Friday, October 10, 2008

¿Cuál debe ser la actitud de la Iglesia ante las mujeres que abortan?


Paloma Roca, doctora en Derecho canónico
La propuesta de la Conferencia Episcopal mexicana de excomulgar a las mujeres que aborten y la postura contraria de la asamblea de obispos alemana, que opta por acogerlas, han reavivado la polémica. Paloma Roca, doctora en Derecho canónico, y María José Arana, religiosa y teóloga, exponen sus puntos de vista en torno a este controvertido tema. Lee sus artículos y déjanos tu opinión.

Paloma Roca: “El Derecho Penal en la Iglesia pretende evitar que se cometa el delito, que en este caso considera de suma gravedad”
María José Arana: “Me resulta difícil ver qué dificultad puede entrañar aceptar la despenalización, es decir, evitar el castigo directo a las mujeres; en ningún caso se ha penalizado a los varones cuyas mujeres abortan”
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'LA ESPERANZA DEL PERDÓN'
La jerarquía de la Iglesia en México ha recordado las penas previstas en el Código de Derecho Canónico para quienes aborten, cooperen o sean cómplices. ¿Qué significa la excomunión?, ¿proscribe la Iglesia al que aborta, induce o coopera?
El Derecho Penal en la Iglesia pretende evitar que se cometa el delito, que en este caso considera de suma gravedad. La excomunión es la privación de la comunión eclesial, prohibiendo la participación en el sacrificio eucarístico o en actos de culto, según el c. 1331. No es la pérdida de la condición de fiel, ni la expulsión de la Iglesia. Se evidencia la gravedad de un comportamiento por la gravedad de la pena, y se induce a los destinatarios de la norma penal a no incurrir en esas conductas.
El primer perjudicado es siempre el sujeto que lo comete y es un hecho la situación dramática posterior al aborto, con una angustia mayor que la que provocó su práctica. Tiene pues el Derecho Penal en la Iglesia un carácter preventivo y pedagógico. Por otro lado, para incurrir en la pena de excomunión latae sententiae es necesario conocer la existencia de la misma, tener plena advertencia del delito que se comete y consentir en ello (c. 1321). El que ignora que el aborto es un delito condenado por la Iglesia no incurre en la pena aneja, la excomunión. El que practica el aborto forzado por una presión externa o interna, sin verdadera libertad, sin capacidad de autodeterminación, no puede incurrir en ese delito y por tanto no se le aplica la pena. Hay además otras circunstancias eximentes (c. 1323, menor de 16 años, carecer de uso de razón, obrar por violencia, etc.).
Pero además el Derecho Penal en la Iglesia tiene un carácter medicinal, busca la salvación de las almas, y por tanto no la condena sino el arrepentimiento, la toma de conciencia de la propia debilidad para dejarse sanar por Dios. De forma que basta el arrepentimiento y el deseo de reparar el daño causado para que pueda absolverse la pena de excomunión, que no es perpetua.
La Iglesia no pretende, de modo rigorista o insensible, apartar a las almas de la comunión eclesial, sino alentar al arrepentimiento, a sentirse más amado por Dios que nunca, a confiar en la misericordia divina, a experimentar la victoria del bien sobre el mal.
A toda mujer que esté en esta situación, que comete o coopera en un aborto, en un momento de debilidad, angustia, desconcierto o confusión, les diría que confíen en esa misericordia de quien vino a buscar a los enfermos, a todos, que vino a salvar, no a juzgar.
•Paloma Roca
Abogado matrimonialista.
Doctora en Derecho canónico
'EVITAR EL CASTIGO A LAS MUJERES'
En primer lugar quiero dejar bien clara mi decidida opción por la vida en todas sus formas y etapas… Por eso necesitamos hacernos más conscientes de toda la realidad: ¡cuántas muertes se dan en guerras crueles e inútiles, en violencias domésticas y de todo tipo!… ¡cuántos miles de niños y mayores mueren al día de hambre!, ¡cuántos auténticos “esclavos” sobreviven en condiciones infrahumanas!, ¡cantidad de gente muere o malvive porque carece de medios médicos y sanitarios!, ¡ancianos abandonados!... Problemas personales, locales, mundiales que maltratan o/y privan de vida a tantos millones de personas… ¡Cuántas mujeres mueren por partos en malas condiciones o simplemente por consecuencias del embarazo!.... Quiero tener delante todo esto al entablar esta pequeña conversación sobre “la despenalización del aborto, en México, hasta las 12 semanas” y las reacciones del Episcopado. También quiero recordar que ahora no vamos a entrar en el espinoso tema de “aborto sí, aborto, no”. Damos por sentado que el aborto por el aborto es rechazable.
Pero me resulta muy difícil ver qué dificultad puede entrañar aceptar “la despenalización” es decir, el evitar el castigo directo a las mujeres –en ningún caso se ha penalizado a los varones cuyas mujeres abortan– que por diversos motivos, algunas veces muy complejos, se ven en la encrucijada y deciden interrumpir el embarazo antes de las 12 semanas. Esto es algo siempre muy doloroso y sabemos que además deja sus secuelas… Pienso que en tales casos lo que las mujeres necesitan más es el acompañamiento, antes y si fuera inevitable, después… pero no creo que la penalización sea la solución idónea.
Creo que es necesario que en estos casos y en otros muchos se cuente mucho más con las mujeres, sobre todo con las que viven en condiciones imposibles. Las mujeres, responsables siempre de la vida, que pagan tan a menudo con la suya propia, que acarrean tantas dificultades a veces muy solas, tienen mucho que decir sobre la sexualidad en general y el aborto en particular. Yo siento que la sociedad civil se anticipe muchas veces a la Iglesia a la hora de contar con ellas a la hora de pensar sobre esta problemática. Me gustaría que ella, como Jesús, también fuera a la “avanzada”.
Pero en todo este caso de México es muy de agradecer la generosa iniciativa de 1.555 matrimonios y 53 centros de ayuda a la mujer, que han expresado su disponibilidad para acoger y/o ayudar a los niños cuyas madres están en esta situación. Propuestas como éstas ayudan a la Humanidad y a las mujeres que quieran aceptar, con entera libertad, esta oferta. Necesitamos iniciativas creativas y válidas, necesitamos insistir en la formación de y el respeto a las conciencias, necesitamos un corazón compasivo y misericordioso para cuidar toda vida.
•María José Arana
Teóloga
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