Thursday, January 30, 2020

Viejos sabios: Valorar la vida






Yo tuve que morir

un par de veces

para aprender a 

valorar la vida, y

cuando hablo de

morir no hablo de 

dejar de existir.

Hay situaciones

que matan tu 

espíritu y mueres

aunque estés

respirando



Fe Adulta

Thursday, January 23, 2020

Esperanza sí, lágrimas no más por Jorge Costadoat sj





El optimismo es un don psicológico. La esperanza, en cambio, es cuestión de fe: exige acciones para que lo imposible sea posible. Quien tiene esperanza sabe que el triunfo no está a la mano, pero está convencido, convencida, de que sin su trabajo, sin su lucha, lo único seguro es la derrota. La persona movilizada por la esperanza apuesta con los mismos medios de que dispone el optimista, pero su fin es trascendente: sabe que el éxito no se dará sin ella, consciente sin embargo que depende de factores y sobre todo de personas que nunca dominará. A diferencia de esta, el optimista no saca fuerzas del futuro, sino del pasado. Su inclinación anímica a encontrarlo todo bueno probablemente es heredada; o se apoya en una serie de capacidades e instrumentos, también en cálculos, en estadísticas, que lo convencen de que los objetivos son alcanzables.
En Chile hoy, cuando sobran las razones para el pesimismo, los adultos, más que los jóvenes, tendrían que hacer memoria de los grandes fracasos de sus vidas. ¿Cómo es que salimos adelante cuando se quemó la casa, se derrumbó el matrimonio y la familia, se desvaneció el sacerdocio, quebró la empresa o nos devoró el cáncer o la depresión? Esta gente tiene un tesoro de fe –no siempre reconocido- que urge desenterrar. El mismo Chile debe recordar qué hizo para salir de la dictadura, la crisis más grave de su historia en cinco siglos, incluida la de la Independencia. ¿Cómo los políticos, aun vilipendiados por ser políticos, acordaron una estrategia, el Acuerdo Nacional para la transición a la Democracia plena (1985), que le devolvió al país el futuro? Si, recuperada la Democracia, muchos de estos políticos se movieron por el mero optimismo, actuaron mal; pero si todavía pueden volver al registro de la esperanza, nadie mejor que ellos, porque sobrevivieron al naufragio, porque tragaron mucha agua salada, tienen algo que aportar.
¿Qué hacer? ¡Basta de lloriqueos! Possunt quia posse videntur, decían los antiguos: “Pueden porque les parece que pueden”. Es necesario creer en la Democracia, es decir, crearla, recrearla, reinventarla. En otras épocas el ser humano debió creer en la monarquía o en otras formas de gobierno. Creer en la Democracia hoy exige sumarse a la lucha de los políticos, de los partidos políticos y de las instituciones estatales de que dispone el país, actuando en contra de las plagas extremas del populismo y de la anarquía. No es posible confiar simplemente en la capacidad instalada del país, como si la crisis tuviera que terminar en algún momento. Nadie debiera torpedear el Acuerdo por la Paz social y una nueva Constitución del 15 de noviembre, antes bien, es imperioso apoyar a quienes les costó caro firmarlo, fueran de derecha o izquierda, viejos o jóvenes. Los partidos en la actualidad, sabemos, procuran cumplir su obligación con enormes dificultades internas y externas. Merecen un voto de confianza. Habrá que criticarlos, pedirles accountability, pero que lo hagan aquellos ciudadanos que se aprestan a votar en el próximo plebiscito y no quienes ese día, echados en un sillón, contemplarán el curso los acontecimientos por la televisión con la deportiva ilusión de que se cumplan sus peores pronósticos.
La fe en la Democracia en 2020 exige votar y reconocer la legitimidad del voto contrario; demanda discutir con los jóvenes, airadamente si fuera necesario, por el futuro de Chile; necesita de gente que genere una cultura de respeto a la opinión de los demás y que tenga el coraje moral de respaldar el uso de la fuerza contra la violencia de quienes, en vez de dialogar y discutir, han optado por destruir y destruir. La fuerza, ejercida racionalmente por el Estado, respetuosa de los derechos humanos, es legítima; la policía y las fuerzas armadas existen para controlar el inextirpable instinto de muerte y caos que carcome a las personas y a las sociedades. Se necesita de la fuerza pública para defendernos de los que incendian la ciudad y apedrean las ventanas; y, si es el caso, para contrarrestar a los trolls y los funeros, personas funestas, expertas en insultos, calumnias y fake news. La Democracia arraiga en aquellos lugares en los que prevalecen los tratos respetuosos.
En suma, nada necesita más el país, si de esperanza en su futuro se trata, que recuperar la acción política; que se politicen unos y se repoliticen otros. Un paso decisivo será que los viejos, en vez de quejarnos contra la irresponsabilidad de los jóvenes, los “con-venzamos” de que tenemos concordar las condiciones básicas de una convivencia racional y pacífica. Será necesario “vencerlos”, “con” su colaboración; y dejarnos “vencer” “con” sus sueños por lo imposible. Todo indica que entre las generaciones hace mucho rato que no nos estamos entendiendo. Es ahora, cuando el pesimismo prevalece y nos deprime, cuando el optimismo tirita, cuando el individualismo es el peor enemigo, el momento de la esperanza. Llegó su hora. La hora de la fe. La fe que crea las condiciones del incesante triunfo de la humanidad sobre sí misma.
Jorge Costadoat

Cristo en Construcción

Aprovecho de compartir nuevamente, por si no lo viste una conversación donde Jorge nos habla de su nuevo libro "JESÚS ANTES Y DESPUÉS DE CRISTO"

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY


Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (18,6-9;19,1-7):

Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas.
Y cantaban a coro esta copla: «Saúl mató a mil, David a diez mil.»
A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido: «iDiez mil a David, y a mí mil! iYa sólo le falta ser rey!»
Y, a partir de aquel dia, Saúl le tomó ojeriza a David. Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David.
Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó: «Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré.»
Así, pues, Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David: «¡Que el rey no ofenda a su siervo David! Él no te ha ofendido. y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!»
Saúl hizo caso a Jonatán y juró: «¡Víve Dios, no morirá!»
Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó adonde Saul, y David siguió en palacio como antes.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 55,2-3.9-10.11-12.13

R/. En Dios confío y no temo

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa. R/.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R/.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R/.

