Sunday, February 21, 2010

La homilía de Betania: QUEREMOS CAMBIAR DESDE DENTRO

Por Pedro Juan Díaz


1.- La cuaresma es un tiempo de conversión. Ya sabéis vosotros que la conversión es una actitud interior, propia del cristiano, que hemos de poner en práctica todos los días, pero que acentuamos de manera especial en este tiempo de cuaresma. Queremos convertirnos. Queremos cambiar desde dentro, cambiar el corazón, para transformar nuestro alrededor a imagen del Evangelio que Jesús nos propone. Y ese deseo lo expresamos el pasado miércoles con la imposición de la ceniza.

2.- Pero este caminar no está exento de dificultades. No se trata solo de desearlo, de decir “quiero cambiar”. Es un esfuerzo interior que a veces se ve truncado por otras “tentaciones” que nos alejan de lo que Jesús nos propone y de su proyecto del Reino.

3.- Todos entendemos bien que significa eso de las tentaciones, hemos escuchado ese pasaje muchas veces, sabemos que el mismísimo Jesús fue tentado, así que podemos entender que nosotros no estamos exentos de ellas. Las tentaciones siempre son elegir el camino más fácil, aquello que no nos cueste esfuerzo, sin pensar si a la larga nos va a producir beneficio o daño.

4.- Jesús vivió tres tentaciones, según el evangelio que hemos escuchado. Tres tentaciones muy actuales: la tentación del materialismo, la tentación del poder y la tentación de utilizar a Dios. Tres tentaciones que nos separan de poner nuestro corazón en el proyecto de Jesús.

5.- La tentación del materialismo está presente todos los días en nuestra vida, fundamentalmente por los medios de comunicación. Y siempre aparece muy bien camuflada, de tal manera que nos hacen creer que TENIENDO tal o cual cosa conseguiremos SER felices y estar a la última. Pero es el pez que se muerde la cola, porque siempre aparece algo superior que nos promete felicidad pero que nunca llega a dárnosla. Y seguimos cayendo en la tentación de poner nuestra felicidad en el TENER y no en el SER. Jesús decía que los dichosos, los felices, los bienaventurados, serían los pobres, los que fueran capaces de liberarse de la esclavitud de lo material.

6.- La tentación del poder también la podemos ver todos los días en las noticias, cuando encontramos a gente que ha sido “pisada” por un sistema en el que “hay que subir más alto a cualquier precio”, incluso a costa de arruinar la vida de los que están a nuestro alrededor. Cuantas veces hemos escuchado que el poder acaba corrompiendo a las personas cuando este se utiliza para el beneficio personal y no para el servicio al bien común. Pero no hace falta que hablemos de grandes poderosos, cada uno de nosotros tenemos parcelas de poder en nuestra vida cotidiana, en nuestra familia, en el trabajo, y podemos ser verdaderos tiranos si nos dejamos llevar por esta tentación. Jesús nos habló de que ser el primero significaba servir más que nadie, estar atento a las necesidades de los demás con mayor empeño, y procurar que lo que es de todos, fuera para todos, y que nadie pasase necesidad.

7.- Finalmente, la tercera tentación la vivimos también en nuestra religiosidad. Todos tenemos la tentación de manipular a Dios, de utilizarlo en nuestro beneficio. La corriente actual a nivel religioso consiste en hacerse una religión a la medida, un Dios que no me de problemas, que me permita hacer todo lo que yo quiera y cuando yo quiera. Manipulamos a Dios en beneficio propio, le exigimos que nos conceda aquello que le pedimos, como niños pequeños que patalean porque sus padres no les dan lo que piden. Y no caemos en la cuenta de que la visión de Dios es más amplia que la nuestra, que Él sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos, y que sabe también cuales son nuestras necesidades verdaderas y que hay otras necesidades en nuestro mundo que tal vez son más urgentes. Nos falta la confianza necesaria para saber que todo lo que nos venga de Dios será para nuestro bien, para nuestra felicidad. ¿O es que un padre no quiere la felicidad de sus hijos, aunque no les de en ese momento lo que ellos están pidiendo porque creen que es bueno? Como veis, las tentaciones del evangelio no están muy lejos de nuestras vidas, a pesar de que fueron escritas hace mucho tiempo. Seguimos cayendo en lo mismo, cometiendo los mismos errores. Pero contamos con la misericordia infinita de Dios que siempre sale a nuestro encuentro.


8.- Que nada aparte nuestro corazón de Dios. Que no olvidemos nunca que necesitamos convertirnos a Él cada día. Hoy ponemos nuestra mirada en Jesús, crucificado y resucitado, que nos regala la salvación con su entrega en la cruz por nosotros, una entrega que actualizamos cada vez que celebramos la Eucaristía. “Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás”. Que así lo crea nuestro corazón y que así lo vivamos en nuestra vida.

No comments: