Wednesday, October 31, 2007

Un momento para la oración


Lucas 13, 22-30
Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén. Alguien le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvarán?» Jesús respondió: «Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán. Si a ustedes les ha tocado estar fuera cuando el dueño de casa se levante y cierre la puerta, entonces se pondrán a golpearla y a gritar: ¡Señor, ábrenos! Pero les contestará: No sé de dónde son ustedes. Entonces comenzarán a decir: Nosotros hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. Pero él les dirá de nuevo: No sé de dónde son ustedes. ¡Aléjense de mí todos los malhechores! Habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes, en cambio, sean echados fuera. Gente del oriente y del poniente, del norte y del sur, vendrán a sentarse a la mesa en el Reino de Dios. ¡Qué sorpresa! Unos que estaban entre los últimos son ahora primeros, mientras que los primeros han pasado a ser últimos».
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Jesús no da una respuesta directa a la pregunta "¿Es verdad que sólo pocos se salvarán?". San Pablo insistía que "Dios desea que todos se salven y que conozcan la verdad". Pero hay aquí una imágen desafiante: una puerta angosta, como el torniquete de entrada en el estadio. No podemos tomar a la salvación como algo asegurado. Necesito mantener la vista en este torniquete, siempre empujando para llegar a él.
De Espacio Sagrado

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