Dentro de tres meses se abre la Congregación general que nombrará al sucesor del P. Kolvenbach y marcará los rumbos de una Compañía que ha perdido la mitad de sus efectivos y en la que los supervivientes, tal vez ya menos de diecinueve mil, presentan una alarmante pirámide invertida de edad. Más de diez mil son mayores de sesenta y cinco años.
Ante esa situación verdaderamente dramática, ante una orden religiosa, la más importante de la Iglesia que agoniza, cabría pensar que sus responsables estarían estos días previos a la Congregación general estudiando los modos de corregir los rumbos torcidos que han llevado a este fracaso.
Que tienen que comenzar por reconocer los errores que han llevado a él. La Compañía con Arrupe entré en barrena, Kolvenbach no ha sabido detener el picado, pues a ver que se nos ocurre para intentar salvar lo que se pueda. Nada de eso.
Leo hoy que un grupo de asistentes a la Congregación se ha reunido para analizar los postulados recibidos y llegar a la misma con el trabajo preparado. Pues vean ustedes que postulados.
El número mayor de los mismos, 42, se refieren a la promoción de la Justicia. Para eso debió fundar Ignacio su Compañía: para promocionar la Justicia. De locos, ¿verdad? Ad maiorem Iustitiae gloriam. Pero, después de esos 42 postulados le siguen 41 sobre el ecologismo. Esas son las procupaciones más importantes de los jesuitas. Pues, ¿para qué quiere la Iglesia a los jesuitas?
Porque para eso ya nos llega con Amnistía Internacional y con Al Gore. ¿Habrá tras esta otra Congregación General? Seguramente ya no. A este paso ya no habrá sucesor del sucesor de Kolvenbach.
Por supuesto que lo que digo es en base a lo que hoy se publica en un Blog de Religión Digital. Si no ha habido reunión en Alcalá, si no son esas las cuestiones que principalmente preocupan a los jesuitas pues no he dicho nada. Y, en ese caso, las reclamaciones al maestro armero. Vamos, a quien nos ha suministrado la información. Yo sólo la he comentado.
Escrito por Francisco José Fernández de la Cigoña, quien es un laico de sesenta y cinco años que está encantado con su Iglesia y cabreado con algunos individuos de su Iglesia. Abogado, licenciado en Ciencias Económicas y se dedica a la historia eclesial contemporánea, con más estudio al siglo XIX y con más pasión al XX y XXI.
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