Monday, November 26, 2018

Basta de homofobia dentro de la Iglesia por José María Rodríguez Olaizola sj


JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ OLAIZOLA, SJ., REFLEXIONA SOBRE LOS CLICHÉS DE LOS CATÓLICOS ANTE LA HOMOSEXUALIDAD

"Desgraciadamente, hay muchos cristianos que no respetan a las personas homosexuales"

En una institución plural como esta, hay personas que manifiestan hacia las personas homosexuales actitudes hostiles e insultantes, a veces sin ni siquiera darse cuenta


(José María Rodríguez Olaizola, sj.*).-Ayer publiqué un tuit. Una sola frase: "Basta de homofobia en la Iglesia". Inmediatamente me encontré con un montón de respuestas. Algunas, positivas. Otras, bastantes, negativas.
Entre las negativas, algunas respetuosas con la persona, pero que discutían mi afirmación. "En la Iglesia no hay homofobia" -decían unos-.
Otros cuestionaban que cómo un sacerdote podía afirmar algo así de la Santa Madre Iglesia. ¿Acaso soy un hereje, un tirabombas, un apóstata encubierto? (sí, de todo esto he leído). Luego, también alguno preguntaba ¿es que acaso hablo por mí mismo? Había insultos también, aunque en esto, como siempre hago ante las faltas de respeto personales, prefiero silenciar y bloquear.
Algunos me urgían a releer el catecismo. Otros decían que la Iglesia es la que atiende a los enfermos de SIDA -gracias por la aclaración, yo mismo estuve varios años en un piso de Caritas, haciendo varias noches a la semana y acompañando a personas con HIV en los años 90, cuando la Iglesia era la única institución que se volcaba con las personas enfermas-. (Por cierto, el SIDA no es patrimonio de las personas homosexuales).
Todo eso lo sé. Y amo a la Iglesia, de la que me siento parte. Y me alegran pasos que se van dando, una mayor sensibilidad, y afirmaciones como la del último Sínodo de los Jóvenes, que en el documento final insiste en que "Dios ama a cada persona, y así lo hace la Iglesia, renovando su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales". Pero en la iglesia hay homofobia.
Esto no es lo mismo que decir que en la Iglesia solo hay homofobia. Porque, efectivamente, en la Iglesia también hay acogida, y respeto. Hay personas, instituciones, y grupos que acogen. Pero, desgraciadamente, hay personas que rechazan y discriminan. En una institución plural como esta, hay personas que manifiestan hacia las personas homosexuales actitudes hostiles e insultantes, a veces sin ni siquiera darse cuenta.
Alguien me preguntaba: "¿Podrías definir homofobia?" Para definirlo no hay más que leer algunas de las respuestas que recibí. Hay quien ha aprovechado para establecer paralelismos, comparando la homosexualidad con el asesinato o con el robo. También hay quien ha vuelto al atrasado argumento de que homosexualidad es igual a enfermedad. Y, por supuesto, están todos los que inmediatamente vinculan homosexual con pedófilo.
¿Y todavía me discuten que hay homofobia dentro de la Iglesia? Sí, desgraciadamente, hay muchos cristianos que no respetan a las personas homosexuales. Los mismos que exigen celibato de por vida para las personas de orientación homosexual, afirman sin ningún rubor que los homosexuales no pueden ser considerados para el sacerdocio porque no son capaces de una vida célibe. ¿En serio? ¿No ven cierta contradicción entre ambas exigencias?
Honestamente, sé que las polémicas pueden ser ocasión para los insultos. Pero también pueden ser ocasión para la reflexión sosegada desde el respeto. Para seguir buscando, en Jesús y su Palabra, lo que más nos pueda ayudar a comprender el mundo en el que vivimos y a tratarnos desde el amor radical e incondicional que está en el corazón del evangelio. En ello estamos. Y aunque a veces uno tendría la tentación de callar y no meterse en líos, seguimos a un Maestro que no tuvo miedo a alzar la voz.
(*tomado de sus redes sociales)


ADOLFO ESQUIVEL Y EL CRISTO DEL PONCHO. Hoy está de cumpleaños



El Cristo del Poncho junto a los Pueblos Latinoamericanos
Mural emplazado en la Catedral de Riobamba, Ecuador, el 19 de febrero de 1986.
“Con Proaño compartíamos como hermanos las angustias, esperanzas y la fuerza de la oración y hacía tiempo que le había prometido hacer un mural para la Catedral de Riobamba que representa al Cristo de Poncho, a las comunidades indígenas, profetas y mártires de nuestro tiempo, como Monseñor Romero, el Cardenal Arns, Don Helder Cámara, Pedro Casaldáglia, entre otros y la casa de la Santa Cruz en Riobamba. El Cristo está en la Cruz, pero no está crucificado, es el Cristo de la Esperanza en los pueblos.” 
Adolfo Pérez Esquivel

Llegar a ser la voz de los humildes, descubrir la injusticia y la maldad, denunciar al injusto y al malvado.


Compartir los peligros en la lucha por vivir en justicia y libertad, arriesgando en amor hasta la vida.


Cristo Indio, Cristo del Poncho. Entregar por amor hasta la vida es la prueba mayor de la amistad, es vivir y morir con Jesucristo.




ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL
Argentino (1931)
Premio Nobel de las Paz (1980)
Activista, Arquitecto, Pintor, Escultor, Docente
Foto SERPAJ

"La memoria no es para quedarse en el pasado, sino para iluminar el presente y reconstruir la esperanza"

"La educación es la práctica de la libertad"

Para los que no conocen a Adolfo Pérez Esquivel, pueden ingresar a su página web, aquí

El valor de un selfie por Álvaro lobo sj



Más de 250 personas han fallecido mientras se hacían una selfi desde 2011 (cifra ofrecida por la CNN). Un dato tan curioso como trágico, que denota el poder de la imagen por encima del sentido común en algunos casos. Esta obsesión por las autofotos me recuerda a los que visitan un museo y no logran contemplar un cuadro por conseguir likes en las redes sociales o a los que durante un concierto no escuchan su canción favorita por grabar un vídeo de pésima calidad, o bien nunca disfrutarán la emoción de unos penaltis por querer sellar ante el mundo entero un 'yo-estuve-allí'.
Desde hace años, la obsesión por las instantáneas ya no es cosa de turistas orientales. Se trata de una reacción tan natural como espontánea que nos ayuda a aprehender momentos, pero de alguna forma podemos caer en el riesgo de distraernos de lo importante por retener algo que nunca logramos vivir. Late la lógica del consumismo vital, como quien presume de conquistar corazones sin haber conjugado nunca el verbo amar. Las experiencias del tipo que sea nos ayudan a crecer, a aprender y a madurar, en definitiva a vivir. Sin embargo, nos pasa que confundimos la felicidad con experimentar el máximo de emociones posibles –y de paso mostrarlo a nuestros conocidos–, cuando en el fondo nuestra plenitud pasa más por la calidad que por la cantidad y, cómo no, por el sentido que le damos.
A veces nos obcecamos con tener miles de experiencias sin saber muy para qué. Confundimos el vivir bien con realizar muchas cosas o con visitar muchos lugares. Está genial afrontar con pasión la vida y aprovechar al máximo, pero quizás no pasa tanto por el número o por intentar congelar cada instante sino por vivirlo con intensidad, como si fuese único e irrepetible. Facebook, Instagram o WhatsApp pueden estar llenos de imágenes –muchas necesarias que remueven nuestra memoria–, pero nunca podrán retener lo vivido. Al fin y al cabo el corazón está lleno de vivencias profundas, no de fotos ni vídeos por espectaculares o numerosos que puedan llegar a ser.
Álvaro Lobo sj

Monday, November 05, 2018

La espada de Damocles por Javier Bailén sj



Estamos en una sociedad muy resultadista. Nos miramos unos a otros con la intención de valorar los resultados y así poder decir si somos mejores o peores. Son los resultados los que determinan el devenir, el futuro y la permanencia.
Llevamos semanas escuchando que, quizá, Julen Lopetegui no seguiría mucho más tiempo en el Real Madrid. Los resultados no estaban siendo buenos. Ya el domingo pasado la derrota ante el eterno rival, el F.C. Barcelona, hizo que la espada de Damocles se acercase más a la cabeza del entrenador vaticinando un final muy poco feliz. Hasta que cayó. La espada. Y el entrenador.
Me pregunto, a raíz de este caso, cómo valoramos nosotros las cosas. Desde dónde enfocamos nuestra capacidad de juzgar lo que hacemos nosotros y lo que hacen los demás. Me pregunto si nosotros también somos presas de los resultados, de la numerología, y necesitamos llenar nuestros proyectos y pastorales de gente porque eso será lo determinante para un buen juicio. O si por el contrario, buscamos la calidad, profundidad y vinculación de los participantes sin estar tan pendientes de romper estadísticas.
No es fácil salir de la cadena de mercado que nos envuelve. Los números son los números y la espada de Damocles no tiene piedad ni misericordia. Hoy es Julen Lopetegui pero mañana podemos ser cualquiera de nosotros los que recibamos el golpe certero que cercene nuestras aspiraciones o deseos. Pero, ¿es eso lo que queremos?, ¿es así como queremos vivir?
En el mundo del fútbol, al igual que en otras facetas de la vida, se necesita ganar para poder estar 'en el candelero'. La victoria es la reina que todo el mundo quiere conquistar, pero ¿a qué precio?, ¿dónde están los límites? Las pasiones que acompañan a este deporte invitan, en multitud de ocasiones, a tomar decisiones que no siempre son racionales. Pero, ¿ocurre así también en nuestras vidas? ¿nos dejamos llevar por la pasión y nos olvidamos de lo vivido?
La espada de Damocles estará siempre sobre nuestras cabezas. Imagino que el, hasta el lunes, entrenador del Real Madrid, sufrió durante bastantes jornadas la incertidumbre de su permanencia mientras los medios de comunicación jugaban y balanceaban la espada con el fin de ver si caía o no.
Aunque no podemos vivir de la mediocridad y, en muchas ocasiones hay que tomar decisiones con gran valentía, me sigo preguntando si el único criterio de valor que determine nuestras vidas debe ser el resultado para tener éxito, los números que rompan estadísticas o por el contrario miramos con más profundidad los procesos y trabajos desde otras perspectivas.

Javier Bailén sj
pastoralsj