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,7-12):

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor

Dime una Palabra por Luis Fernando Crespo SM: Confianza


23 de enero
Jueves III
Salmo 55 En Dios confío y no temo
Que rece las palabras de este salmo desde la verdad y el deseo de confiar en tu infinita Providencia. En Dios confío y no temo. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Luis Fernando Crespo SM
Dime una Palabra

ORACIÓN: Guíame, Señor


Guíame, Señor, mi luz,
en las tinieblas que me rodean,
¡guíame hacia delante!
La noche es oscura y estoy lejos de casa:
¡Guíame tú!
¡Dirige Tú mis pasos!
No te pido ver claramente el horizonte lejano:
me basta con avanzar un poco...
No siempre he sido así, 
no siempre Te pedí que me guiases Tú.
Me gustaba elegir yo mismo y organizar mi vida...
pero ahora, ¡guíame Tú!
Me gustaban las luces deslumbrantes
y, despreciando todo temor, 
el orgullo guiaba mi voluntad:
Señor, no recuerdes los años pasados...
Durante mucho tiempo tu paciencia me ha esperado:
sin duda, Tú me guiarás por desiertos y pantanos,
por montes y torrentes
hasta que la noche dé paso al amanecer
y me sonría al alba el rostro de Dios: 
¡tu Rostro, Señor!
John Henry Newmann

