“Y la Palabra se hizo carne. Y habitó entre nosotros” (Jn 1,14)
Para bendecir. Para hablar bien de tantas historias, tantas personas, tantas circunstancias que hay que afirmar. Mejor hablar con palabras sinceras.
Para reconocer y elogiar lo bueno.
Para criticar lo que pueda mejorarse, pero desde una actitud de concordia.
Mejor hablar desde el cariño y la ternura.
Aprender a reconocer tanto bueno como hay en torno.
Mejor hablar cara a cara, encontrándonos y descubriéndonos siempre personas, en la debilidad pero en la humanidad.
Mejor hablar con palabras que tienden puentes, estrechan distancias y entrelazan vidas.
Mejor hablar con amor.
Jesuitas de Castilla
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