Saturday, August 11, 2007

Un momento para la oración


Mateo 17, 14-20
Cuando volvieron donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús y se arrodilló ante él. Le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y su estado es lastimoso. A menudo se nos cae al fuego, y otras veces al agua. Lo he llevado a tus discípulos, pero no han podido curarlo». Jesús respondió: «¡Qué generación tan incrédula y malvada! ¿Hasta cuándo estaré entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo acá». En seguida Jesús dio una orden al demonio, que salió, y desde ese momento el niño quedó sano. Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos echar a ese demonio?» Jesús les dijo: «Porque ustedes tienen poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes."
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Señor, te observo y escucho mientras hablas de la fe que mueve montañas.
Me pregunto porqué me siento tan lejos de eso.
Los discípulos se sentían igual.
San Marcos, relatando el mismo suceso, nos cita la maravillosa oración del padre del epiléptico: "Señor, yo creo, ayúdame en mi falta de fe"
De Espacio Sagrado

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