Tuesday, January 14, 2020

¿Otra o la misma escuela? por Irma Villalpando

Village school (1896) de Albert Anker

Village school (1896) de Albert Anker

La pintura Village school (1896) de Albert Anker, artista suizo del decimonónico, nos muestra una forma pre-moderna de organizar el aula escolar. En ella se puede observar varios elementos que bajo mirada actual podrían resultar criticables, por ejemplo: la cantidad de los pupitres en razón del número de alumnos, la vara (instructiva o amenazante) en manos del profesor, la mezcla de edades de los alumnos; la desorganización en la ejecución de actividades y, en algunos casos, visos de aburrimiento u holgazanería. Sin duda, este lienzo resulta lejano y ajeno a la idea actual que tenemos del funcionamiento idóneo de cualquier escuela.
La escuela actual es heredera de las escuelas religiosas y la historia de la pedagogía da cuenta de ello, por ejemplo, los padres jesuitas del s. XIX  instituyen la escuela graduada cuya organización consiste en la clasificación etaria de los alumnos en función de cursos anuales ascendentes (Fernández Enguita, 2018). Por otra parte, las escuelas Lasallistas a través del Manual de las Escuelas Cristianas organizan con gran minuciosidad la conducta de los alumnos lo cual permite mediante filas mejorar el orden de la clase, además, tal acomodo garantiza la supervisión permanente para lograr la ejecución homogénea y cabal de las actividades asignadas (Jean Baptista De La Salle, 2001). Bajo análisis crítico, Foucault (1976) en Vigilar y castigar documenta este tipo de geografía de aula que exige la escuela moderna, a saber, los alumnos deben estar alineados y anclados a un lugar; se requiere un control detallado de la relación tiempo-tarea (igual que en las fábricas u hospitales) y por último, deben ponerse en marcha mecanismos documentales que signen diferenciando y clasificando a los sujetos, es el caso del examen (p. 215). En suma, encontramos que el funcionamiento de lo escolar se articula mediante un orden celular del espacio y con estatutos normativos que disciplinan el comportamiento de los alumnos. La enseñanza es simultánea lo que significa que todos aprenden la misma lección en el mismo tiempo. El profesor centraliza el saber que se ha de transmitir, según Comenio en su figura se encarna “… un manantial […] de donde llegan las corrientes de todas las ciencias” (citado en Fernández Enguita, 2018, p. 82).
Matices más o matices menos, así es la escuela moderna que conocemos, la que vivimos, sufrimos o gozamos, y a la que asisten las infancias desde hace casi doscientos cincuenta años. Una escuela que ha emprendido reformas e innovaciones pero que ha dejado intacta la tecnología de su funcionamiento. Bajo estas características es posible decir que la escuela del s. XXI es muy parecida a la del s. XX y ésta a la del XIX, afirmación que tiene por evidencia cuán actuales y naturalizados se encuentran los mecanismos y procedimientos de clasificación y exclusión que aseguran el tránsito de los alumnos al interior del sistema educativo piramidal. En nuestras escuelas pervive la enseñanza simultánea y el centralismo docente así como la primacía curricular de los números y las letras. Aunque es cierto que las tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) han ingresado el aula escolar desde hace algunas décadas, también es preciso reconocer que ello no ha modificado sustantivamente el sentido social y la racionalidad de operación de la escuela. Su incursión, irregular e inconsistente, ha sido en el mejor de los casos a la manera de instrumentos de comunicación: proyectores, pantallas, acceso a información vía internet o como de mediadores didácticos del tipo: blogs educativos, tutoriales en YouTube, software al estilo Geogebra, entre otros.
Bien entrado el s. XXI habría que pensar si la escuela que tenemos es la que queremos. Seguramente no. Una de las tareas de la sociedad en su conjunto y especialmente de quienes estudiamos las formas de educabilidad humana es trazar un mapa de ruta que nos permita vislumbrar la escuela deseable a los retos de nuestra contemporaneidad. Tomaremos dos intentos de pensarla de forma diferente. La primera en el ámbito de educación privada y con raíz religiosa: los jesuitas en educación y su proyecto Horitzó 2020, el segundo, la propuesta de un pequeño grupo de investigadores liderados por Mariano Narodowski titulado Pansophia project. La intención es acercarnos a estas iniciativas para explorar posibilidades otras y valorar si sus apuestas son continuistas y por tanto cosméticas o realmente –como ambos lo declaran- son disruptivas a lo que históricamente hemos conocido como escuela.[1] La pregunta a soslayo es si es posible pensar un lugar diferente para la niñez actual y de paso reflexionar por el hombre y el ciudadano que necesita el s. XXI.
Horitzó 2020
Es sabido que la escuela moderna surgió de manera lateral a las comunidades religiosas las cuales aunaban su propósito evangelizador con la función alfabetizadora y de custodia a la infancia. En el s. XVI la Compañía de Jesús publicó su Radio Studiorum, algo así como la declaratoria pedagógica de su época y el plan de estudios que llevarían la red de escuelas de su congregación. Los jesuitas, como otras órdenes, han permanecido en el ámbito educativo coexistiendo con el proyecto público escolar administrado por el Estado. Recientemente, en la región catalana y con miras de expansión a América, los jesuitas han lanzado una declaratoria de transformación pedagógica profunda y sistemática en sus colegios, la denominaron: Horitzó 2020 (J. Gràcia, J. Clot, 2017), con ella se proponen actualizar su práctica pedagógica y su finalidad educativa, la intención evangelizadora se mantiene.
¿Qué se propone cambiar en la escuela a través de Horitzó 2020?, incorporando algunas ideas de pensadores pertenecientes a la Escuela Nueva proponen, entre otras cosas, trabajar con proyectos de aprendizaje. La idea es involucrar a los alumnos en procesos de indagación cognitiva, disminuir la centralidad del maestro y colocarlo más como mediador o guía del proceso. Aunque en la literatura pedagógica estas ideas datan de aproximadamente una centuria, habría que reconocerles que su proyecto tiene por cualidad arriesgarse a romper dos grandes esquemas organizativos de la escuela actual: la distribución homogénea de los niños por edades en cada grado (los de primer grado deben tener seis años cumplidos, lo de segundo siete años y… ) y la arquitectura rígida del aula (filas, pupitres, pizarrón y escritorio del maestro al frente). Con afluentes teóricos actuales, los jesuitas documentan la importancia de construir salones que rompan el estilo que metafóricamente Fernández Enguita (2018) ha llamado: cartón de huevo (p. 34). Dentro de sus documentos rectores promueven la investigación de Peter Barret & Yufan Zhang (2012) titulada: A holistic, multi-level analysis identifying the impact of classroom design on pupils’ learning. Les interesa enfatizar la importancia del diseño de aula, la luz, el tipo y la distribución de los muebles en razón del impacto positivo al aprendizaje de los alumnos (p. 678). Por otra parte, observan como ventaja la convivencia de alumnos de diferentes edades en aras de provocar situaciones de inteligencia distribuida y prácticas de enseñanza mutua (los más grandes enseñan a los más chicos y en esta empresa continúan aprendiendo de ellos). Parece ser que la geografía y la estandarización de las conductas de la escuela disciplinaria que tanto criticaba Foucault queda diluida. Por otra parte, reducen la práctica del examen y optan por formas flexibles de evaluación (co-evaluación, auto-evaluación y heteroevaluación). De hecho, minimizan los resultados de PISA arguyendo que esta prueba es parcial y cuestionable al dejar de lado múltiples aprendizajes relevantes, las habilidades emocionales o la capacidad creativa, por ejemplo. Queda en un misterio las formas de validación y supervisión oficial de su modelo educativo a través del Ministerio de Educación. Se sabe que al ser escuelas privadas cuentan no sólo con los recursos humanos y materiales sino con cierta autonomía para llevar a cabo iniciativas de este calado, no obstante, también hay que reconocer que existen normatividades oficiales rígidas que sirven para asegurar mecanismos de acreditación, matriculación y gestión del espacio escolar. En suma, habría que preguntarse la manera en que enfrentan las disposiciones reglamentarias del Estado.
Pansophia Project
En el 2016 un pequeño grupo de investigadores y educadores argentinos forman este colectivo para proponer, a la luz del viejo ideal comeniano, que todo el saber humano debe estar al alcance de todos. Esto no es negociable, declaran. En este sentido, les asiste un espíritu igualitarista radical respecto a la adquisición del conocimiento. Su aporte de reconfiguración del espacio educativo estriba en la idea que la escuela no debe poseer el monopolio de la transmisión del saber, intuyen que la institución escolar en el mismo sentido que fue históricamente construida puede, en razón de los cambios actuales, ser necesariamente transformada. Saben que el futuro es incierto por lo que trazan derivas, reflexiones y ninguna certeza. En este orden de ideas, su apuesta en algunos tramos se torna más reflexiva y filosófica (en términos de plantear dudas y disquisiciones permanentes) pero en otro, sus posicionamientos son contundentes, así es cuando reclaman cambios profundos a las formas hegemónicas de legitimación del saber, a los currículums unificados, a la tutela estatal y a la instrucción simultánea. Consideran que el espectro de aprendizaje de la sociedad actual rebasa con mucho la topografía del aula. Saben que la figura del maestro ha sido vulnerada en tanto ya no representa la autoridad de antaño; la racionalidad asimétrica del proceso educativo tradicionalmente entendido se ha debilitado. Analizan desde posibilidades varias el impacto de las tecnologías para pensar lo educativo: “El problema [con las tecnologías] es táctico: hasta dónde entregan, tergiversan u obturan el principio pansophiano y hasta donde lo pueden resignificar positivamente”, se preguntan (Manifiesto, 2018, s/p). Sus argumentos evitan construcciones causales o lineales para comprenden la complejidad educativa. Se arrojan valientemente a imaginar derivas y posibilidades creativas, más libres e inciertas para pensar la educación. Todo ello siempre al margen del encierro escolar y lejos de los controles biopolíticos que surgieron en el marco del neoliberalismo.
¿Hacia dónde mirar?
El capitalismo le heredó a la educación la compulsión de convertir hasta lo más noble y genuinamente humano en mercancía. Se habla mucho de cambios y reformas educativas pero en realidad lo que hemos presenciado una y otra vez son apenas modificaciones accesorias y actualizaciones de lo viejo ya conocido puesto ahora en contendores nuevos. La vigencia es una cualidad apreciada en nuestros tiempos y en los procesos educativos construye modas que en artificio de vanguardia no hacen más que actualizar un discurso que requiere, bajo máscara de innovación, mantener su aceptabilidad. Tal evolución ficticia ha logrado preservar procedimientos escolares de control, custodia y clasificación de la infancias.
Para vislumbrar una posible y verdadera transformación escolar se tomaron dos ejemplos que sin ser modélicos nos muestran intentos de dislocar la estructura interna de la escuela. En esta idea, la forma jesuita de transformación aunque interesante nos parece más conservadora en al menos dos sentidos, el primero, que deja intacta la estructura externa a la escuela, es decir, no alteran en forma alguna los procedimientos de acreditación y certificación social, el segundo, que su alcance es reprochablemente selectivo en tanto abarca una pequeña y privilegiada parte de la población. En cambio, la propuesta pansophiana es por antonomasia democrática y plural, su nivel de construcción teórica es más amplia porque se pregunta críticamente sobre la desigualdad y el control de las sociedades actuales, así, reconfigura una idea educativa más compleja e incierta. Quizá en esta cualidad estribe su mayor debilidad porque con ella nos encontramos con la imposibilidad de tener una ruta precisa a seguir. No se conocen los puntos de llegada pero sí hay orientaciones posibles a explorar. No hay mapa pero sí brújula. Es una apuesta no sencilla porque exige inteligencia, creatividad y trabajo en conjunto de diversos sectores de la población, educativos y no educativos. Quizá deberíamos avanzar en esta reflexión colectiva, en una apuesta regional que bajo mirada global redunde en una distribución más horizontal y equitativa del conocimiento.
Referencias Bibliográficas
Barret P. & Zhang Yufhan (2013), A holistic, multi-level analysis the impact of calssroom design on pupil’s learning, recuperado el 3 de enero del 2020 de la base de datos de Science direct: http://h2020.fje.edu/wp-content/uploads/2016/11/Article-Salford-ENG.pdf
Fernández Enguita M. Más escuela y menos aula, Madrid: Morata.
Foucault M. (1976), Vigilar y castigar, México: Siglo XXI.
Gràcia J. & Clot J. (2017), Hacia el horitzó 2020 y más allá, recuperado el 3 de enero del 2020 de: http://h2020.fje.edu/wp-content/uploads/2017/07/Revista-DIF2017-CAST.pdf
La Salle J. B. (2001) Manual de conducta para las escuelas cristianas, en obras completas. Madrid: San Pío X.
Pansophia projet, Manifiesto, recuperado el 3 de enero del 2020 de: http://pansophia.org/manifiesto
[1] Se emplea el término disrupción de acuerdo a la definición que ofrece la Real Academia española como “rotura o interrupción brusca”. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea]. [enero 2020].
*Irma Villalpando es doctora en pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es docente de Licenciatura y Maestría en la misma universidad. Es directora General en el Centro Escolar Lancaster desde hace más de dos décadas. Sus proyectos de investigación versan sobre el pensamiento filosófico de Michel Foucault y Jean Jacques Rousseau. Recientemente publicó el libro En tiempos de examen. Una crítica a la escuela moderna. Ha escrito diversos artículos en revistas especializadas y participado en proyectos editoriales colectivos.
Educación Futura 

