A veces me da la sensación de vivir en un mundo de opiniones, donde se habla mucho pero se vive poco.
Y me da miedo caer en lo mismo.
Tener siempre una palabra, una interpretación, una propuesta, pero no tener nunca tiempo para hacer las cosas.
Poder analizar fríamente las situaciones, describir y clasificar a las personas, interpretar los acontecimientos, pero no sumergirme en ellos y dejar que me involucren, me toquen de verdad. Sí, en mi mundo sobran recetas y faltan cocineros.
Sobran análisis y faltan manos.
Sobran juicios y faltan abrazos.
Por eso quiero gritar para romper esas dinámicas, quiero callar un poco –a pesar de que ahora sigo tirando de palabras- quiero cantar, servir y amar con sencillez.
Y que sea lo que Dios quiera.
Fuente: Pastoral Juvenil y Universitaria de los Jesuitas de Castilla
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