Wednesday, May 02, 2007

El cura del Big Bang

Los conflictos entre la ciencia y la religión han aflorado a lo largo de la Historia. En la mayoría de las ocasiones, las incomprensiones mutuas, la falta de conciencia sobre los límites inherentes al método científico y sobre el alcance de los razonamientos teológicos han llevado a aparentes callejones sin salida: o creer en Dios, o ser coherente con el espíritu científico.

Pero siempre han existido «constructores de puentes» que, junto a sus contribuciones nada desdeñables al progreso científico, han mantenido una actitud madura de vida de fe. Quiero referirme a una de ellas: el sacerdote belga Georges Lemaître (1894-1966). No es una exageración afirmar que uno de los grandes desarrollos científicos del siglo XX ha sido la cosmología, y en particular la teoría del Big Bang.

El padre Lemaître era profesor en la Universidad de Lovaina cuando, en 1925, propuso la idea, bastante novedosa por entonces, de un universo en expansión, que justificaría la velocidad radial de las nebulosas extra-galácticas. El trabajo alcanzó pronto gran notoriedad. Albert Einstein reconoció la validez del tratamiento matemático de Lemaître, pero se negó a aceptar la idea de un universo en expansión.

En 1927, invitado por Eddington al Reino Unido, explicó que el universo podría haber surgido a partir de una singularidad inicial, lo que llamó el átomo primigéneo, que posteriormente se habría expandido, dando lugar a las distintas estructuras cósmicas. Lemaître lo comparó con un «huevo cósmico». Tras el escepticismo inicial, en 1935, Lemaître volvió a exponer su teoría a Einstein, ahora en California. Cuentan que el genio alemán exclamó, entusiasmado: «Es la explicación más bella y satisfactoria de la creación que jamás he escuchado».

En sus últimos años, Lemaître se dedicó también al cálculo numérico y a la programación informática, y poco antes de morir, en 1966, tuvo noticias del descubrimiento de la radiación de fondo de microondas, que resultaría una prueba clave de la teoría del Big Bang, desarrollada a partir de sus primeros trabajos gracias al impulso de científicos como Alexander Friedmann o George Gamow.

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