JESUITAS: La rebelión de los guaraníes contra España y Portugal

AMP

Escena de la película "La misión", que cuenta las actividades de los jesuitas en Paraguay. En el centro de la imagen, el actor Jeremy Irons. (Productora)


Con el Tratado de Madrid, España y Portugal delimitaban sus fronteras americanas, con efectos devastadores para la población autóctona


¿Recuerdan la película La misión? La obra maestra de Roland Joffé tenía algún punto de anacronismo, porque sus jesuitas parecen más teólogos de la liberación del siglo XX que religiosos del XVIII, pero evocaba con emoción y belleza el drama de los indígenas del Paraguay. Víctimas de la pugna entre España y Portugal, los guaraníes vieron cómo su forma de vida se desmoronaba.
Lejos de Europa, los jesuitas organizaron un sistema teocrático mientras disfrutaban de una independencia prácticamente absoluta. Solo tenían que responder ante dos autoridades, la del rey de España y la del papa. Sus “reducciones” se habían pensado para sacar a los indios de la vida nómada, entendida entonces como sinónimo de “salvaje”. En aquellos poblados se acostumbrarían a llevar una vida cristiana y sencilla.
Pero, para los afectados, el tránsito de una forma de vida a otra resultó traumático. Así se desprende de lamento de un dirigente indio, recogido por un religioso en 1639: “La libertad antigua veo que se pierde, de discurrir por valles y selvas, porque estos sacerdotes extranjeros nos hacinan a pueblos, no para nuestro bien, sino para que oigamos su doctrina tan opuesta a los ritos y costumbres de nuestros antepasados”.
Las ruinas jesuitas de la Santísima Trinidad del Paraná, en la ciudad de igual nombre de Paraguay.

Las ruinas jesuitas de la Santísima Trinidad del Paraná, en la ciudad de igual nombre de Paraguay. (Nepenthes / CC BY-SA-3.0)


Sometidos y homogeneizados
En todas las reducciones se replicó el mismo modelo. En una gran plaza central se alzaban la Iglesia, el colegio y el cementerio. Las casas de los indígenas, sin ninguna que destacara sobre las demás, se organizaban en hileras paralelas y regulares. El trabajo se organizaba para obtener excedentes agrícolas. Eso chocaba con la mentalidad de los guaraníes, que entendían la riqueza como algo de naturaleza inmaterial: el tiempo para dedicar al arte o a la danza.
La religión cristiana lo impregnaba todo: los campesinos acudían al trabajo con estandartes piadosos mientras entonaban cánticos. La música litúrgica, como bien se refleja en La misión, ocupaban un puesto de espacial importancia en este tipo de comunidades. Los niños recibían formación desde pequeños en este campo.
El misionero español José de Anchieta fue, junto con Manuel da Nóbrega, el primer jesuita que Ignacio de Loyola envió a América.

