Friday, October 03, 2008

Meditando con los santos y beatos del día: B. ANDRÉS DE SOVERAL


Hoy, 3 de octubre, la Iglesia latinoamericana se viste de fiesta para conmemorar a los beatos ANDRÉS DE SOVERAL, AMBROSIO FERRO y 28 compañeros que sufrieran el martirio en tierras del Brasil en el año 1645. Andrés de Soveral y Ambrosio Francisco Ferro fueron sacerdotes de la compañía de Jesús. El Papa Juan Pablo II, en el año 2000 les dio el honor de los altares declarándolos Beatos.


Hoy también, la Iglesia conmemora el nacimiento para el cielo de la BEATA TEODORA GUERIN, (Ana teresa, nombre de familia), quien falleciera un 14 de mayo de 1856 en Saint Mary-of-the-Woods, estado de Indiana, en ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA. Nacida en 1798 en la aldea de Etables, Francia, fue religiosa de la Congregación de las Hermanas de la Providencia de Rouillé-sur-Loire. En 1998 Juan Pablo II le dio el honor de los altares proclamándola BEATA. Su memoria litúrgica se celebra hoy 3 de octubre. Unidos, pues, a las Iglesias de Estados Unidos y el Brasil, brindemos nuestro cálido aplauso a la Beata Teodora Guerin y a los beatos Andrés de Soveral, Ambrosio Ferro y 28 compañeros Mártires del Brasil.


Meditación


QUERIDO BEATO ANDRÉS, cuéntanos como fue la aventura de tu vida. Estudié en el colegio de los niños de Jesús, que había sido fundado por los padres jesuitas, en Sao Vicente, isla de Santos, mi ciudad natal. Fue allí donde surgió mi vocación y así, a la edad de 21 años, ingresé en la Compañía de Jesús. Después de haber completado mis estudios de latín y teología moral y haber estudiado la lengua indígena, me enviaron al colegio de Olinda, en Pernambuco, centro para la catequesis de los indios de toda esa región brasileña. Mi primera experiencia misionera fue en el Río Grande del norte, territorio habitado por los indios potiguares. Más adelante, me nombraron párroco de Cunhaú. Y en el desempeño de mis funciones parroquiales, un domingo, como de costumbre, reuní a los fieles en la iglesia para cumplir el precepto dominical. Los calvinistas holandeses, que ya dominaban toda la región, habían enviado emisarios suyos, quienes cerrando todas las puestas de la capilla, irrumpieron ferozmente sobre los fieles indefensos. Yo comprendí la gravedad de la situación, y sólo me quedó exhortar a los fieles y a mí mismo a prepararnos para lo peor. Y fue así que empezamos a rezar juntos el oficio de la agonía. Beato Andrés: nunca olvidaremos aquel domingo, cuando con un machete atravesado en tu corazón, empezaste la vida de un eterno amor a Dios
Radio Vaticano

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