
Prepara una reforma de la ley de libertad de conciencia que limitaría la actividad misionera de las Iglesias
(I. D. Carpio- Moscú) Dos asuntos en direcciones contrarias centran actualmente el debate religioso en Rusia. En primer lugar, tras veinte años de debates, se ha logrado un acuerdo sobre la enseñanza de la religión en las escuelas públicas. Casi simultáneamente, con diferencia de apenas unas semanas, ha surgido otra noticia que ha sembrado inquietud en todos los grupos religiosos, especialmente los minoritarios. Un proyecto de enmienda de la ley de 1997 que regula la libertad de conciencia pretende reforzar el control de la actividad misionera de las organizaciones religiosas. El proyecto complicaría el proceso burocrático de inscripción de éstas y dificultaría la invitación de misioneros extranjeros.
Otros aspectos controvertidos del proyecto de enmienda son que pretende definir qué se entiende por actividad misionera y que quiere restringir ésta sólo a los dirigentes reconocidos de los grupos registrados, de modo que los demás miembros deberán contar con un permiso escrito expreso de aquéllos.
Las voces que se han alzado contra este proyecto de enmienda proceden de todas las confesiones y religiones. El conocido diácono Andrei Kuraev, encargado de redactar los textos de la confesión ortodoxa, ha señalado el absurdo que supone limitar la posibilidad y el derecho de pertenencia religiosa a convictos y exconvictos, cuando son no pocos los sacerdotes y misioneros que trabajan entre ellos, en cárceles y otras instituciones penales.
Lo mismo puede decirse sobre la necesidad de un permiso escrito para anunciar la propia fe. El presidente de la Unión Rusa de Cristianos Evangélicos Bautistas, Yuri Sipko, ha subrayado que todo creyente es, a su modo, misionero y que carece de sentido pretender que cada uno de ellos reciba un permiso escrito de sus pastores para comunicar su fe. En el caso, recuerda Sipko, de que alguien en una conversación informal diera testimonio de su fe, podría ser detenido por realizar actividades para las que carece de permiso. Sipko ha puesto de relieve que el proyecto cae en los viejos vicios de control y regulación, que contradicen claramente la Constitución.
Vida Nueva
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