El misionero español José de Anchieta fue, junto con Manuel da Nóbrega, el primer jesuita que Ignacio de Loyola envió a América. (Dominio público)


Había un tiempo para el arte y otro para la guerra. Los jesuitas, conscientes del peligro de una invasión portuguesa, impartieron instrucción militar a sus protegidos. Se organizó así una milicia guaraní. Cada domingo, sin que valieran excusas, los indígenas debían practicar con el arco y el fusil.
El papel de los jesuitas
En la actualidad, la valoración de esta iniciativa despierta valoraciones encontradas. ¿Defensa de la cultura autóctona? Los jesuitas, pobremente vestidos, se preocuparon de aprender la lengua local. Gracias a ellos contamos con vocabularios y gramáticas en guaraní. ¿Paternalismo abusivo? Los religiosos trataban a los autóctonos como si fueran menores de edad, obligándolos a llevar una vida muy reglamentada.
Con todo, para los indios, las ventajas predominaban sobre los inconvenientes. Si aceptaron el sistema fue porque constituía para ellos un mal menor. Valía más la rigidez de la Compañía de Jesús que trabajar para los terratenientes españoles, de trato mucho más severo. El peligro de las bandas de esclavistas portugueses también contribuyó a que los guaraníes aceptaran la autoridad de los religiosos.
En Europa, mientras tanto, los enemigos de los jesuitas aprovechaban cualquier ocasión para difamarlos. Les acusaban de ser traidores al rey porque, según ellos, esperaban la ocasión propicia para alzarse en armas contra la Corona. En realidad, este tipo de comentarios maliciosos se corresponde con lo que ahora llamamos fake news. La fidelidad de los religiosos a la monarquía nunca fue otra cosa que intachable.
Hacia la guerra
El fin de las reducciones vino determinado por la política internacional. España y Portugal, necesitadas de regularizar las fronteras de sus dominios, firmaron el 13 de enero de 1750 el Tratado de Madrid. Los lusitanos entregaron la colonia del Sacramento y, a cambio, recibieron diversos territorios, entre ellos, la región de las Misiones Orientales. Aquí se reencontraban siete reducciones indígenas.
'Arte de la lengua guaraní', impreso en Misión jesuítica de Santa María la Mayor en 1724.

'Arte de la lengua guaraní', impreso en Misión jesuítica de Santa María la Mayor en 1724. (Dominio público)

Los jesuitas se vieron sometidos a un dilema angustioso. El tratado les parecía injusto, pero si no lo acataban darían argumentos a todos aquellos que conspiraban para conseguir la supresión de su orden.
Inmersos en un callejón sin salida, trataron de ganar tiempo con métodos dilatorios. Sugirieron que el rey había sido engañado y advirtieron de las consecuencias nefastas del acuerdo: los indios iban a regresar a su antiguo paganismo. Eso, en el mejor de los casos, porque no podía descartarse una sublevación armada. Sin embargo, todo este esfuerzo de persuasión fue en vano. Todo el mundo hizo oídos sordos.
De la noche a la mañana, treinta mil guaraníes se encontraron sin bienes y sin techo. No podían quedarse en sus hogares, porque los portugueses iban a esclavizarles de inmediato. Pero, si se marchaban a los dominios españoles, iban a encontrarse con tierras menos productivas.
Puestos entre la espada y la pared, no encontraron más salida que la rebelión abierta. Se desató así la denominada guerra guaranítica (1754-56), en la que los indios pelearon solos contra los imperios español y portugués, empeñados en obligarles a acatar el acuerdo establecido. Ni Madrid ni Lisboa toleraban que los nativos pusieran en entredicho su autoridad.
Ruinas de la misión jesuítica de la Santísima Trinidad del Paraná (Paraguay).
Ruinas de la misión jesuítica de la Santísima Trinidad del Paraná (Paraguay). (Ian Trower / Getty)
Sin vuelta atrás
Tras subir al trono en 1759, Carlos III hizo anular el tratado con los portugueses, pero entonces ya era demasiado tarde para solucionar el desaguisado. Aunque algunos indios regresaron a las reducciones abandonadas, todo el mundo era consciente de que no había futuro por este camino. Poco después, en 1767, el monarca disolvió la Compañía de Jesús, a la que acusaba de ser cómplice de la rebeldía de los indios.
Con la marcha de los jesuitas, las reducciones pasaron a estar dirigidas por otras órdenes en lo relativo a las cuestiones religiosas, mientras que el resto de asuntos quedaba en manos de la autoridad civil. En los años siguientes, los poblados indígenas iban a entrar en una decadencia imparable, mientras los nativos se dispersaban. Tras la separación de la metrópolis española a principios del siglo XIX, solo quedaron edificios en ruinas como testigos de la época de esplendor.
La Vanguardia

Sunday, January 12, 2020

COMIENZA LA AVENTURA. BAUTISMO


Mt 3,13-17. Jesús es bautizado por Juan, y esta es la forma que tiene de decirle al mundo: “ya estoy preparado para cambiarlo”. Ahora la pregunta es, ¿estás tú preparado para cambiar tu mundo? Aceptar la aventura de vivir como lo hizo Jesús está en nuestra mano, y debemos ponernos en marcha en seguida. Frente al individualismo y la ambición, Jesús nos propone un bautismo de amor, compromiso, justicia, solidaridad y bondad. El mundo necesita más que nunca testigos del amor de Dios, tal y como lo fue Jesús en su día.

