No desanimarse, tomar como modelo a las pequeñas comunidades cristianas de los orígenes, trabajar a fondo por la paz y la lucha contra el terrorismo y el fundamentalismo. Son las recomendaciones que el Papa ha dedicado a los obispos de las regiones de Asia central, en el discurso al terminar la visita ad limina.
Nunca la fuerza del derecho puede transformarse en iniquidad; ni puede ser limitado el libre ejercicio de la religión puesto que profesar la fe libremente es uno de los derechos humanos fundamentales y universalmente reconocidos.
La Iglesia no impone, pero propone libremente la fe que es el don y obra de Dios. Por esto está prohibida cualquier forma de proselitismo. Una persona puede abrirse a la fe tras una madura y responsable reflexión, y debe poder realizar libremente esta íntima inspiración.
Esto -ha finalizado el Papa- es ventaja no sólo para el individuo , sino para toda la sociedad, puesto que el fiel acatamiento de las preceptivas divinas ayuda a construir una convivencia más justa y solidaria.
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