Thursday, October 09, 2008

Cáritas Colombia recuerda que el diálogo es el camino hacia la paz


Declaraciones de Jaime Prieto, presidente de la Comisión de Pastoral Social de Colombia
“La Iglesia siempre estará activa en la búsqueda de la paz”. Así se expresa monseñor Jaime Prieto, obispo de Barrancabermeja y presidente de la Comisión de Pastoral Social de Colombia, quien durante una reciente visita a España ha vuelto a insistir en la necesidad de la presencia de la comunidad internacional para resolver este conflicto, que dura ya más de 40 años y ha causado tres millones y medio de desplazados internos.

“Cuando hay grupos internacionales la población los ve como una garantía para su seguridad y los actores armados tienen un impedimento para cometer crímenes de lesa humanidad”. Habla con una voz pausada acompañada de la mirada inconfundible del pastor que ve a diario la humillación de su pueblo: “Toda la gente de mi diócesis ha sufrido desplazamientos y pérdida de sus seres queridos”, señala monseñor Prieto, obispo de una de las zonas más calientes del país, donde en el pasado han ocurrido varias masacres de campesinos. Prieto se lamenta que a menudo en círculos internacionales se describa a este conflicto como “de baja intensidad”. En Barrancabermeja surgió en 1964 el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Este grupo guerrillero y las más conocidas FARC, junto con paramilitares y fuerzas armadas son los principales actores del conflicto en el que la población se encuentra entre diversos fuegos, situación que les empuja a vivir en la pobreza extrema.
Este prelado explica que una de las últimas iniciativas de la Iglesia colombiana por la paz ha sido la celebración del IV Congreso Nacional de la Reconciliación, cuyo eje temático ha sido “el desarrollo, nuevo nombre de la paz” y en el que han participado “representantes del gobierno, de la empresa, la sociedad civil, la Iglesia… y ha hecho que toda la sociedad se sienta involucrada en este debate”. También a primeros de septiembre de este año la Conferencia Episcopal –que tiene una comisión de paz que funciona con gran eficacia-- organizó la Semana por la Vida y por la Paz.
La Iglesia, en el punto de mira
En todos los intentos de negociación para encontrar una salida pacífica a los enfrentamientos que vive el país, la Iglesia ha estado presente y ha tenido un papel muy reconocido por todos, como recuerda monseñor Héctor Fabio Henao, director de Cáritas Colombia que estuvo en España junto con monseñor Prieto: “La Iglesia siempre ha favoreciendo la negociación y el diálogo –explica este sacerdote- porque un conflicto que dura más de 40 años no puede tener otra salida, y otras soluciones siempre serán parciales, pero no resolverán el problema a largo plazo”.
Sin embargo, esta posición de la Iglesia a favor de la paz no siempre es bien entendida por todos, y en muchas ocasiones la ha puesto en el punto de mira de los radicales. El padre Henao cita el caso de la directora de la Cáritas Diocesana de Tumaco, asesinada hace pocos años por un grupo paramilitar. Y más recientemente, en junio, un líder campesino vinculado a Cáritas, que trabajaba en la misma región, perdió la vida al ser baleado por un grupo armado. Para el director de Cáritas Colombia, incidentes como éste son signo de que “en la medida en que hay más confrontación militar la población recibe más presiones”.
Los medios de comunicación internacionales, que durante los últimos meses han destacado mucho el tema de los secuestrados por las FARC, no parecen mostrar el mismo interés por otros aspectos del conflicto no menos sangrantes, entre ellos los frecuentes abusos de derechos humanos que sufre la población y las minas. “Colombia es el país del mundo más minado, tenemos millones de estos artefactos en todo el país y esto hace que los campesinos no puedan cultivar sus tierras”, señala monseñor Henao.
Ambicioso programa de Cáritas a favor de los desplazados
Delante de estos enormes retos, Cáritas lleva a cabo un ambicioso programa que gira en torno a varios puntos que su director explica así: “construcción de la paz y los derechos humanos, trabajo con comunidades en riesgo y grupos vulnerables, atención humanitaria y restablecimiento de derechos para los desplazados, ayuda a niños y jóvenes en pobreza extrema, formación en incidencia política y participación ciudadana, y fortalecimiento de las Cáritas en las 75 jurisdicciones eclesiásticas”.
Aunque los más afectados por los desplazamientos internos son los afrocolombianos y los indígenas, el problema –consecuencia de las luchas entre guerrilla, paramilitares y ejército-- afecta a todo el país y se manifiesta sobre todo en “campesinos que lo han perdido todo y que llegan a las ciudades para terminar ubicándose en barrios donde viven en situación de extrema pobreza, sin otra salida que la economía informal”.
Cáritas trabaja para el restablecimiento de sus derechos: que el gobierno cumpla sus obligaciones para con ellos, sobre todo en lo que se refiere a educación y vivienda. También les ayuda con actividades de generación de ingresos, apoyo a iniciativas productivas y cursos de capacitación. Esta actividad ha dado origen a iniciativas como pequeñas fábricas de zapatos y de confección de vestidos gestionadas por personas desplazadas.
Cáritas Colombia puede llevar a cabo todos estos proyectos gracias al apoyo de la Iglesia en otros países, como es el caso de Cáritas Española.
La solución de raíz para ayudar a que la gente viva con dignidad pasa por la consecución de una paz justa y sostenible, algo que todavía parece muy lejano. “Ahora mismo no hay un acercamiento entre gobierno y guerrilla, ni hay un puente que les ponga en contacto”, lamenta monseñor Henao. Él y monseñor Jaime Prieto no pierden la esperanza en que un final negociado de la guerra pueda ser realidad un día. Para que esto sea posible, ambos, junto con toda la Iglesia de Colombia y el apoyo de sus amigos en muchas partes del mundo, siguen luchando día a día.
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