Sunday, October 28, 2007

Un momento para la oración


Lucas 18, 9-14
Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás. «Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de todas mis entradas». Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador». Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

El contraste entre el fariseo y el publicano se ha arraigado tan hondo en nuestra cultura, que a veces se lee al revés, y algunos prefieren esconderse en las últimas filas de la iglesia, antes de sentarse al frente.

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