BAUTISMO DE JESÚS por José Luis Sicre


Ciclo A
El evangelio: un texto breve pero muy rico de contenido (Mateo 3,13-17)
Comienza Mateo informando del viaje de Jesús al Jordán para ser bautizado por Juan. Su información no puede ser más escueta. ¿Cómo se enteró Jesús de la actividad del Bautista? ¿En qué momento de su vida? ¿A qué edad? ¿Qué lo impulsó a ir en su busca? El evangelista no dice nada. Ni siquiera advierte al lector del profundo contraste existente entre Jesús y el personaje anunciado poco antes. Juan ha anunciado a uno más fuerte e importante que él, que trae un bautismo con Espíritu Santo y fuego, dispuesto a separar el trigo de la paja, a guardar lo bueno y quemar lo malo. Jesús no hace nada de eso: se pone en la cola de los pecadores, esperando su turno para confesar los pecados y ser bautizado.
El diálogo con Juan es exclusivo del evangelio de Mateo. Cuando Marcos escribió su evangelio, el hecho de que Jesús fuese bautizado por Juan no planteaba problemas. Sin embargo, Mateo entrevé en esta escena un auténtico escándalo para los cristianos: ¿cómo es posible que Jesús se ponga por debajo de Juan y se someta a un bautismo para el perdón de los pecados? Para evitar ese posible escándalo, introduce un diálogo entre los dos protagonistas, poniendo de relieve el motivo que aduce Jesús: «está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere». Deja claro lo que para él será más importante a lo largo de su vida: cumplir la voluntad de Dios. Al mismo tiempo, aprendemos que su actuación será en ocasiones sorprendente, un misterio que nunca podemos penetrar del todo y que incluso puede provocar escándalo en las personas mejor intencionadas. Desde la primera escena, Jesús nos está desconcertando. 
Precisamente en el momento de la mayor humillación tiene lugar su mayor exaltación. A diferencia de Marcos, que cuenta el episodio como una experiencia personal de Jesús (solo él ve rasgarse el cielo, bajar al espíritu y solo él oye la voz del cielo), Mateo distingue una experiencia personal (ve rasgarse el cielo y descender al espíritu) y una proclamación pública («Este es mi Hijo amado, mi predilecto»). La filiación divina no es una novedad para Jesús sino para los presentes, para nosotros.
La venida del Espíritu sobre Jesús tiene especial importancia, porque entre algunos rabinos existía la idea de que el Espíritu había dejado de comunicarse después de Esdras (siglo V a.C.). Al venir sobre Jesús se inaugura una etapa nueva en la historia de las relaciones de Dios con la humanidad. Porque ese Espíritu que viene sobre Jesús es el mismo con el que él nos bautizará, según dijo Juan Bautista.
La voz del cielo. En las palabras «mi Hijo amado, mi predilecto» resuenan textos muy distintos. Cuando Dios pide a Abrahán que sacrifique a Isaac lo llama «tu hijo, tu hijo amado» (Gn 22,2). Cuando un salmista se dirige al rey en nombre de Dios durante la ceremonia de entronización le dice: «Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy» (Sal 2,7). Pero estas palabras, unidas al don del Espíritu, recuerdan sobre todo a Is 42,1-4, que Mateo aplicará más tarde a Jesús: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él pondré mi Espíritu» (Mt 12,18-21).
Estas resonancias sugieren ideas muy importantes a propósito de Jesús. Dios ve su relación con él tan íntima como la de un padre (Abrahán) con su hijo (Isaac). Su filiación divina tiene también una connotación regia, ya que Sal 2,7 recoge lo dicho por Dios a David a propósito de Salomón: «Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo» (2 Sm 7,14). Y por ser el amado, el predilecto, se le encomienda una misión universal, implantar la justicia en las naciones, pero sin llamar la atención. Sin gritos ni amenazas, sin quebrar la caña cascada ni apagar el pabilo vacilante, conseguirá «que las naciones esperen en él» (Is 42,1-4 según traduce Mateo 12,18-21). Con ello, la voz del cielo anuncia no solo la intimidad de Jesús con Dios y su dignidad regia, también la misión encomendada y la forma en que la llevará a cabo.
En algún momento, el lector del evangelio podrá sentirse escandalizado por las cosas que hace y dice Jesús, que terminarán costándole la vida, pero debe recordar que no es un blasfemo ni un hereje, sino el hijo de Dios guiado por el Espíritu.
El programa futuro de Jesús (Isaías 42,1-4.6-7)
Las palabras del cielo no sólo hablan de la dignidad de Jesús, le trazan también un programa. Es lo que indica la primera lectura de este domingo, tomada del libro de Isaías (42,1-4.6-7).
El programa indica, ante todo, lo que no hará: gritar, clamar, vocear, que equivale a amenazar y condenar; quebrar la caña cascada y apagar el pabilo vacilante, símbolos de seres peligrosos o débiles, que es preferible eliminar (basta pensar en Leví, el recaudador de impuestos, la mujer sorprendida en adulterio, la prostituta…).
Dice luego lo que hará: promover e implantar el derecho, o, dicho de otra forma, abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión; estas imágenes se refieren probablemente a la actividad del rey persa Ciro, del que espera el profeta la liberación de los pueblos sometidos por Babilonia; aplicadas a Jesús tienen un sentido distinto, más global y profundo, que incluye la liberación espiritual y personal.
El programa incluye también cómo se comportará: «no vacilará ni se quebrará». Su misión no será sencilla ni bien acogida por todos. Abundarán las críticas y las condenas, sobre todo por parte de las autoridades religiosas judías (escribas, fariseos, sumos sacerdotes). Pero en todo momento se mantendrá firme, hasta la muerte.
Misión cumplida: pasó haciendo el bien (Hechos 10,34-38)
La segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, Pedro, dirigiéndose al centurión Cornelio y a su familia, resumen en estas pocas palabras la actividad de Jesús: «Pasó haciendo el bien». Un buen ejemplo para vivir nuestro bautismo.

