Se trata de una investigación sobre la mediación que supuso para santa Teresa de Jesús la contemplación de la imagen de Cristo como camino para el encuentro personal con Él, y cómo su experiencia mística le acontece en su relación con el Santísimo Sacramento, imagen viva de Cristo.
El autor encuentra en santa Teresa de Jesús una mujer reformadora y amiga de imágenes en un momento en que algunos movimientos espirituales del XVI, propugnaron un interiorismo anicónico, y el abandono de toda rúbrica y rito.
En pocas ocasiones nos encontramos amalgamadas la rigurosidad y seriedad científica de una obra de teología, ilustrada con la belleza de las producciones artísticas, la amenidad de la buena literatura y la preocupación pastoral. Todo ello convierte la obra en un ameno paseo por el siglo de oro de la espiritualidad española para adentrarnos con la santa de Ávila a la contemplación de Jesús (Mª Carmen Martínez).
Cuando se vive de la experiencia real de Cristo, se despliega un dinamismo de comunicación de Él y sobre Él incontenible, cargado de fuerza, de libertad y valentía. Cuando se vive desde la conciencia de ese encuentro real y verdadero con Cristo, emerge una capacidad creadora de las más altas cotas del espíritu, y se expresa en el pensamiento, en la cultura, en realizaciones éticas, sociales y políticas, en manifestaciones artísticas, musicales, literarias. Es lo que se comprueba en esta obra, que refleja lo acontecido en Santa Teresa, en los artistas, en nosotros, cuando por la contemplación de las imágenes que nos transfieren aquella experiencia llevan a nuestra vista, a nuestro yo, a nuestra persona entera al encuentro con Jesús, “verlo, palparlo, oírlo” con los ojos, el oído, las manos del alma.
La presente obra de D. Ángel Moreno nos lleva de la mano de Santa Teresa a “contemplar y ver” la verdad de Jesucristo, el Hijo de Dios “muy humanado”, a través de un conjunto de imágenes en las que también la Santa “contempló y vio” a Jesús y se zambulló de lleno en la experiencia mística del encuentro y la unión con Él. Tal contemplación y muestra de la misma constituye una proclamación de la fe cristiana en Jesucristo, Redentor de los hombres, y en los misterios de su vida, pasión, muerte y resurrección y de su permanencia en la Iglesia. Con las distintas imágenes, las diferentes pinturas, y los diversos grabados se muestra y refleja la humanidad del Hijo de Dios, sus obras y sus padecimientos, único camino para ir hasta Dios e introducirse en su conocimiento real donde está la vida eterna, el cielo mismo. El conjunto iconográfico que contempló la Santa, señala, que la fe cristiana está ligada a la historia, a la “carne” del Verbo, y se asienta en el acontecimiento del Hijo de Dios “humanado”, como diría ella misma.
Esta obra de D. Ángel Moreno tiene que ver, pues, con aquellas frases del estremecedor Prólogo del Evangelio de San Juan: “Hemos visto su gloria...De su plenitud recibimos gracia tras gracia”. La obra por otra parte es una muestra de gran interés de lo que, aunque sea popular a veces y no de la mejor calidad, es el arte: “fulgor de la gracia”. A través de las distintas pinturas, grabados y esculturas que vio y contempló la Santa, podemos contemplar el rostro de Cristo, su gloria, que es el resplandor de la gloria del Padre (Antonio Cañizares Llovera).
Fuente: Ecclesia Digital
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