“Seamos una Iglesia como María de Guadalupe que inculturada muestre el rostro de la misericordia divina para consuelo y fortalecimiento espiritual, para redescubrir la dignidad de toda persona, independientemente de raza, lengua, cultura y nación” propuso Monseñor Carlos Aguiar Retes, Obispo de Texcoco y Presidente de la Conferencia Episcopal de México, quien presidió la Eucaristía de este lunes 28 de mayo. Continuó diciendo, que la Iglesia “promueva crecimiento y acompañe el desarrollo de los nuevos discípulos y misioneros de Jesucristo abrevándolos en la sabiduría del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza”
Al comentar el relato evangélico de la Visita de María a su prima a Isabel (Lc 1,39-47), Mons. Aguiar expresó que, así como Isabel se preguntaba “¿Quién soy yo para que la madre del Señor venga a mí?”, hoy podríamos preguntarnos: “¿Quién eres, Iglesia de América, para que la madre de mi Señor haya venido a visitarte?”
En su homilía, Mons. Aguiar destacó que Santa María y Santa Isabel nos ofrecen dos rasgos importantes en la vida de la Iglesia y de los discípulos: por una parte, la sensibilidad para atender a Dios, descubrirlo presente en sus vidas, aceptarlo como interlocutor actuante en sus voluntades y recibirlo; y, por otra, la capacidad de buscar a quien también ha descubierto al Señor y sus acciones, y encaminarse para encontrarse con ella y compartir las maravillas que el Espíritu ha obrado.
Hoy nuestros pueblos latinoamericanos, en medio de situaciones crónicas y reiterativas de inequidad creciente, de autoritarismos que provocan corrupción, y bajo el influjo de la globalización, de las migraciones, del intercambio de culturas, atraviesan una etapa de transición donde está transcurriendo, con dolores de parto, la cultura que avizoraron los Obispos en Puebla y ante lo cual Juan Pablo II convocó a la Iglesia a una nueva evangelización”, manifestó el Obispo mexicano.
Agregó que necesitamos acudir a María para que nos muestre al Hijo que trajo al mundo y, con su ayuda, podamos preparar a la Iglesia para afrontar los nuevos retos que están tocando las puertas de las familias y de la sociedad entera.“Con María, discípula y maestra, seamos una Iglesia que, presurosa, vaya al encuentro tanto de quienes –como santa Isabel- reconocen las maravillas que obra el Señor, como de quienes –como san Juan Diego- atraviesan la aflicción, la incertidumbre o la desesperanza. Seamos una Iglesia en estado permanente de misión. Seamos una Iglesia que redescubra y valore la eucaristía dominical. Seamos una Iglesia que sea casa para todos y escuela donde se aprenda, por el testimonio de quienes la forman, la caridad, el amor manifestó.
Concluyó Mons. Aguiar invitando a todos a confiar como María y hacer nuestra su experiencia, para que podamos felicitar a la Iglesia en América: “Dichosa tú por haber creído que se cumplirá lo que se te ha anunciado por parte del Señor”.
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