Thursday, October 23, 2008

Jesús, el de Nazaret, ¡era laico!.

El término “laico” viene del griego laicós (“alguien del pueblo”), de la raíz laós, “pueblo”. No puede, pues, tener una procedencia más noble y más democrática. Se oyen voces contra el “laicismo” como causa y origen de todos los males históricos que han asolado a Europa desde el siglo XVIII. Voces sinodales, episcopales, arzobispales y cardenalicias. Me imagino que no será por eso, pero parece que no les guste el pueblo, y lo que del pueblo procede. Hay que reconocer, sin embargo, que desde que los reyes y nobles dejaron de tener papel predominante y el pueblo asumió protagonismo político, las cosas, sin llegar a perfectas, mejoraron un montón, y la gente empezó a vivir mejor.


Jesús de Nazaret era laico. No pertenecía a ninguna dinastía sacerdotal, y aunque oportuna y teológicamente de la estirpe de David, dejó bien claro su distanciamiento de los clanes sacerdotales, sobre todo los de más alto rango, es decir, la jerarquía de entonces. Exactamente como hicieran, en general, los grandes profetas. No sólo se distanció, sino que fustigó, denunció, señaló, insultó, ofendió y exasperó de tal modo a la cúpula sacerdotal hebrea de su tiempo que ésta no paró hasta humillarlo y vejarlo colgado como un pingajo deforme en la cruz. Podemos decir, un poco hiperbólicamente, que la condición asumida y proclamada de “laico”, enfrentada a la hipócrita y legalista actitud de los “fariseos y sumos sacerdotes”, llevó a Jesús a la muerte y a la cruz.


Ya sé, ya sé que el laicismo que muchos eclesiásticos denostan y condenan es, eso dicen, otro. Se trata, afirman, del laicismo que, contra los valores de Dios y de la Revelación, propugna un humanismo libertario, un relativismo moral, una sociedad ácrata, si no antirreligiosa, un Estado irrespetuoso y contrario y olvidado de las sagradas verdades inanienables e irreformables de la ley natural, cuyos guardianes y portavoces son los clérigos de no importa que religión. En muchos estados musulmanes se da ese acatamiento de los poderes civiles a los religiosos, con el maravilloso resultado que conocemos.


Yo no acepto esa acepción de laico y de laicismo, aunque esté muy extendida y sea hoy día la primera que nos viene a la mente. No la acepto porque es una versión interesada, sesgada y peyorativa de algo real y sustancialmente sano y hermoso: una visión “laica”, es decir, nacida y vivida por el pueblo, de los grandes valores humanos, humanistas, y, en nuestro contexto, cristianos. El verdadero laicismo, si es beligerante contra algo, cosa no evidente ni necesaria, o lo obligan a defenderse de algo, no es de Dios, ni de lo religioso, en general o en particular, sino de los clérigos en su afán de dirigir las conciencias de las personas, y de erigirse en propietarios, o únicos administradores, de los valores humanos y de los preceptos de la ley natural. (Perdonen que me cite a mí mismo: pueden consultar este blog en los días 5, 7 y 8 de Agosto, en un artículo de tres entregas titulado “La moral católica“).


Todos somos laicos, todos los bautizados somos, principalmente y por encima de todo, en palabras del Concilio Vaticano II, miembros del “laos” de Dios, del Pueblo de Dios. Después, algunos, muchos, la mayoría, siguen siendo sólo laicos, a los que llamamos seglares, otros se hacen clérigos, diáconos, presbíteros, a otros los hacen obispos, otros optan por la vida religiosa, etc. Pero todos, esncialmente, somos y seremos siempre bautizados, es decir, miembors vivos del Pueblo de Dios, es decir, laicos.


Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara
Del blog "El Guardián del Aerópago"
21

No comments: