No abandonar al paciente, es más, saber comunicarse con él aún en el momento en el que no haya posibilidad de curación, es el factor que diferencia a la medicina con rostro humano.
Lo ha destacado Benedicto XVI, recibiendo a los miembros de la Sociedad Italiana de Cirugía. A los médicos el Papa ha recomendado respeto por la autodeterminación del paciente y la capacidad de proponer un tratamiento que mire al verdadero bien del paciente, con la conciencia de que su competencia específica lo pone en grado, generalmente, de evaluar mejor que el mismo paciente.
Es muy importante no sacar de la relación terapéutica el contesto existencial del paciente, en particular su familia, para evitar posibles alienaciones que éstas, casi inevitablemente, sufren si se utiliza una medicina altamente tecnológica, pero carente de una vibración humana suficiente.
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