Hechos 18, 24-26
Un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, había llegado a Efeso. Era un orador elocuente y muy entendido en las Escrituras. Le habían enseñado algo del Camino del Señor, y hablaba con mucho entusiasmo. Enseñaba en forma acertada lo referente a Jesús, aunque sólo se había quedado con el bautismo de Juan. Hablaba, pues, con mucha convicción en la sinagoga; al oírlo Aquila y Priscila, lo llevaron consigo y le expusieron con mayor precisión el Camino de Dios.
¡Qué me está diciendo el Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Priscila y Aquila, ambas del círculo de Pablo, se dan cuenta que Apolo, un educado egipcio, lleno del entusiasmo de un recién convertido, aún no había comprendido la labor del Espíritu Santo. Estas cristianas mujeres le enseñan, a solas, lo que le faltaba entender de la vida y del mensaje de Jesús.
De Espacio Sagrado