Tuesday, April 05, 2016

Spotlight: Para llorar e indignarse por José Manuel Vidal



Estoy llorando a bordo de un avión que me lleva a Lima. Acabo de ver Spotlight, la película sobre los curas pederastas de Boston. Intento disimularlo, pero estoy llorando a moco tendido. Como periodista, la peli es una gozada y te reconcilia con una profesión que, bien ejercida, se convierte en un extraordinario servicio público. Como creyente, sufro por las victimas y se me parte el alma por el daño causado, por la perversidad del sistema y por la duda de que realmente hayamos pasado página y estemos de verdad en la era de la tolerancia cero ante la lacra de la pederastia clerical.
Lloro de dolor por las víctimas. Por tantas víctimas inocentes a las que estos depredadores clericales robaron su inocencia. Siguiendo casi siempre el mismo patrón de 'caza': niños pobres, de familias pobres y desestructuradas, de barrios pobres de una ciudad rica, católica y señorial como Boston. Pero el esquema se repite en todo el mundo. Niños pobres y frágiles, tremendamente débiles. Elegían siempre a los más vulnerables y a los que estaban seguros de que jamás contarían nada. Toda declaración eclesiástica que no comience compadeciéndose con las víctimas y tomando paetido por ellas, no debería ser de recibo en la Iglesia.
Lloro de dolor por el silencio de los buenos, de la buena gente que sabe o intuye pero no denuncia ni mueve un dedo. Y cuando otro lo hace, le mira con recelo y le tacha de enemigo de la iglesia.
Lloro de rabia e indignación por el sistema de encubrimiento defendido con uñas y dientes por la institución eclesiástica. Sin fisuras. Sin excepciones. ¿Desde cuándo? La película habla de casos desde los años 60. ¿Y antes? ¿Desde cuándo? ¿Desde que año, desde que siglo sabía la iglesia de la existencia de estos degenerados en su seno? Solo pensarlo da escalofríos. Crímenes abominables impunes, cometidos bajo el paraguas protector de la institución que simplemente cambiaba de sitio a los cazadores desalmados y miraba para otro lado.
Lloro de indignacion porque durante tantísimo tiempo el supuesto bien de la institución primó sobre las personas, víctimas inocentes. La Iglesia protegía a los victimarios y culpabilizaba a las victimas, a las que hacía sentir doblemente víctimas si se atrevían a levantar la voz o las silenciaba con un puñado de dólares. Las monedas de Judas.
Lloro de indignacion porque no se trata de unas cuantas manzanas podridas. El 6% de los curas son pederastas, según los estudios más fiables. Seis de cada cien. 1020 de los 17.000 curas españoles. Y sin contar los 45.000 frailes y monjas que hay en España. ¿Y si sacamos el porcentaje con relación al número total del clero católico mundial?
Lloro de indignacion porque el cardenal Law lo sabía todo, desde hacía tiempo, y se dedicó a tapar, a encubrir, a negar lo que conocía a ciencia cierta. Y cuando estalló el caso, intentó desviar la atención diciendo que era una campaña urdida por el judaísmo anticatolico americano para desprestigiar a la iglesia.
Y cuando todas las artimañas negacionistas se vinieron abajo, huyó como un conejo de la justicia americana y se refugió en el Vaticano. Y el Vaticano no sólo lo acogió sino que lo nombró nada menos que arcipreste de Santa María la Mayor, una de las basílicas más histórica, prestigiosa y rica de Roma.
Jubilado de su cargo en la basílica, sigue en Roma al abrigo de la ley. Cuentan que la primera vez que Francisco fue a la basílica de Santa María y se lo encontró alli, le dijo que no quería volver a verlo. Pero, unos días después, las terminales mediáticas vaticanas desmintieron la información. Y Law sigue en la Curia vaticana. Hace poco lo vi participando en una celebración papal en San Pedro. ¿Quién lo protege? ¿Por qué? Si está demostrado que fue, cuando menos, un encubridor, ¿por qué Roma no lo juzga canónicamente y no lo entrega a la justicia civil? ¿Cuantos Law hay entre la jerarquía católica?
Lloro de indignacion porque la Iglesia ha cambiado el discurso y el argumentario. Habla, ahora, de tolerancia cero reforzada. Pero la gente y los fieles esperan medidas concretas. ¿Funciona la comisión anti abusos? ¿Funciona el tribunal especial que Francisco puso en marcha en Doctrina de la Fe?
Loro de indignacion porque no estoy seguro de que se haya terminado para siempre y en todas partes con la dinámica perversa de que "los trapos sucios se lavan en casa". Ahora mismo, Rd tiene constancia documental fehaciente de varios casos de abusos de curas, ante los cuales los respectivos obispos se muestran renuentes a cortar por lo sano, a partar preventivamente s los presuntos abusadores, a abrirles juicio canónico y, mucho menos, a entregarlos a la justicia civil. Por eso, la actitud de monseñor Algora con el presunto curaabusador de su diócesis está siendo ejemplar: abrirle expediente canónico, apartarlo de sus funciones y denunciarlo a la justicia civil.
Lloro de rabia por todos esos jerarcas podridos, cómplices, consentidores y encubridores, que, todavía hoy, dicen que no es para tanto o aseguran, en un intento vano y ruin de justificarse, que también hay pederastas en otros ámbitos. Y es verdad, pero ese argumento en boca de un obispo suena a querer desviar la atención e intentar que el foco mediático no les apunte solo a ellos. Al hacerlo, olvidan que pertenecen a una institución que quiere ser ejemplar y que, en base a su ética, pretende decirles a los demás cómo tienen que comportarse.
Lloro por el silencio cómplice de tantos curas que saben, conocen o sospechan de los crímenes de sus compañeros de presbítero (Los curas lo saben todo unos de otros y conocen hasta los pescados o sobre todo los pecados de los demás). Pero por cobardia o porque también ellos tienen otras cosas que ocultar, callan y no denuncian. Y, cuando algunos se atreven a hacerlo, el propio obispo los persigue. Véase el caso de Oaxaca
Y tras llorar e indignarme, me atrevo a suplicar al Papa que tome medidas rápidas, tajantes y drástica en el tema. Caiga quien caiga, aunque se llamen Law o Barbarin y sean cardenales. Y que explique él mismo o mande a otros explicar (las veces que haga falta) esas medidas concretas contra la pederastia. Los fieles no las conocen. Si existen, no les llegan y merecen explications completas y exhaustivas. Para que puedan volver a confiar en la institución y a fiarse de los curas y a poner en sus manos a sus hijos e hijas desde su más tierna infancia. Mano dura y látigo como el de Jesus en el templo. Queda mucho por limpiar.
También me atrevo a pedira los obispos españoles que vayan a ver la película. O mejor todavía, que convoquen a sus curas y se la proyecten y, al terminar, lloren, recen, pidan perdón públicamente y cambien el chip de encubridores-cómplices por el de abogados de las victimas y acusadores de los victimarios. Y tomen medidas rápidas y eficaces. Y corten la cizaña que hay entre el trigo. En el caso de la pederastia, no se puede esperar a que crezca el trigo y la cizaña, porque los lobos matan a los inocentes y el pecado contra el Espíritu Santo no admite excepciones. "Ay del que escandalice a unos de mis pequeños. Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar".
José Manuel Vidal
Rimores de Angeles
RD

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