Monday, December 01, 2025

¿Dónde está el Adviento? por Lanire Angulo Ordorika, ESSE


 Por más que los supermercados llevaran ya semanas vendiéndonos mazapanes y polvorones, este fin de semana parece parecen haber dado el pistoletazo de salida a los festejos navideños. No hay una ciudad en la geografía española que no haya iniciado en estos días los encendidos de luces, música y mercadillos de Navidad, sin que importara demasiado que aún no hubiera comenzado el Adviento. No se trata, como algunos dicen por redes sociales, de que teman que a María se le adelante el parto y nos pille desprevenidos, sino que no hay una época que nos pase más desapercibida que el Adviento. Entre que es el más breve y que vive luchando por hacerse un hueco entre los villancicos, los espumillones y las compras navideñas, se ha convertido en la cenicienta de los tiempos litúrgicos.

Además de la presión comercial, hay otras razones que propician la discreción que caracteriza al Adviento, entre ellas la necesidad generalizada que tenemos de un tiempo de descanso o de pausa del curso en el ámbito educativo. Sea como fuere, tengo la sensación de que, además, se junta la dificultad innata que tenemos de respetar los ritmos y de no pretender acelerar los procesos. No nos brota de manera natural la paciencia necesaria para sostener la tensión entre el resultado esperado y los tiempos que estos requieren. Nos cuesta mantenernos en camino, aceptar que damos un paso para delante y otro para detrás, por eso desearíamos que las obras de remodelación de nuestra existencia y de la de quienes nos rodean se llevaran adelante en un abrir y cerrar de ojos. El Adviento tiene mucho de la ascesis que implica sostener los procesos, personales y ajenos.

Saltarnos la espera

Si este es un tiempo de esperanza es porque mantenemos la certeza de que, en el último rincón del imperio romano y en el que parecía un acto insignificante de libertad de una aldeana, el Hijo ha abrazado para siempre la humanidad como suya. Somos invitados a vislumbrar cómo Dios cumple sus promesas en la ambigüedad de lo cotidiano, y, claro, eso requiere sostener la tensión entre lo que experimentamos cada día y lo que confesamos en la fe. Resulta tentador pisar el acelerador hacia la Navidad y saltarnos la espera, porque llevamos mal eso que le sucede al sembrador y que Jesús nos recordaba en la parábola: hagamos lo que hagamos, no hay modo de acelerar los tiempos que requiere el grano para brotar y crecer… sin que sepamos cómo (cf. Mc 4,26-27). Ojalá podamos sostener y disfrutar la espera.


Lanire Angulo Ordorika, ESSE

Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

A pie de calle


Vida Nueva

Una reflexión sobre sinodalidad rumbo a la Navidad: Rafael Luciani: "En Adviento, caminar juntos es un proceso de aprendizaje, cambio y renovación"


"Caminamos juntos en esa polifonía de lo que se llama la catolicidad, es decir la diversidad de la Iglesia"

¿Cómo caminamos? ¿Con quién caminamos? ¿A quién invitamos a caminar?

"El discernimiento es un elemento que nos ayuda y debemos poner en práctica durante el Adviento y al cual  la sinodalidad le aporta fortaleza y profecía"

El camino de la sinodalidad de cara a la llegada del Adviento, es el tema que aborda Rafael Luciani en esta reflexión que nos invita a vivir este tiempo al modo de Jesús, es decir, descubriendo la huella de Dios en todas las cosas y la historia.

El teólogo venezolano propuso una serie de ideas para comprender el sentido de caminar juntos a la luz de los signos de los tiempos. Un proceso que nos implica como iglesia, en nuestras comunidades, junto a otras personas, familias y en medio del contexto eclesial de renovación que se quiere impulsar para la Iglesia hasta 2028.

Al respecto, Luciani recuerda que ese caminar juntos tiene distintas dimensiones; porque se hace en comunión con los bautizados y las Iglesias locales. "Caminamos juntos en esa polifonía de lo que se llama la catolicidad", dijo refiriéndose a la “diversidad de la iglesia". Un proceso que se hace juntos y con la sociedad. En realidad con cualquier persona, más allá de su religión o posición, porque según sostiene, así nos vamos constituyendo como personas y pueblo de Dios.


Aprendizaje, cambio y renovación

Luciani, señala que ese caminar juntos es el eje fundamental de la Iglesia, un proceso que se abrió paso con el sínodo de la sinodalidad. "Cuando decimos que este caminar juntos es un proceso de aprendizaje, cambio y renovación; es algo que nos recuerda el Adviento"; porque como creyentes, estamos inmersos en un proceso que implica “la transformación de nuestras maneras de pensar, estilos de vida y la apuesta por la conversión permanente”.

