; no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión; en medio de todos, no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón. Con esta mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan «qué buenos sois», sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia. No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan.
Escuchamos por último las palabras de Jesús a Zaqueo, que parecen dichas a propósito para nosotros en este momento: «Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa» (v. 5). Jesús te dirige la misma invitación: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, podríamos decir, comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables, sino que quiere venir a tu casa, vivir tu vida cotidiana: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración. Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu «navegador» en el camino de la vida.
Jesús, a la vez que te pide de ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre. Tu nombre es precioso para él. El nombre de Zaqueo evocaba, en la lengua de la época, el recuerdo de Dios. Fiaros del recuerdo de Dios: su memoria no es un «disco duro» que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal. Procuremos también nosotros ahora imitar la memoria fiel de Dios y
custodiar el bien que hemos recibido en estos días. En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre. Así pues, recemos en silencio, recordando, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos.


RD