la conferencia querían evitar, valiéndose de nmerosas investigaciones
que concluyen que no hay ninguna conexión entre la homosexualidad y la
pedofilia.
“El conflicto central es el poder”, dijo el reverendo Hans Zollner, miembro
de la comisión de protección infantil del Vaticano y presidente del Centro
para la Protección Infantil de la Pontificia Universidad Gregoriana.
El abuso “puede ser heterosexual u homosexual”, añadió en una entrevista.
Aun así, algunos obispos católicos y medios religiosos conservadores
continúan atribuyendo la culpa de la crisis de abuso sexual infantil por
parte de clérigos a la homosexualidad.
Durante la reunión, incluso cuando los organizadores y los presentes se
esforzaban constantemente por enfocar las conversaciones en la pedofilia,
los puntos de vista opuestos sobre la homosexualidad parecían distraer
del tema a tratar.
Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y de la Comisión de
Conferencias Episcopales de Europa, fue el moderador de uno de los
grupos de debate para francoparlantes de la reunión, a donde
asistieron líderes católicos de naciones africanas francófonas.
Dijo el sábado que ciertos obispos seguían retomando el tema de la
homosexualidad como una supuesta causa de abuso porque “algunas
personas tienen ideologías muy arraigadas y siempre se atendrán a ellas”.
Mencionó que él y otros obispos tenían la intención de cambiar su forma
de pensar; “les digo que el primer ministro de mi país es homosexual”,
relató. “Y que nunca abusaría de ningún niño”.
El reverendo Hans Zollner (centro) es parte de la comisión pontificia
para la protección de los menores.CreditDomenco Stinellis/Associated Press
Por ejemplo, el obispo Rochus Josef Tatamai, presidente de la Conferencia
Episcopal de Papúa Nueva Guinea y las islas Salomón, comentó el sábado
que en su grupo de debate en inglés “se aludió” a la homosexualidad
durante las conversaciones sobre la formación de nuevos sacerdotes.
Tatamai sugirió que la necesidad “desesperada” de conseguir más sacerdotes
en Europa y Estados Unidos había orillado a los seminarios a ser más laxos
en la evaluación de candidatos, y que por ello varios resultaron ser
gays y perpetradores de abusos.
El papa Francisco ha intentado cambiar el enfoque del debate, si bien no la
doctrina de la Iglesia, hacia una postura más incluyente respecto
de la homosexualidad.
Sin embargo, a pesar de que las enseñanzas de la Iglesia católica establecen
que las personas con tendencias homosexuales “deben ser acogidas
con respeto”, también se refieren a las inclinaciones y los actos homosexuales
como “intrínsecamente desordenados”.
Algunos prelados conservadores han querido derrocar a Francisco, pues
consideran que protege una subcultura gay que está corrompiendo al clero.
Algunos han dicho que su postura está minando los valores tradicionales de
la Iglesia y siembra las semillas del abuso sexual.
Algunos obispos de África, Asia y Latinoamérica afirman que, al pasar
por alto la supuesta conexión entre la homosexualidad y el abuso sexual,
el Vaticano está ignorando que buena parte del abuso eclesiástico
tiene como víctimas a varones.
Este argumento ha recibido el apoyo del cardenal Gerhard Ludwig Müller,
quien fue el principal encargado de la doctrina hasta que el papa Francisco
lo obligó a renunciar en 2017.
Müller le dijo a la revista alemana Der Spiegel este febrero que “mucho
más del 80 por ciento de las víctimas de abuso sexual menores de 18
años eran jóvenes que se encontraban en la pubertad o en una etapa
posterior”, y argumentó que la homosexualidad debió haber sido un tema
central en la reunión del Vaticano.
El cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, predilecto del papa
Francisco y organizador de la conferencia, dijo el 18 de febrero que no es
cierto que “las personas homosexuales son más proclives a abusar de niños
que las personas heterosexuales”.
Cuando le preguntaron sobre los comentarios del cardenal Müller, el cardenal
Cupich les dijo a los reporteros que “es importante admitir el hecho”
de que un número predominante de las víctimas menores de edad son
hombres. Pero señaló estudios prominentes realizados en Estados Unidos
y Australia que demuestran que la homosexualidad en sí misma no es una
causa de abuso sexual infantil, y que un factor relevante es más bien la
cercanía o contacto con los menores de edad.
Integrantes del grupo de sobrevivientes de abuso eclesiástico
y de activistas Ending Clergy Abuse (Poner fin al abuso clerical)
se manifestaron en Roma durante la reunión
de obispos.CreditAlberto Pizzoli/Agence France-Presse — Getty Images
Todos los días de la reunión, los reporteros de medios católicos y
conservadores inundaron a los organizadores con preguntas acerca
de por qué no estaban tratando el tema de la homosexualidad.
La respuesta breve: porque es irrelevante.
La homosexualidad “no tiene nada que ver con el abuso sexual a
menores”, dijo el arzobispo Charles Scicluna de Malta, investigador
principal de delitos sexuales del Vaticano, el viernes 22 de febrero.
A pesar de ello, católicos conservadores y tradicionalistas destacados
se mantuvieron firmes en sus argumentos.
El cardenal Raymond Burke de Estados Unidos y el cardenal Walter
Brandmüller de Alemania publicaron una carta abierta dirigida a los
presidentes de conferencias episcopales representantes de varios
países en la reunión, en la que los exhortaban a terminar con su
“conspiración de silencio” respecto de la “epidemia de la propaganda
homosexual”.
Además, la conferencia coincidió, quizá por una planeación
estratégica, con el lanzamiento de In the Closet of the Vatican, un libro del autor francés Frédéric Martel, quien describió al Vaticano
como “una de las comunidades gays más grandes del mundo”.
Aquellos que atacan al papa Francisco “son muy homófobos y en su
mayoría viven una doble vida homosexual”, afirmó Martel en una
conferencia de prensa en Roma, y agregó que él, como hombre
gay, tenía la habilidad de identificar quién era homosexual en el Vaticano.
El lanzamiento del libro fue criticado por los defensores de las víctimas
de abuso clerical.
“Dejemos algo en claro”, dijo Peter Saunders, británico que fue
expulsado de la comisión de protección infantil del Vaticano por criticarla
de ineficaz. “No hay un vínculo entre las personas gays y las que
abusan de los niños, y creo que esa es una mentira que tiene que
eliminarse de raíz”.
Los cálculos respecto de cuántos sacerdotes son homosexuales varían
bastante, pero como mínimo, se considera que es un porcentaje
considerable. Un sacerdote en Florida le dijo hace poco a The New
York Times que una tercera parte de los miembros del clero católico es
homosexual, una tercera parte es heterosexual y que la orientación de
una tercera parte sigue siendo un misterio, incluso para ellos mismos.
Algunos activistas que luchan por que haya igualdad en la Iglesia para
personas de todas las orientaciones sexuales comentaron que su
mensaje parece haber sido escuchado por líderes eclesiásticos.
Francis DeBernardo, director ejecutivo del New Ways Ministry en
Maryland, una organización católica que apoya a los hombres gays y
a las mujeres lesbianas, dijo en Roma que le sorprendió gratamente
ver que la conferencia había “refutado como causa de abuso” a la
homosexualidad. Tenía la esperanza de que el Vaticano “ofreciera
una declaración más definitiva y oficial al respecto de parte del papa”.
Sin embargo, entre los obispos que se encontraban en la misma
habitación que Francisco, el asunto no se resolvió del todo.
Al entrar a la conferencia, el obispo Gonzalo de Villa y Vásquez de
Guatemala dijo: “Creo que es una duda legítima cuestionar si hay o
no una conexión entre la homosexualidad y los abusos”.
New York Times
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