El director de Cebitepal asegura que cuando se habla de sinodalidad es fundamental preguntarnos de que modo estamos caminando juntos y si realmente nos está situando como signos e instrumentos para ir hacia el reino, porque solo así, se puede construir esperanza en un mundo herido y fragmentado.

Si estamos caminando juntos; ¿Cómo caminamos? ¿Con quién caminamos? ¿A quién invitamos a caminar? ¿Escuchamos a lo largo del camino a las personas a quienes no hemos dado espacio o voz para ser escuchadas?; preguntas que formuló el académico, pensando en el Adviento, un tiempo para reflexionar, discernir y hacer de la conversión un acto concreto.

Pensando en la figura de las mesas del sínodo y los escenarios de este tiempo, el investigador habló de “esa silla vacía que nos ayuda a discernir, sobre la calidad de nuestro caminar juntos”.


Abrir el corazón

Recordó que el discernimiento es un elemento que nos ayuda y debemos poner en práctica en el Adviento y que la sinodalidad le aporta fortaleza y profecía.

Por eso, es preciso cuestionarnos sobre la manera en la que estamos caminando juntos; reconociendo que “a través de la otra persona, el Espíritu se manifiesta y va renovando mi vida, porque aquello que no había visto, captado, o dejado entrar; lo hago a través de la voz y la existencia de la persona que usa el Espíritu para hablarme”.

Rafael Luciani, insiste en que es fundamental “abrir nuestros corazones para dar cabida a otras personas, las que no hemos querido o ni siquiera hemos tomado en cuenta”. Desde su experiencia durante el Adviento, hablar de discernimiento es comprender que ese proceso “debe estar conectado a la conversión, la metanoia, el cambio al que estamos llamados”.

La sinodalidad, busca algo semejante, un proceso de conversión para revisar, corregir, sanar y en el caso de las estructuras eclesiales, renovar los modos que usamos para relacionarnos, vivir e interactuar. De acuerdo con el teólogo venezolano, si hay un discernimiento verdadero, este nos llevará a una conversión relacional que debe manifestarse en una conversión estructural.


Discernimiento comunitario

La realidad nos muestra que la Iglesia necesita escuchar, aprender de la sociedad y las personas. “Eso es el Adviento, una época que nos sitúa en un discernimiento que no es solamente individual, sino en conjunto, como la Iglesia en su totalidad”, dice Luciani.

En ese proceso de caminar juntos existen algunos signos que nos ayudan a comprender el momento que estamos viviendo, es decir, ese nivel de discernimiento y conversión que hemos ido alcanzando, es lo que la asamblea sinodal definió como una "ulterior recepción del concilio", a esto se le agrega el lugar teológico que damos a los pobres, la opción preferencial que nos permite reconocerlos como una manifestación de la revelación de Dios, los que deben caminar con nosotros y aportarán a nuestro discernimiento.

El teólogo concluyó su reflexión invitando en el Adviento a una conversión mucho más rica, partiendo de las preguntas fundamentales o reconociendo si es que solo me estoy limitando a una experiencia individual que no construye ese nosotros eclesial del que tanto nos habló el Papa Francisco.

Paola Calderón
Religión Digital

Dime una Palabra: Tu gloria por Nano Crespo


1 de diciembre

Lunes I de adviento

Is 4, 2-6 la gloria será un baldaquino y una tienda, sombra en la canícula.

Tantos años viviendo el adviento y es la primera vez que me haces caer en este versículo de Isaías. Tu gloria como baldaquino, como tienda que da sombra en la canícula, refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.  Vienes y acampas entre nosotros, pones tu tienda al sol para que encontremos en ella brisa en las horas de fuego, en medio de este otoño invernal que se extiende por nuestro mundo.

Nano Crespo
Religioso Marianista, sacerdote




 

REZANDO VOY DEL LUNES 1 DE DICIEMBRE DEL 2025

 No es mi virtud, sino tu gracia



Puedes ver y escuchar, aquí


Mt 8, 5-11

Habiendo entrado Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: ‘Ve’, y va; al otro: ‘Ven’, y viene; a mi criado: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».





¿Porque yo lo valgo?

No es mi dignidad
la condición
de tu entrega.
Tú no te me das
porque yo lo valga.
Tu sacrificio
no es consecuencia
de mis modos
y virtudes.
Tu amor es primero.
Tu lealtad, previa.
No esperas
a que te merezca
para partirte
y darme Tu vida.

Si presumo
de méritos,
recuérdame
las sombras.
Si alardeo
de cumplimientos,
señala Tú
las huellas
de mi barro.
Si paseo, ufano,
reclamando un pago
por los servicios prestados,
confronta mi arrogancia.
No, Señor, yo no soy digno.
Lo eres Tú.

(José María R. Olaizola, SJ)

Iniciando el contacto con una canción: TIEMPO DE ESPERANZA. Salomé Arricibita. Que tengan un buen lunes