Para la mayoría de la raza humana, la seguridad existe en el seno de la familia: un lugar seguro, capaz de soportar las heridas y sanarlas, sin juzgar a nadie.
La Biblia es un libro sobre la familia, la familia de Dios.
No nos dice cómo hacer las cosas bien todo el tiempo, cómo destacarnos y perfeccionarnos; nos habla sobre el perdón, sobre formar un lugar donde sus miembros retornan, donde se sientan seguros, y puedan rebelarse, relajarse y encontar sus identidades.
Cada generación es un evento nuevo, distinto a sus mayores, y por lo tanto una preocupación para los padres.
El pueblo de Dios no crea un oasis de vida perfecta; crea un hogar real, el único lugar donde todos pueden volver sin temor al rechazo.
Jesús nos muestra su metáfora más potente sobre Dios, como el padre del Hijo Pródigo, el que trata de evitar la separación entre su hijo mayor, respetuoso de la ley, y su hijo menor, alocado y pródigo, para mantener la unidad de su familia.
De Espacio Sagrado
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