El escritor estadunidense Norman Mailer (”Los desnudos y los muertos”) fue conocido durante mucho tiempo como marxista y ateo. A los 84 años y con problemas de salud, el maestro de la literatura estadounidense se encontró, sin embargo, con la fe.
“Mi relación con la religión es interna y personal”, dijo Mailer a dpa durante una entrevista en su residencia ubicada junto a la playa en la Bahía de Cape Cod, estado de Massachusetts.
“Creo que Dios existe. En mi época de ateo me parecía muy difícil encontrar una explicación filosófica para el hecho de que el ser humano haya surgido ex nihilo (de la nada). Por lo tanto, tiene sentido creer en un creador”.
En octubre aparecerá un nuevo libro de Mailer en Estados Unidos bajo el título “Sobre Dios”, que abarca “conversaciones extraordinarias”, según el subtítulo, entre el escritor y su biógrafo Michael Lennon.
En Alemania se publica esta semana la decimonovena novela de Mailer, “El castillo en el bosque”, que en español publicará Anagrama y que analiza de forma ficticia la familia y la juventud de Adolf Hitler.
A la pregunta de si al escribir sintió compasión por el joven Hitler, Mailer responde: “Sí, la sentí. Es un niño y quería entender cómo se sentía de niño”. En Alemania, en los países de habla alemana y en algunas otras partes de Europa ese punto de vista es desaprobado, comenta.
Allí se prefiere barrer el pasado de Hitler bajo la alfombra, “como una familia con un asesino entre sus miembros, sobre el que no habla”. Esa postura no es sana, subraya Mailer, porque no profundiza en las raíces del mal.
El ganador de dos premios Pulitzer, sin embargo, no sólo se encontró con Dios con la edad, sino que también cree en las fuerzas del Mal.
“Sí, creo que existe un Diablo. Como ex marxista, estoy convencido de la tesis y la antítesis. Me gusta creer en el Diablo, porque así me puedo explicar la existencia del Mal”, dice.
“Me parecería bastante más difícil de creer que existe un Dios que simplemente acepta el Mal, filosóficamente hablando”. En Estados Unidos, Mailer hizo furor con su novela sobre el joven Hitler, pero en Alemania espera duras críticas para el libro.
“Me reprenderán, me reprenderán duramente”, aseguró el escritor. La idea de representar al “Führer” como ser humano es considerada peligrosa en el ámbito de habla alemana “debido a la posible reanimación” de la ideología hitleriana.
“Considero muy importante que entendamos lo que fue Hitler”, afirma. Como narrador de su infancia y juventud, Mailer escogió a un ayudante del diablo llamado Dieter o “D.T.”. Este persigue a la familia Hitler a lo largo de generaciones y acompaña la trayectoria de Adolf (”Adi”) desde su nacimiento. “D.T.” describe al pequeño “Adi” como “increiblemente ávido de vida y extremadamente vulnerable”.
El joven Hitler es en el libro de Mailer producto del incesto. Odia a su padre autoritario y desarrolla una “voluntad de hierro”, para no hundirse ante sus duros castigos.
La adorada madre, por su parte, malcría a “Adi” en un principio, pero luego lo rechaza cuando nace otro hijo. Adolf desarrolla una relación obsesiva con la materia fecal y muy pronto se siente fascinado con el poder. Mailer añade además otro personaje.
En el momento de ser concebido Hitler, estaba presente el mismo Diablo y lo atrapó en sus redes desde el nacimiento, relata “D.T.”. El ayudante del Diablo recibe el encargo de preparar a “Adi” para el futuro y, entre otras cosas, le otorga facultades retóricas. Al mismo tiempo, “D.T.” confiere a Adolf un profundo “miedo a la vergüenza”.
La novela de Mailer termina con los años de juventud de Hitler. Los críticos estadunidense consideraron mayoritariamente el libro como una de las obras maestras de Mailer.
Muchos admiraron su detallado conocimiento de la materia. La bibliografía que se menciona al final de la novela contiene libros de Freud, Jung, Milton, Wagner, Mann y Nietzsche, así como obras de historiadores como Joachim Fest, Sebastian Haffner y Daniel Goldhagen. Mailer tiene previsto escribir un segundo libro sobre Hitler.
“Si vivo lo suficiente”, asegura reclinado en un enorme sillón, con una muleta a cada lado. A pesar de los achaques de la edad -”en los últimos tiempos tengo muchos problemas pulmonares”-, no perdió nada de su ímpetu intelectual, sus ganas de provocar y su desbordada fantasía.
Cuando Günter Grass fue atacado en junio en Nueva York por su pertenencia a las Waffen-SS, el “enfant terrible” de la literatura estadunidense saltó en su defensa: “De haber estado en lugar de Günter, también habría ido a parar a las Waffen-SS”.
Fuente: El periodista Digital
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