José Luis Sicre
Fe Adulta

TÚ ERES MI HIJ@ por Rosario Ramos


Mt 3, 13-17
12 de enero de 2020
Culminamos el tiempo de Navidad con el relato del Bautismo de Jesús. Es un texto que pertenece al prólogo del evangelio de Mateo y formando parte del espacio dedicado al comienzo del ministerio de Jesús. El contexto está tejido por la polémica suscitada entre Juan Bautista con los representantes de Israel: fariseos y saduceos, especialmente. Juan busca algo nuevo; el judaísmo así vivido le lleva a un inconformismo, compartido por otros grupos, que es causa de incomodidad a los que quieren seguir en lo de siempre. Ellos no ven posibilidad de evolución en el seno del judaísmo porque reconocerse como hijos de Abraham ya es suficiente.
Por otro lado, en Israel se había desarrollado una práctica de ritos con agua para ser purificados. Se bautizaba con agua corriente al pagano para purificar su idolatría. Pero el Bautismo que practicaba Juan tenía una connotación diferente: se realizaba una sola vez para el perdón de los pecados y para vivir la conversión, un cambio radical de vida ante la llegada inminente del fin de los tiempos. Jesús fue bautizado por Juan y podría significar, en principio, una muestra de solidaridad con su pueblo que esperaba redención y la liberación definitiva.
Es importante destacar que hay dos cuestiones que se repiten en las narraciones del Bautismo de Jesús en los cuatro evangelios: la presencia del Espíritu y una voz atribuida a Dios. En cuanto a la venida del Espíritu, el judaísmo creía que la comunicación del Espíritu significa lo mismo que inspiración profética, es decir, hay una experiencia de Dios que impulsa a una misión concreta. En cuanto a la voz atribuida a Dios, se puede percibir una referencia al profeta Isaías al comenzar su canto del Siervo de Yahvé quien es presentado como un ser solidario con el pueblo que salva y libera: este es mi siervo, a quien sostengo, mi elegido, en quien me complazco, lo he dotado de mi espíritu, para que lleve el derecho a las naciones (Is 42,1). Pero en este caso la VOZ define al siervo como HIJO; se muestra, por tanto, una nueva genealogía no inscrita en las categorías humanas sino divinas.
La novedad de esta proclamación es ese Dios que, como Espíritu, se mezcla con la humanidad para provocar una nueva vida empoderada desde dentro y que es digna de amor y fuente de felicidad para Dios. De hecho, cuando a Jesús le preguntan de dónde le viene la autoridad hace referencia al bautismo de Juan, no al rito en sí sino a lo que allí ocurrió y se reveló. Aparece, por tanto, una nueva consciencia y un nuevo conocimiento de la identidad de Dios y de la identidad humana.
Ahora sí culmina el viejo testamento. La transición a la nueva era ya es una realidad. La nueva visión de Dios supera las categorías judías. Dios se revela como VOZ, Palabra creadora que le vincula para siempre a la realidad humana que es su HIJA, dignificada por un amor sostenido para siempre. Dios no se revela como rival del ser humano o de sus pecados sino como potencia generatriz de toda la humanidad. Revela un vínculo esencial y universal: “ser hijo”-“ser hija” para que todos lo podamos entender. No se revela con un lenguaje filosófico y/o religioso sino humano; tampoco en pasado, ni en futuro sino en un presente atemporal conectado a su felicidad por nuestra existencia. Dios se complace en la nueva humanidad como hija con todo lo que supone de dar cabida en esa relación a la libertad, la autonomía, el impulso al crecimiento y la profunda solidaridad con su realidad, como lo hizo con Jesús hasta la cruz. El problema es que, a veces, la religión ha puesto más fuerza en cómo mantener este vínculo (aunque no se viva) que en favorecer esa experiencia interior tan profunda. Se ha invertido mucha energía en cómo mantener ese vínculo ideologizando la vivencia, ritualizando de una manera externa y superficial, normatizando el cómo y cuándo, probablemente porque ha sido beneficioso para mantener las pasiones humanas que alimentan nuestro ego. El precio que estamos pagando, en algunos casos, deriva en una religiosidad desvitalizada y sin nervio espiritual, sin escuchar esa VOZ y sin conectarse a la Fuente.
Recojamos lo esencial de este texto del Bautismo en el que se nos invita a escuchar, como Jesús, esa VOZ que señala nuestra raíz divina y nuestra dignidad humana, nuestra identidad como HIJ@S cuya consecuencia nos compromete a mirar a otros como hermanos y hermanas, en solidaridad sin condiciones, en igualdad en cuanto a dignidad, derechos y oportunidades. Un poco complicado pero posible.
¡¡¡FELIZ DOMINGO!!!

Rosario Ramos
Fe Adukta

ENCUENTROS CON LA PALABRA por Hermann Rodríguez sj. “Jesús fue de Galilea al río Jordán, donde estaba Juan (...)”


El Bautismo del Señor – Ciclo A (Mateo 3, 13-17) 12 de enero de 2020

Después de haber pasado treinta años de su vida en el anonimato de Nazaret, dedicado a los trabajos ordinarios y sencillos de una vida campesina, Jesús decidió un día, dejar atrás sus pequeñas seguridades y ponerse en camino hacia el sur, junto al río Jordán, donde Juan estaba bautizando. Se despidió de los suyos y se lanzó a una aventura de la cual no regresaría más. Tomó una decisión que resultó ser trascendental para su vida y para la nuestra. Por eso, vale la pena preguntarse ¿Qué fue lo que llevó a Jesús a tomar esta decisión? ¿Qué esperaba encontrar con el bautismo de Juan? ¿Cuáles fueron los sentimientos que lo acompañaron durante este recorrido de más de cien kilómetros desde Nazaret hasta el lugar donde recibió su bautismo? ¿Fue un viaje solitario o lo hizo en compañía de algunos amigos y amigas que también buscaban lo mismo?
Seguramente a Nazaret llegaron las noticias de lo que Juan el Bautista estaba haciendo en un recodo del río Jordán, cerca de Betabara: Invitaba a los pecadores a cambiar de vida, a preparar los caminos del Señor. La llegada del Mesías era algo que todos los israelitas habían esperado con impaciencia durante muchos años. Todos esperaban al Ungido de Dios que liberaría a Israel de la dominación romana y les devolvería la libertad. Haría de ellos una gran nación. Los guiaría en la construcción de una sociedad que fuera sólo de Dios. Muchos de los estudiosos de la Biblia se preguntan si Jesús tenía en este momento de su vida una conciencia plena de su misión, o si la fue descubriendo poco a poco, a través de los mismos acontecimientos históricos que siguieron, a partir de esta decisión.
Todos nosotros, en un momento u otro de nuestra vida, sentimos la llamada a reorientar nuestro camino. Tuvimos que tomar la decisión de dejar atrás los espacios y las personas conocidas que formaban nuestro entorno vital. Dirigimos nuestros pasos hacia rumbos desconocidos, sobre los cuales no estábamos totalmente seguros. Nos aventuramos a establecer nuevas relaciones, nuevas prácticas, nuevas formas de comunicación con nuestro entorno, nuevas formas de pensar la misma realidad. Caminamos hacia lo desconocido confiados en la promesa y en la fidelidad de Dios. Por Él y en Él, nos fuimos a descubrir nuevos horizontes. De la mano de Dios también salió Jesús de Nazaret y fue a bautizarse junto con todos los pecadores y pecadoras de su tiempo, que acudían a recibir el baño regenerador del bautismo de Juan.
Ver a Jesús dirigirse hacia lo desconocido, confiado solamente en la cercanía de su Padre Dios, nos anima a emprender también un camino nuevo cada día, con la confianza de que Dios nos acompañará y repetirá de nuevo lo que el mismo Jesús escuchó en el Jordán: “Este es mi hijo amado, a quien he elegido”.
Hermann Rodríguez Osorio sjSacerdote jesuita, Delegado para la Misión. Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina – Lima
RD

