A veces, en clase del máster, cuando saco el móvil, siento como ciertas miradas de reojo a la imagen que llevo en la carcasa. ¿Por qué? La mayoría de mis compañeros no son creyentes, y se trata de una postal de una advocación de la Virgen… La puse por ser el recordatorio de la primera misa de un amigo, y aunque intente explicar eso a quienes me miran con cierto desconcierto; he comprendido que ni llevar esa imagen, ni tener un amigo sacerdote, son explicaciones normales para ellos… También soy yo la que busca un hueco cada vez que vuelvo a Sevilla para «hacer una visita» a la imagen por la que llevo mi nombre, esa misma a »la que «velé armas” (que fueron los apuntes de medicina), como lo hizo san Ignacio ante la de Montserrat…
Sí, necesito partir de mi devoción a la Virgen, incluso concretada en imágenes, (llegando a rozar lo friki, lo admito), para que me leas con más cariño si digo una barbaridad, o más de una…
Pero es que ayer, estando en la consulta de urgencias en ginecología, me vino la imagen de María; (supongo que cierta deformación profesional, mezclada con el tiempo de Adviento, fueron los causantes; ya que no acostumbro a imaginarme en el médico a los personajes de los Evangelios…), y me ha dado que pensar…
- María era una mujer, humana. Es devocional lo de representarla con rayos luminosos… (ojo, escribe la que lleva la estampa en su móvil). Sin embargo, sabiendo lo que supone una gestación normal con sus naúseas, molestias, piernas hinchadas, sangrados… María fue humana, y comprende de lo propio de un cuerpo limitado (y además, de lo que implica un embarazo). Me acerca más a ella este tiempo, en el coloquio de la oración, preguntarle, ¿cómo estás? y contarle también de personas cercanas con enfermedad.
- María era poco mayor que una niña cuando se quedó embarazada. En Guinea controlé a muchas gestantes adolescentes. En ellas una expresión similar de desconcierto, incertidumbre, sobrepaso… ¿No sentiría María también algo o bastante de esto? Por eso, me resulta fácil compartirle a ella sobre mis temores, lo que me queda grande… ¿cómo lo viviste tú?
- María necesitó de otros. Ayer en la consulta se le confirmaba a una mujer que en la ecografía ya no se veía el saco gestacional, que el embarazo se había interrumpido naturalmente… en ese entorno frío de batas y guantes de látex, poco consuelo podíamos ofrecer; pero me alegré de que aquella mujer viniera con alguien que la abrazara. María tampoco era una súper mujer, «llegado el momento del parto», en la pobreza, lejos de su tierra… sólo pudiendo envolver en pañales a su Hijo; y la misma María al pie de la cruz, contemplando la muerte… En ambos momentos (y seguro que alguno más que otro), contemplo a María dejándose descansar en otros, dejándose sostener por otros y por Otro.
Descubro que mi devoción no tiene tanto que ver con la Virgen de ropas celestes entre nubes, a modo de princesa de cuento impoluta e inalcanzable; sino con María, la Madre de Dios mujer, fiel y tremendamente humana. La cercanía a ella me lleva también a sentirme más interpelada por mi parte en la realidad del Dios encarnado… ¿y a ti?
Velle Chías, rjm
pastoralsj
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