Sunday, October 19, 2008

A Mikel y Alicia

17-Octubre-2008 José Arregi


Querida Alicia, querido Mikel:

Os escribo para felicitaros por vuestra boda del sábado pasado. No os felicito por haberos casado, sino porque ya estabais casados, llevabais muchos años compartiendo casa y vida, y sin embargo habéis querido “casaros” para decirnos a todos lo felices que sois. No os felicito por haber “formalizado” vuestro amor, sino por vuestro amor sencillo y dulce, y por el modo en que lo expresasteis el sábado por la mañana, por haberos manifestado que habéis sido felices y que estáis seguros de seguir siéndolo en los años que os queden, por haberlo dicho tú, Mikel, con tu declaración de amor íntima y natural, y tú, Alicia, con el brillo de tus ojos capaces de iluminar todas las noches. Era como si vosotros no estuvierais conmovidos no necesita de grandes conmociones la vida, ¡y todo es tan natural en vosotros!—, pero conmovisteis a todos, les hicisteis llorar de pura alegría.


Me lo contó hace unos días alguien de vuestra familia que os admira tanto como os quiere, y es mucho. Y ayer por la noche, mirando a la luna llena de Arantzazu, pensé en vuestra luna de miel, y decidí que hoy os iba a escribir esta carta abierta —perdonad mi indiscreción—, y que esto sería mi reflexión semanal de teología.


Pero ¿qué teología, si vosotros no os casasteis por la iglesia, ni queréis saber nada con ella? Fue una boda civil en el juzgado de Huarte, cerca de Pamplona, pero —este “pero” está de sobra— el juzgado se convirtió en un templo cálido y sagrado, y ¡ojalá todos nuestros templos “sagrados” fueran como aquel juzgado civil y “profano” de vuestra boda, pues entonces serían realmente lugares habitados por la humanidad de Dios! El juez fue compañero y cómplice, y encontró el tono justo, vuestro mismo tono, humano, cordial. Vosotros no necesitabais encontrar nada, no necesitabais inventar ningún gesto ni palabra para la ocasión, sino simplemente estar allí como estáis en todas partes, ser lo que sois: una pareja que rezuma cariño y cuidado mutuo, una ternura que nos conmueve, una libertad que admiramos, una naturalidad que envidiamos. Y así durante 15 años de convivencia que la Iglesia califica cruelmente de concubinato pecaminoso (¡oh, qué despropósito contra el evangelio de Jesús!), y aún sigue calificando así vuestro amor con boda, por la mezquina razón de que no fue ella la encargada de bendecirlo el sábado por la mañana. ¡Oh, la Iglesia, la Iglesia de aquel bendito Jesús que asistía a las bodas de la gente sencilla sin querer presidirlas y sin necesitar bendecirlas, pues ya eran para él bendición de Dios! Perdonadnos, Alicia y Mikel. Es que no sabemos lo que decimos. Es que no os conocemos, ni estuvimos en vuestra sagrada boda civil.


Cualquiera que ha leído estas líneas hasta aquí y no os conoce podría estar pensando: “¡Afortunada y feliz pareja ésta! La vida les ha sonreído”. Y tienen mucha razón, la vida os ha sonreído, pero no como ellos piensan, pues no saben que tú, Alicia, sufres de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) desde hace muchos y estás pegada a una silla de ruedas, y privada de toda movilidad y autonomía, y despojada de palabra, y condenada a… No, condenada no, pues vosotros habéis logrado el milagro de hallar bendición y bienestar allí donde la inmensa mayoría de la gente sólo hallamos desgracia y tristeza. La vida os ha sonreído, porque vosotros, a base de cuidado mutuo y a base de puro cariño, habéis aprendido a ser felices y a sentiros afortunados en lo que nosotros llamamos generalmente infortunio. Ésa es vuestra sabiduría de la vida capaz de saborear profundamente una caricia, una mirada, una palabra apenas pronunciada, una comida sencilla, una compañía acrisolada, un viaje con mil limitaciones capaces de amargar a cualquiera.



Y nosotros hablamos de “Dios”, de “gracia” y de “amor sobrenatural”… ¡Ojalá conociéramos vuestro “amor natural” tantos que hablamos de lo “sobrenatural” con tan escaso amor! ¡Ojalá hubieran visto vuestra boda civil y profana muchos de los obispos que están celebrando —por decir algo— un sínodo sobre la palabra de Dios a puerta cerrada! ¡Ojalá tuvieran vuestro sabor divino de la vida aquellos que, como denuncia Jesús en el evangelio de hoy, “se han apoderado de las llaves del saber” (Lc 11,52)!


¡Felicidades, Mikel y Alicia! Sed felices.


Para rezar (nosotros. Mikel y Alicia no lo necesitan)

Yo había pedido la salud
para poder hacer grandes cosas:
la vida me ha dado la enfermedad
y he aprendido a hacerlas mejor.

Yo había pedido la riqueza:
la vida me dado la pobreza
y he aprendido a ser feliz con poco.

Yo había pedido ser poderoso
para ser alabado por la gente:
la vida me ha dado la debilidad
y he aprendido a reconocerme necesitado.

Yo había pedido todas las cosas
para poder gozar de la vida:
la vida me ha dado la sabiduría
para poder gozar de todas las cosas.

No he obtenido nada de todo lo que había pedido,
pero de todo lo que había esperado, lo he obtenido todo.
Soy la persona más colmada del mundo.

(Viscardi, adaptado)
ATRIO

No comments: