El diálogo sincero, abierto a la verdad del Evangelio, orientó el camino de la Iglesia en los primeros decenios de su historia. Lo ha acentuado Benedicto XVI, en la catequesis de la audiencia general, en la que se ha detenido en el significado de dos episodios contados por san Pablo en la carta a los Gálatas. Se trata del Concilio de Jerusalén y del acontecimiento de Antioquia en Siria.
Ambos tratan la relación con los paganos que se convirtieron, no judíos de nacmiento. "Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia".
Benedicto XVI: "Es una lección que debemos aprender también nosotros: con carismas diferentes encomendados a Pedro y a Pablo, dejémonos conducir por el Espíritu, intentando vivir en la libertad que encuentra su guía en la fe en Cristo y se concretiza en el servicio a los hermanos. Es esencial ser siempre más como Cristo, de este modo somos realmente libres y crece en nosotros el verdadero centro y esencia profunda de la ley: el amor de Dios y el amor al prójimo".
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