EXPERIENCIA PERSONAL por José Antonio Pagola


El encuentro con Juan Bautista fue para Jesús una experiencia que dio un giro a su vida. Después del bautismo del Jordán, Jesús no vuelve ya a su trabajo de Nazaret; tampoco se adhiere al movimiento del Bautista. Su vida se centra ahora en un único objetivo: gritar a todos la Buena Noticia de un Dios que quiere salvar al ser humano.
Pero lo que transforma la trayectoria de Jesús no son las palabras que escucha de labios del Bautista ni el rito purificador del bautismo. Jesús vive algo más profundo. Se siente inundado por el Espíritu del Padre. Se reconoce a sí mismo como Hijo de Dios. Su vida consistirá en adelante en irradiar y contagiar ese amor insondable de un Dios Padre.
Esta experiencia de Jesús encierra también un significado para nosotros. La fe es un itinerario personal que cada uno hemos de recorrer. Es muy importante, sin duda, lo que hemos escuchado desde niños a nuestros padres y educadores. Es importante lo que oímos a sacerdotes y predicadores. Pero, al final, siempre hemos de hacernos una pregunta: ¿en quién creo yo? ¿Creo en Dios o creo en aquellos que me hablan acerca de él?
No hemos de olvidar que la fe es siempre una experiencia personal que no puede ser reemplazada por la obediencia ciega a lo que nos dicen otros. Desde fuera nos pueden orientar hacia la fe, pero soy yo mismo quien he de abrirme a Dios de manera confiada.
Por eso, la fe no consiste tampoco en aceptar, sin más, un determinado conjunto de fórmulas. Ser creyente no depende primordialmente del contenido doctrinal que se recoge en un catecismo. Todo eso es muy importante, sin duda, para configurar nuestra visión cristiana de la existencia. Pero, antes que eso y dando sentido a todo eso está ese dinamismo interior que, desde dentro, nos lleva a amar, confiar y esperar siempre en el Dios revelado en Jesucristo.
La fe no es tampoco un capital que recibimos en el bautismo y del que luego podemos disponer tranquilamente. No es algo adquirido en propiedad para siempre. Ser creyente es vivir permanentemente a la escucha del Dios encarnado en Jesús, aprendiendo a vivir día a día de manera más plena y liberada.
Esta fe no está hecha solo de certezas. A lo largo de la vida, el creyente vive muchas veces en la oscuridad. Como decía aquel gran teólogo que fue Romano Guardini, «fe es tener suficiente luz como para soportar las oscuridades». La fe está hecha, sobre todo, de fidelidad. El verdadero creyente sabe creer en la oscuridad lo que ha visto en momentos de luz. Siempre sigue buscando a ese Dios que está más allá de todas nuestras fórmulas claras u oscuras. El P. de Lubac escribía que «las ideas que nosotros nos hacemos de Dios son como las olas del mar, sobre las cuales el nadador se apoya para superarlas». Lo decisivo es la fidelidad al Dios que se nos va manifestando en su Hijo Jesucristo.
José Antonio Pagola
Grupos de Jesús

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY


Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 42, 1-4. 6-7

 El Profeta Isaías, en la primera lectura, nos enseña como será el Mesías, todo suavidad. “El pábilo vacilante no lo apagará”. El pábilo es esa llama que pugna por seguir ardiendo y que cualquier golpe de aire puede apagarla. El Mesías no lo hará. En este fragmento del capítulo 42 del profeta Isaías se hace una hermosa descripción de Jesucristo y, además, añade que será nuestro liberador y quien dará luz a nuestros ojos.
Esto dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.
En su ley esperan las islas.
Yo, el Señor,
te he llamado en mi justicia,
te cogí de la mano, te formé
e hice de ti alianza de un pueblo
y luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la cárcel,
de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de Dios

Salmo

Sal 28, 1b y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10 R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz

El Salmo 28 refleja la admiración del pueblo de Dios ante el Supremo Hacedor que reina con su fuerza sobre la tormenta. El título del salmo es, precisamente, “Dios en la tempestad”. Y es en esa fuerza de la naturaleza donde se demuestra visiblemente su fuerza, la cual pone a la disposición de su pueblo para que sea feliz. A nosotros hoy nos acerca a esa seguridad que necesitamos en estos tiempos tan difíciles.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.

Segunda lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34-38

En la segunda lectura, sacada del capítulo diez de los Hechos de los Apóstoles, Pedro se refiere, por su parte, al papel del Salvador, “que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos” y hacer referencia al bautismo de Juan. Para añadir que Dios acepta a todos y no hace distinciones aceptándonos a todos. Estamos ante un texto de gran hondura y frutos de importante enseñanza.
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Palabra de Dios

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
Jesús le contestó:
«Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
Y vino una voz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
Palabra del Señor