El Papa acusa a la sociedad del ocio de desvirtuarlo
Benedicto XVI denunció la desnaturalización que ha sufrido 'el domingo' en la sociedad del ocio occidental, durante una misa dominical en la catedral de Viena, en su último día de peregrinación por Austria.
La necesidad de personas que dediquen sus vidas a Dios es apremiante en una sociedad que se vuelca en el poder y se olvida de vivir el domingo en toda su plenitud espiritual, y que incluso pone en peligro el futuro de su entorno, expuso el Pontífice en su homilía en la catedral de San Esteban, abarrotada de fieles.
Jesús llama a la gente a dejar todo atrás para estar totalmente disponible para él y para los demás y así "crear el oasis de amor desinteresado en un mundo donde demasiado a menudo sólo parece contar el poder y la riqueza", afirmó, ataviado con una casulla de seda verde, en su primera alusión a la crisis de vocaciones en la Iglesia católica.
Los hombres y mujeres de Occidente, un mundo que considera superficial, han transformado el domingo en una jornada de ocio. "El ocio es seguramente algo bueno y necesario, sobre todo entre la prisas alocadas del mundo moderno" pero "si carece de un foco interior, de un sentido total de dirección, entonces, en última instancia, se convierte en tiempo perdido que no nos fortalece ni nos reafirma", explicó.
También mencionó, de paso y sin entrar en detalles, la amenaza que pesa sobre el medio ambiente y la Creación en general. En la solemne eucaristía, una Misa Cellensis de Joseph Haydn, el Papa consideró necesario acordar más atención a la dimensión ecológica del domingo, día en que la Iglesia da gracias por la Creación. "En momentos en que la Creación parece estar en peligro, de tantos modos, por la actividad humana, también deberíamos conscientemente aludir a esta dimensión del domingo", resaltó.
Entre tanto, miles de personas estaban congregadas en el exterior de la catedral, alma de la ciudad imperial, que cautiva por su tejado de vivos colores vivos y por su torre meridional en forma de aguja. "¡Benedetto!, ¡Benedetto!", empezaron a gritar, mientras agitaban banderas amarillas, en cuanto salió de la catedral para rezar el ángelus, centrado de nuevo el sentido religioso del domingo.
La lluvia que había acompañado al Santo Padre en su peregrinación por Austria escampó para alivio de los fieles, que escuchaban su mensaje protegidos, por si acaso, con chubasqueros. El papa alemán tuvo palabras de agradecimiento para los tímidos rayos de sol.
El arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schonborn, también hizo referencia a la importancia del domingo al recibir al Papa. "Debemos defender el domingo contra diferentes tendencias que lo debilitan", afirmó poco antes en un país en pleno debate sobre la apertura dominical de los establecimientos comerciales.
Fuente: El Periodista Digital
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