Nos quedan un clavel rojo
y un clavel blanco;
unas pequeñas flores valientes
en manos de una mujer.
Eran nada más que claveles.
nada más que una mujer
y su pequeño niño
y su llanto de septiembre:
El clavel rojo, desde el brazo al
vacío;
el clavel blanco alcanzó a rozar
la puerta de La Moneda
como una primavera
que saluda tanta sangre derramada
y el entrañable amor
que vuela y se perfuma y no
se olvida cada once de septiembre
en el llanto y la ira comprimida.
Eran solamente dos claveles,
rojo y blanco,
dos auténticos y frágiles claveles.
El clavel rojo quedó desmayado
en la vereda, manchado de sangre,
recordando nombres y dolores.
Y vinieron "ellos" armados de horribles
metralletas
a sostener la estabilidad del Estado
y la seguridad de la nación
se llevaron detenidos
a una mujer y su niño,
a un clavel peligrosamente rojo
y a un clavel violentamente blanco.
Y el Super-Ministro pensó en una nueva Ley
o en un nuevo decreto
o a lo mejor sería necesaria una
nueva Constitución
en que se prohibieran los claveles
naturales...
Y el nuevo asesor de Economía ideó
un negocio de importación de claveles
artificiales, tricolores y nacionalistas...
... y hubo así un gran incremento
de la economía nacional...
Esteban Gumucio ss.cc.
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