“Me di cuenta de que era gay cuando tenía 35 años. Sólo a esta edad pude admitirlo ante mí mismo. Luego busqué ayuda terapéutica. Aprendí a mirarme con misericordia. Soy gay, eso es algo bueno y eso es lo que Dios quería”. Es la confesión de Uwe Grau, un sacerdote alemán que es párroco en Biberach
"Ya no quiero tener que ocultar mi homosexualidad. Para mí es un regalo de Dios, especialmente en mi vocación sacerdotal”
“En general, la acogida fue muy positiva. Mi jefe, el párroco principal de nuestra unidad de atención pastoral, que incluye nueve parroquias, ha recibido llamadas de vez en cuando que estaban molestas con él por esto. Pero nunca me contactaron personalmente, lo cual creo que es una pena”
“En general, la acogida fue muy positiva. Mi jefe, el párroco principal de nuestra unidad de atención pastoral, que incluye nueve parroquias, ha recibido llamadas de vez en cuando que estaban molestas con él por esto. Pero nunca me contactaron personalmente, lo cual creo que es una pena”, señala el sacerdote, quien también reconoce que recibió cartas anónimas insultándolo.
“Yo digo que Dios nos dio la sexualidad como un buen regalo que enriquece y llena nuestra vida. Dios es amor y cuando las personas se aman unas a otras, eso está muy bien a cualquier edad, ya sea heterosexual o queer. En nuestra Iglesia, cualquier cosa que tenga que ver con la sexualidad inmediatamente parece ser un problema. Pero la sexualidad en todas sus formas es un regalo de Dios. La sexualidad debe ser algo hermoso y satisfactorio. La Biblia está llena de hermosas imágenes de amor entre dos personas. También se utilizan una y otra vez como imágenes del amor entre Dios y nosotros, los humanos”, señala.
“Si tomamos en serio la interpretación bíblica actual y los descubrimientos de las ciencias humanas -prosigue Uwe Grau-, la homosexualidad no es un desarrollo extraño del ser humano, ni un pecado, ni siquiera una enfermedad. Si nosotros, como institución eclesiástica, fuéramos abiertos sobre el hecho de que tenemos muchos empleados de la Iglesia que son homosexuales, incluidos nosotros, los sacerdotes, recuperaríamos más credibilidad. En cualquier caso, ya no quiero tener que ocultar mi homosexualidad. Para mí es un regalo de Dios, especialmente en mi vocación sacerdotal”.
Bendición de parejas homosexuales
En este sentido, Grau reconoce que le gustaría ver en la Iglesia “un enfoque más abierto hacia la sexualidad y los estilos de vida queer” y es muy partidario de bendecir a las parejas del mismo sexo que quieren decirse sí ante Dios. “Dios no hace excepciones. En Ulm celebramos servicios religiosos en los que también bendecimos a parejas y esta oferta es muy bien recibida. Estoy muy satisfecho. Espero volver a bendecir a una pareja gay el próximo año. Los dos se preparan intensamente para la celebración y se concentran mucho en su fe. Esto es realmente lindo”, reconoce.
Grau está a la espera del modelo litúrgico para estas celebraciones que está elaborando la Conferencia Episcopal Alemana, tal y como se decidió en el Camino Sinodal. “Sé que otros sacerdotes bendicen a las parejas del mismo sexo, pero no lo hacen público. Creo que es hora de que nos hagamos cargo de ello. Existe un miedo enorme al cambio... y a perder poder. Pero siempre deberíamos preocuparnos primero por las personas. En el anuncio tenemos una misión para el pueblo que nos ha sido confiado. ¿Y cómo podemos ser creíbles si no abordamos abiertamente las cuestiones que nos preocupan como seres humanos?”, se pregunta.
RD
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